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Reconociendo al otro: Oler la sangre



oler la sangrePor Gina Fierro/ Oler la sangre es una historia que no necesita de una gran producción para ser dicha, simplemente de intérpretes que dominen el escenario. En esta puesta en escena Adriana Llabrés y Víctor Huggo Martin logran una mancuerna perfecta para contarle al público la historia de Ale y Alo, dos hermanos que se conocen sólo hasta el día de la muerte de su abuela.

Si bien el texto no intenta hacer una reflexión profunda sobre la separación, ni sobre la familia, la propuesta escénica logra dar vida a los dos personajes de una manera muy cuidada, poniendo atención a los pequeños detalles que definen la personalidad de un individuo -sus manías, su caminar, la manera de comer, de enojarse, de mirar a su familia-, para mostrar un fragmento de la vida de un par de hermanos que se han reconocido por el lazo de sangre que los une.

El dramaturgo juega con la fantasía y el realismo para crear una serie de imágenes vivas escenificadas por dos actores que hacen una conexión importante arriba del escenario. Los intérpretes están tan bien sincronizados en sus trazos escénicos y en sus diálogos que cumplen con uno de los principales objetivos del montaje, que el espectador construya en su imaginación diversos lugares, paisajes y objetos.

La fantasía continúa cuando el autor juega con la frase “La sangre llama”, y como un gesto de reconocimiento, entre los personajes es posible identificar y oler la sangre del otro.

El acierto en esta propuesta es mantener a los actores todo el tiempo en escena y con escaso apoyo escenográfico. De esta manera, Ro Banda, autor y director, se arriesga a contarnos la simpleza de una historia que recrea momentos con un significado importante en la vida de una persona, como caminar a lado de un hermano que apenas conoces, correr con él por una pradera o presenciar la muerte de un familiar, haciendo que cada acción simbolice ese lazo de sangre que siempre existirá.

El montaje transporta al especatador a diferentes espacios en los que, por momentos, abunda el silencio, donde sólo se escuchan las voces tranquilas de Ale y Alo. Así, vemos a los personajes llegar a sus momentos más tensos, revelar aquello que los reprime y aquello que los llena de libertad.

El contenido de esta puesta en escena deja claro en el espectador la fortaleza de los lazos de sangre entre dos personas y el reconocimiento de éstas a pesar de la distancia y sobre todo, la necesidad de encontrarse con la familia, lo que se vuelve un suceso inevitable a lo largo de la vida. Consulta precios y horarios de la obra, aquí.

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