Por Roberto Sosa/ En el lenguaje coloquial “quemar las naves” es lanzarse por un objetivo, renunciando a la posibilidad de dar marcha atrás ante un eventual fracaso; es un antes y un después en la forma de entender la vida. Emma inicia la travesía, busca darle sentido a su existencia. La travesía por ultramar es hacia las Antípodas, a través de la mitología como Ulises en La Odisea. Sobre el escenario, el trayecto de la nave significa para Emma, empezar de nuevo. La utopía se vuelve realidad.
Sin diálogos se teje el relato, la corporalidad es el lenguaje; desde la teatralidad se construye la dramaturgia con música, cantos y coreografías. Visualmente espléndido, el espectáculo atrapa los sentidos del espectador y trajina en el barco que inicia la travesía. Con el recurso de la multimedia, se proyecta el movimiento del mar; la luna reflejando su silueta sobre las olas o cielos llenos de estrellas que forman las constelaciones.
El recorrido la lleva primero a la Isla de los Cíclopes, le sigue el Santuario de Circe, después la nave arriba al Peñasco de las Sirenas, pasa por la Entrada al Hades, continúa por el Palacio de Calipso, Nausícaa, llegan a Ítaca, recinto de Penélope y concluye en El Faro. Un viaje iniciático dónde enfrenta monstruos, medusas; proyecciones mentales que Emma enfrenta, hasta arribar a buen puerto y emanciparse.
Emma es encarnada por la actriz Georgina Rábago; intérprete y personaje convergen y compaginan en la edad: “Emma –nos comentó- inicia un viaje profundo al inconsciente”. Sobre su experiencia en la obra, dijo: “Es la mi primera vez que trabajo sin texto, sin palabras. El proyecto me interesó muchísimo después de leer el blog y la escaleta; ver las imágenes y las fotos fue algo maravilloso. Me encanta que se puede decir tanto sin palabras; me identifiqué con Emma”.
Lo que simboliza: “Significa para mi soltar parte de mi vida, personas y circunstancias; empezar sin nada. Es mucho aprendizaje y duele, no es fácil Quemar las naves, llegar a buen puerto y tomar las riendas de tu vida. Hoy la madurez como actriz la veo desde otro ángulo, hay una evolución; como mujer, las reacciones son desde otro lugar, otra templanza, me detengo antes de actuar, es la similitud con la obra; me enfrento con la jovencita que fui, ya no tengo su edad, pero tengo otras posibilidades… crecer duele”.
Sobre su primer desnudo sobre el escenario: “Significa LIBERTAD, absoluta y total. En otras obras se me sugirió un desnudo o medio desnudo, no había querido hacerlo. Rocío Carrillo –directora- me propuso un fondo abajo. Lo que hace Rocío es arte, no es exponer o exhibir. Es conmovedor, es quitarte la ropa, bañarte, refrescarte; quemar las naves desnuda para iniciar de nuevo. Yo dije: ¡sí lo hago Rocío…!. Éste es mi cuerpo, soy la que soy. Es parte del viaje. Se siente la vida ligera, es un gozo, plenitud como ser humano. Libertad total, catártica y liberadora…” concluyó.
Complementan el elenco Tabris Berges, Ernesto Leucona, Alejandro Joan Camerena, Beatriz Cabrera, Jonathan Ramos, Margarita Higuera. Espléndido trabajo. Óscar Acevedo está en la dramaturgia sonora en vivo. Quemar las naves. El viaje de Emma, es teatro e interdisciplina, la idea original y dirección son de Rocío Carrillo. La obra refleja el talento y creatividad de esta gran artista. Su teatro no confronta verdades, ni expone la realidad que vive el país; su trabajo traslada el imaginario y nos llena los sentidos de arte.
El equipo creativo: Diseño de sonido, Betsy Pecanins; Laboratorio vocal, Margie Bermejo (dos grandes artistas); Escenografía, vestuario y producción, Erika Gómez; iluminación, Rocío Carrillo; videoarte, Nayeli Torres.
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