Por Gina Fierro/ Como referente de belleza, elemento erótico o como herramienta el cuerpo humano al desnudo ha significado para algunos creadores un elemento más con el cual darle sentido a su obra.

Desde la antigua Grecia y a través de la historia de las artes, el desnudo ha tomado particular importancia para la elaboración de discursos. De esta manera podemos ubicarlo dentro de diversas disciplinas con una significación distinta en cada una de ellas.

En escena, el desnudo cumple diversas funciones, al igual que lo hace en la escultura, la literatura, el cine, la pintura, etcétera. Al respecto, el director de El Hombre de la Mancha, Mauricio García Lozano, apunta para Cartelera de Teatro “el desnudo en el teatro no es solamente plástico, es decir, no sólo es la forma bella/plástica/estética del cuerpo humano desnudo, sino que es un cuerpo que está en acción, es un personaje al que le están pasando cosas”.

Por su parte, la directora Iona Weissberg expone, “muchas veces el objetivo de un desnudo es incomodar al espectador, creo que muchas veces ese es el papel o la razón por la cuales dramaturgos o directores lo ponen en escena. Creo que deviene también de los parámetros culturales y morales del público del cual estás hablando”.

Lo cierto es que el desnudo en el teatro tiene ciertas características que lo hacen único en relación a otras disciplinas. Pensemos en la proximidad que existe entre el espectador y el actor; o en las formas en que un desnudo puede ser manipulado por su director/autor, es decir, en una película o fotografía los desnudos pueden ser estilizados o editados, en el teatro los desnudos son en directo, sin mucho margen de manipulación. El único elemento con el que se cuenta, generalmente, es la iluminación.

Cómo se decide la validez de un desnudo

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Foto: “Fractales”, Dir. Adrián Vázquez

“En escena, más allá del gusto estético, lo que es importante es la pertinencia con la dramaturgia”, remarca Mauricio García Lozano.

De acuerdo con la concepción de quienes proponen este recurso, es la forma en la que se presenta un desnudo, y el motivo y objetivo de éste dependerá del carácter del discurso. Por ejemplo, sobre su desnudo en la obra Wit: Despertar a la vida (2015), donde Paloma Woolrich interpretó a una mujer con cáncer,  la actriz señala “es una imagen que estaba solicitada en el texto de la propia obra, que quiere expresar la liberación del espíritu de esa mujer”.

Mientras que Ángeles Marín, quien actualmente da vida a una mujer con depresión en Delirio 3:45am, señala que en la obra existe “un desnudo que justifica el momento de una mujer con la mente fragmentada, que no sabe dónde está ni qué hacer de su vida”.

Como directora del montaje El amante de Harold Pinter, en 2012, donde ambos intérpretes (Marina de Tavira y Antonio Rojas) quedaban al desnudo, Iona Weissberg detalla que en este montaje los desnudos eran utilizados como un referente erótico, pero también deserotizados. “Ellos dos hablan y caminan desnudos sin relacionarse uno con el otro de ninguna manera excitante o que genere algún tipo de emoción. Están en la cotidianidad, ya están acostumbrados al cuerpo del otro”. Apunta Weissberg, quien reconoce que lleva los desnudos a escena “por alguna razón que siento muy muy fuerte en escena”.

“Si el estilo formal de la obra lo admite, lo permite y entramos en un mundo o en un universo donde el cuerpo desnudo habla o aporta al estilo, digamos estético o visual de lo que estamos viendo, pues muy bienvenido”, apunta García Lozano.

En qué momento pierde significado el desnudo en escena

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Foto: “Wit: Despertar a la vida”, Dir. Diego del Río

Según la propuesta del autor/director será el significado que se le dé al desnudo dentro de una obra pero, cómo saber si un desnudo está perdiendo significado. Al respecto, nuestros entrevistados opinan.

Desde el lado de la dirección, Iona Weissberg dice “cuando se pone más por fuerza que por una necesidad de contar la historia, cuando se hace sólo para presionar o para ‘shockear’, cuando tiene un hito de deshonestidad”.

Por otro lado, Ángeles Marín habla sobre el desnudo cuando se toma como una herramienta para traer a una mayor cantidad de público. “Muchas veces hasta hay fotos de desnudos, simplemente de publicidad para atraer, y resulta que en la obra no hay ningún desnudo”.

Sobre el tema, García Lozano expone “el desnudo en el teatro, dado que es un cuerpo desnudo en vivo, en presente […] puede manipularse fuera del estilo y fuera de la pertinencia. Si es solamente como gancho de venta, se puede abusar de él apelando un poco al morbo del público y entonces ya no es un desnudo en el teatro, sino que es igual que ir a ver un espectáculo de desnudos donde la gente va literalmente sólo a ver cuerpos desnudos. Que es súper válido, pero […] que no es teatro”.

Cómo supera un actor la vergüenza

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Foto: “Muerte súbita”, de Sabina Berman

El desnudarse frente a un público resulta vergonzoso para la mayoría, incluso para los propios actores. La vergüenza “claro que sí existe”, expresa Ángeles Marín. Por su lado, Woolrich apunta “siempre hay una cosa moral que va incluida, implícita, en esta cosa del desnudo”.

Según sus intérpretes, la vergüenza y el pudor se superan al momento de encontrarle un sentido al hecho de desnudarse, ya que en escena ya no se trata de un actor, sino de un personaje en particular. “Estoy convencido que cuando el actor está convencido de que ese desnudo -sea (con un significado) real o metafórico- le importa, le abona a su personaje, a su trabajo, lo va a hacer siempre”, subraya Mauricio García Lozano.

Sobre su primer desnudo en su carrera, Ángeles Marín nos cuenta “mi primer desnudo lo hice hasta el momento del estreno, el director quería que lo hiciera desde los ensayos generales y yo tenía una vergüenza total, no podía […] cuando lo hice, bueno pues eres el personaje, te conviertes en el personaje y hasta lo disfrutas”.

Por otro lado, la confianza entre director y actor es indispensable para que un desnudo tenga un lugar cómodo durante los montajes, asimismo es necesario “un espacio donde las cosas se hagan de manera seria, rigurosa y pertinente”, detalla García Lozano.

“Cuando uno siembra ese campo, uno cuenta con la confianza del actor y creo que ésta es muy importante, porque independientemente de desnudarlos físicamente, el director todo el tiempo está buscando desnudar el alma en sus actores. Para ello, se necesita que los actores confíen en él y en sus compañeros”, apunta Mauricio.

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Foto: “Delirio 3:45am”, Dir. Víctor Carpinteiro

Y aunque despojarse de sus prendas en el escenario resulta difícil para el actor, también lo es para algunos directores, al respecto Weissberg confiesa “me cuesta muchísimo trabajo trabajar con desnudos. Me da pudor, la verdad, me da pudor con los actores, creo que a ellos luego les da menos pudor que a mí”. Y a pesar de ello, “curiosamente e intentado montar varios desnudos en escena y hay dos que he incluido que no están necesariamente en el texto, sino que tienen que ver con cómo estoy contando la historia”.

“Al final del día, si uno (como director) maneja bien las cosas, el desnudo, más que un acto vergonzoso, es un acto de desafío a la capacidad actoral. Insisto, no es solamente el desnudo físico el que se les pide”, enfatiza García Lozano.

La reacción del público

Si bien las razones para llevar a escena un desnudo dependen de la situación del personaje propuesta por el autor o de la propia decisión del director al montar cierta obra, el público puede no concebir la misma idea que el creador propone. Al respecto, Paloma Woolrich expresa “yo no puedo manejar la mente de los espectadores y seguramente muchos te ven desnuda en una cosa súper artística y súper intelectual y pueden pensar cualquier cosa visual contigo. Uno no puede controlar eso”.

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Foto: “El libertino”, Dir. Otto Minera

El desnudo no busca una reacción específica en su público, ya que éste forma parte de la situación del personaje en escena, y lo que le pase al personaje puede interpretarse de mil maneras por el espectador. “Para mucha gente puede ser una transgresión muy fuerte y para otros no. En otros causa un regocijo, un deseo de liberarse, de no ocultar su propio cuerpo y de cuestionarse que el cuerpo no es más que eso, es lo que nos cubre, la piel”, señala Woolrich.

Desde la perspectiva de la audiencia, Iona Weissberg opina “los desnudos en escena no son un elemento neutro, siempre tienen algo muy fuerte por más que estemos en una sociedad liberada […] No estamos acostumbrados a ver en ámbitos abiertos y sociales cuerpos completamente desnudos, fuera de ámbitos íntimos, diría yo”.

Finalmente, el desnudo en el teatro “nos aproxima a ese cuerpo expuesto, no olvidemos que el teatro es un espacio de revelación o de reflejo de humanidad […] Entonces, de pronto ver a un cuerpo desnudo lleva al espectador a sentirse también expuesto y desnudo, y creo que esto lo hace en cierto punto más poderoso, siempre y cuando este desnudo tenga que ver con la trama y no sea solamente una cuestión ornamental”, subraya Mauricio García Lozano.

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