Por Roberto Sosa/ Es un río que cruza la selva, por sus aguas el Stella Maris navega hacia El Porvenir, un yacimiento petrolero; lejos de la civilización la embarcación lleva como “mercancía” a Mina y Fifí, dos prostitutas contratadas para un burdel, para “entretener” a los trabajadores de El Porvenir. Al amanecer las dos mujeres encuentran un hermoso paisaje en el cielo y también una noticia inesperada: el barco navega sin tripulación.
La noche anterior “el negro” peleo por ellas y tiró por la borda al capitán y a los marineros; “el negro” está herido en su camarote y ellas navegan a la deriva, por las aguas de un río infestado de caimanes. A partir de este momento, deberán tomar el timón del barco… y de su destino. Al frente tienen un horizonte lleno de matices, sin embargo también podría estar cubierto de nubarrones.
De Emilio Carballido, Orinoco es un texto espléndido que nos transporta dentro del Stella Maris junto a Mina y Fifí para bordear por un río que simboliza nuestra existencia. El barco va sin rumbo y sin guía; el timón representa las decisiones y el rumbo que habremos de tomar en la vida. Mina y Fifí reflexionan y se preocupan, también bailan, cantan y ríen ante la adversidad, ante la incertidumbre; comportamiento propio del mexicano. Falta lo más hermoso todavía…
La producción (Agustín León) es relevante, cuenta con una inversión importante y se nota; la escenografía se diseñó con la proa de una embarcación, el frente del Stella Maris se pone de cara al público; la iluminación acentúa las escenas y resalta el perfil del navío, buen trabajo sin duda (Matías Gorlero y Félix Arroyo). El vestuario (Emilio Vega) destaca el físico y belleza de las protagonistas.
La dirección es de Guillermo Saldaña, el programa de mano menciona que estudió actuación en The Lee Strasberg Theater & Film Inst. Y cursos de dirección (no dice en donde), ambos en la ciudad de Nueva York. Quizá como actor le sirvió, como director me deja dudas. La obra de Emilio Carballido le queda grande –mi perspectiva- la aborda como si se tratará un programa de televisión –en donde ha participado activamente-, en tono de comedia, superflua, solo para entretener al público.
Las actuaciones son de Dalilah Polanco y Anaid Jiménez, con más participación en la televisión –Dalilah- y en cortometrajes –Anid-, pero con poca experiencia en teatro, se nota. Polanco está en tono de comedia –así se lo marcan- no se sale, no tiene altibajos; la actuación de Jiménez si los tiene, naufraga como el barco en donde viaja su personaje. No tienen el ritmo –mi opinión- que las tablas otorgan a quien pisa frecuentemente un escenario.
La obra de Carballido zozobra como el Stella Maris, carece de un capitán que la guie a un puerto seguro. Hacer buen teatro no se trata sólo de invertirle dinero –necesario sin duda-, hace falta talento en todas las líneas. Cuenta con un excelente texto y buena producción no así en la dirección y las actuaciones.
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