Por Gina Fierro/ La evolución del teatro ha dado paso a que distintas formas de quehacer escénico surgan. A lo largo de la historia, el teatro se ha implantado en innumerables recursos para conectar con los espectadores, contar historias, generar emociones y poco a poco cambiar el mundo de las audiencias.
Actualmente existen propuestas como el Teatro de Papel, Teatro Cinema, Teatro de Títeres, Teatro en Breve, Teatro Urbano, Teatro en Departamentos, propuestas que son sólo el reflejo de aquellos creadores que han roto las barreras del tiempo, del espacio e incluso de los propios sentidos. La escena teatral se ha transformado a tal grado que ha traspasado la percepción de los propios espectadores, no sólo a nivel mental sino físico, demostrando que para los artistas no hay límites para acercarse a este arte.
Bajo esta concepción, encontramos que el teatro a través de los sentidos es posible y, más increíble aún, el teatro que prescinde de alguno de los sentidos. Dos propuestas que han revolucionado el rol de los espectadores, convirtiéndolos de simples testigos a individuos que viven el hecho escénico. Así, surgen compañías como Seña y Verbo: Teatro de Sordos, Teatro Ciego y Sensorama, colectivos que han transformado parte del teatro mexicano.
Por supuesto que en este campo, los actores con algún tipo de discapacidad son los más habilidosos para desarrollar un teatro más sensible. El fundador de la compañía Seña y Verbo: Teatro de Sordos, Alberto Lomnitz, nos platica en entrevista exclusiva para Cartelera de Teatro sobre su admiración hacia los actores sordos. “Son actores que se mueven de una manera muy fina, que pueden hacer gestos con una precisión sorprendente, en ese sentido resulta que son actores muy atractivos. Por su condición de sordera, los sordos desarrollan mucho más su capacidad visual, entonces son actores que tienen una capacidad de observación superior a la de los oyentes, lo que los hace tan buenos imitadores”.
Alberto Lomnitz se adentró por primera ocasión en el Teatro de Sordos con la compañía estadounidense Teatro Nacional de Sordos, donde participaba como actor. Este entrenamiento llevó a Lomnitz a fundar en 1993 la compañía mexicana Seña y Verbo: Teatro de sordos. Actualmente, la agrupación es liderada por Eduardo Domínguez, el primer director sordo que originalmente formó parte de la compañía como actor y que ahora está a cargo de la dirección artística.
¿Cómo es el teatro al inhibir alguno de los sentidos?
Teatro de Sordos. Al utilizar en escena la lengua de señas, los montajes que desarrollan los actores sordos abren “la oportunidad de hacer un teatro con un lenguaje visual, entonces los textos se pueden escuchar y ver al mismo tiempo”, detalla Lomnitz.
Y aunque pudiera pensarse que los espectáculos del Teatro de Sordos son en silencio, estos incluyen elementos sonoros. “Desde un principio, Seña y Verbo se armó como un compañía bilingüe (que utiliza la lengua de señas mexicana y en español), es decir, nosotros no trabajamos en silencio, trabajamos con voz y con música, muchas veces en vivo. Para el público oyente es un espectáculo visual y sonoro; y para el público sordo, está la parte visual”, indica Alberto.
Al incluirse la lengua de señas, los espectadores pueden conocer parte de ésta. “Trabajamos siempre la lengua de señas con una especie de interpretación simultánea para que el público que no habla esta lengua pueda entenderla y pueda apreciar su belleza”. El fundador subraya que las lenguas de señas “son idiomas que tienen expresividad y una belleza visual muy aprovechable para el teatro”.
Por último, estos montajes también incluyen una parte narrativa donde se cuentan historias complejas “a través de pantomima-narrativa que es algo muy propio de los sordos”. Al respecto, Lomnitz subraya “lo más fascinante para mí -en lo personal- es el texto, es decir, la lengua de señas y usar ese idioma en escena y poder tener estas palabras sucediendo visualmente en el espacio”.
Teatro Ciego. Como en el teatro convencional, los montajes de Teatro Ciego surgen por una necesidad de comunicar algo. Una vez establecido el tema, la agrupación invita a colaborar a escenógrafos, dramaturgos y productores para dar forma al montaje de manera colectiva.
Los montajes de Teatro Ciego se desarrollan en espacios totalmente oscuros, sin tener que vendarles los ojos al público, con el propósito de “poner a la gente en los zapatos de los ciegos ”. “Nosotros simplemente les apagamos la luz”, apunta su director Juan Carlos Saavedra.
Sin ser su finalidad primordial, esta experiencia en oscuridad total logra que el público comprenda el mundo de los ciegos. “La gente sale diciendo ‘ahora entiendo un poco cómo es que los ciegos viven’ […] a la gente le llega eso y para nosotros está bien, aunque no sea la finalidad”, señala Saavedra.
A partir de su primer montaje con actores con discapacidad visual y de la primera emisión del Encuentro de Teatro de Discapacidad en San Luis Potosí en 2010, Juan Carlos Saavadera decide reunirse con un grupo de actores ciegos para profesionalizar su trabajo y crear Teatro Ciego.
Sensorama. Como una compañía que nace de la exploración del proceso de percepción, este tipo de teatro (denominado teatro sensorial sinestesico) se desarrolla dentro de un “silencio visual”, es decir, excluyendo en los participantes el sentido de la vista. El director artístico de la agrupación, Demián Lerma, explica que estas posibilidades de inhibir la visión pueden ir desde cerrar los ojos, utilizar googles especiales, poner una venda o simplemente estar en la oscuridad.
Dentro de este concepto, Demián detalla que lo más importante es lo que sucede perceptualmente en la mente de los espectadores. “Somos una cultura eminentemente visual, el 90% de información que recibimos todos los días es a través de la imagen […] y cuando bloqueamos el 90% del cómo accedemos a la realidad, el cerebro no para de crear esa realidad y utiliza la información que tiene para hacerlo”, indica.
“En esta concepción perceptual extraordinaria que se crea en el espectador/participante al trabajar en silencio visual es donde Sensorama empieza a crear su obra […] La obra y el discurso se va construyendo directamente en la percepción íntima de cómo se crea mentalmente el discurso”, enfatiza Lerma.
Las experiencias escénicas de Sensorama (fundado por Héctor Manuel Fernández Piña en 1998) implican para el espectador una interacción con el ambiente creado por la puesta en escena, en el cual interactúa a través del contacto, texturas, olores y sonidos. Ante un montaje donde la participación es inevitable, Lerma reconoce que este proceso es transgresor ya que “hay un contacto muy profundo con el espectador, directamente sobre su cuerpo, que es donde acontece la experiencia […] Pensando en el contacto en todas sus dimensiones, el contacto físico, de la piel, del objeto, psicólogico, incluso el contacto energético que se pueda generar”.
“Nos importa mucho lo que la persona va a sentir y la construcción que va a tener del discurso en su proceso perceptual”, señala el director. No obstante, los textos no son excluidos de los espectáculos, lo que permiten que los montajes tengan un discurso, profundizando en temas como la muerte.
¿Cómo trabajan los creadores de teatro convencional al interior de un Teatro Ciego o Sordo?
Por lo regular, estas agrupaciones se apoyan de artistas externos para darle forma a sus obras, lo cual no implica que estos creadores deban tener algún tipo de discapacidad para integrarse a los procesos de creación. En estos casos, los miembros invitados exploran el lenguaje de los grupos, “cuando se involucran actores que ven (normovisuales), los ponemos en la oscuridad a ensayar y el proceso para ellos es al revés”, expresa el director de Teatro Ciego.
“Todos los que entran a Seña y Verbo saben que tienen que aprender el lenguaje de señas. Lo demás, es hacer teatro como en cualquier otro idioma”, explica Alberto Lomnitz, quien sostiene que lo único que integra a otros actores o directores a los montajes es experimentar el mundo de los sordos. “Si se piensa en discapacidad en términos de barrera, la barrera aquí es una barrera lingüística y la manera de sobrepasarla es aprendiendo la lengua de señas y comunicarse con ella”, enfatiza.
Durante los procesos de creación, los actores invitados a este tipo de compañías trabajan a través de un intérprete. Carlos Corona, Enrique Singer, Haydeé Boeto, Miguel Alonso y Boris Schoemann son algunos directores que han colaborado con la compañía Seña y Verbo. “Lo que realmente hace increíble la experiencia de Seña y Verbo es dirigir a estos talentosísimos actores con habilidades extraordinarias”, apunta el director.
No sólo se beneficia el teatro
Por iniciativa de Lomnitz, Seña y Verbo: Teatro de Sordos nace en 1993 y con ella importantes acciones que no sólo han beneficiado al teatro, sino a la propia comunidad de sordos. Al respecto, el primer director de la agrupación apunta que desde el momento de fundar la agrupación entró “en el seno de una discusión muy fuerte en torno al derecho de los sordos a su idioma y a su cultura”.
La problemática actual que enfrenta la comunidad de sordos gira en torno al reconocimiento de su lengua, la lengua de señas mexicana, la cual fue reconocida en México en 2005, pero hasta la fecha no tiene instaurada una forma escrita. “La SEP (Secretaría de Educación Pública) sigue, hasta el día de hoy, rechazando activamente cualquier intento de educación pública (de lengua de señas)”, apunta Alberto Lomnitz, y recalca, “para una lengua que no tiene una forma escrita, una obra de teatro es una forma de publicarse”.
Durante los primeros años de la compañía, Alberto detalla “nos tocó enfrentarnos a muchísima gente -supuestos especialistas en el tema- que decían no era una lengua, ni un idioma, sino una pantomima incapaz de expresar pensamiento abstracto”.
Frente a la discriminación
Alberto Lomnitz reconoce que uno de los principales retos para la compañía Seña y Verbo tiene que ver con el prejuicio de los oyentes hacia la sordera y del concepto que se tiene sobre discapacidad. “El problema en general es que hay una actitud francamente discriminatoria, es decir, finalmente una persona con discapacidad es considerada, comúnmente, como inferior”, afirma.
“Cuando empezábamos con Seña y Verbo se me acercaba mucha gente y me decía ‘qué bueno que estás dándole la oportunidad a esa pobre gente de hacer teatro’. Yo no le estoy dando la oportunidad a nadie, yo estoy haciendo un teatro profesional con actores sordos a quienes contrato y les pago, y que además me están enseñando a mí”.
Por otro lado, Lomnitz indica que las mismas asociaciones que trabajan con personas con discapacidad “tienden a ser asistencialistas”, fomentado un sentimiento de apoyo, ayuda y cuidado hacia las personas discapacitadas, creando al mismo tiempo un ambiente de cierta condescendencia. “En la población lo que va quedando es que esta ‘pobre gente’ requiere de nuestra ayuda y el problema de eso es que a la hora de que es viernes en la noche, quién tiene ganas de sentir lástima […] Romper ese esquema, es decir, que la gente entienda que es una compañía profesional de teatro con gente talentosísima y que lo que hacemos es un teatro buenísimo”.
Por otro lado, uno de los principales retos para quienes hacen teatro sensorial ha sido posicionarse en la escena teatral “como otra posibilidad de concebir el teatro”, apunta Demián Lerma. El teatro sensorial se ha visto cuestionado por no tener una representación de algo que se pueda analizar o ver, utilizando un lenguaje que pasa desapercibido a la vista. “Esa cualidad del lenguaje nos parece que abre otras formas de codificación y otras formas de deconstruir los procesos creativos y estéticos”, expresa.
Sobre la inclusión
“No llevamos como estandarte la discapacidad. Nosotros no hacemos teatro para ciegos, es teatro de ciegos, hecho por ciegos”, detalla Juan Carlos Saavedra. “Seña y Verbo no hace teatro a pesar de la sordera de sus actores, hace teatro a partir de la sordera”, apunta Lomnitz recordando las palabras del director y actor Carlos Corona.
En este punto concluimos que ni el teatro de ciegos, ni el teatro de sordos, ni el teatro de los sentidos son propuestas enfocadas exclusivamente a personas con discapacidad, sino que su teatro se abre al público en general, dando un salto dentro del tema de la inclusión.
En el caso de Teatro Ciego, Juan Carlos Saavedra afirma que lo que se busca “es generar un espacio y un encuentro entre las artes escénicas y la discapacidad para generar una cultura teatral incluyente”. Y añade “estamos abiertos a compartir experiencias con quien quiera trabajar y colaborar con nosotros”.
Por su parte Alberto Lomnitz subraya, “Seña y Verbo es una compañía realmente inclusiva y es un ejemplo de inclusión en la manera en la que trabajamos […] Trabajamos sordos y oyentes a la par, como iguales y no hay ninguna distinción en salario, en trato, en respeto, en nada”.
Financiamiento
Sin un subsidio permanente y en búsqueda de distintos apoyos, estas compañías subsisten de manera independiente y es de la mayor parte de sus recursos que se ven remuneradas. Además de la realización de espectáculos, las agrupaciones optan por la promoción de actividades educativas, talleres e incluso venta de artículos con el fin de solventar sus actividades. No obstante, compañías como Seña y Verbo han sido acreedoras a becas como México en Escena del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, la cual financió ocho años de trabajo artístico de la agrupación.
“La necesidad es ser como cualquier otra compañía que está buscando siempre espacios para poder presentarse”, concluye Juan Carlos Saavedra.
Con una sensibilidad superior, los artistas que prescinden de algún sentido se suman a aquellos que han logrado liderar y enseñar a los creadores del teatro tradicional nuevas formas que enriquecen la escena mexicana contemporánea, convirtiéndose a la vez en importantes exponentes de la inclusión.
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