Por Luis Santillán/ Moammar Yacantiuh hace la dramaturgia y dirección de Momotaro. La línea anecdótica toma uno de los personajes más tradicionales de Japón. La puesta en escena trabaja con distintas técnicas tanto de manipulación de objetos, de títere, de sombras, de máscaras; la suma de todo permite crear un universo donde el relato se desarrolla sin contratiempos.
La propuesta es interesante, pero da la impresión de ser inacabada, sobre todo en la exploración que realiza la compañía. Momotaro es creado por 3 actrices (Aída del Río, Mariana UrÍas y Azucena Acevedo), hay una distribución de los momentos de tal manera que cada una puede desarrollar situaciones, la escala de Momotaro cambia para acentuar partes de la anécdota.
La activación del títere trabaja sobre la modalidad donde el manipulador no queda anulado, por el contrario, la gestualidad de las actrices es importante para los estados del personaje, la energía de ellas, así como la gama emotiva que desarrollan genera que pase a segundo plano al títere, y no como parte de la propuesta.
Es clara la dirección sobre la que apuesta Yacantiuh en cuanto a cómo se integran tanto el títere como las actrices, sin embargo, la exploración parece estar a medio camino, en tanto que el equilibrio entre el objeto como las ejecutantes no se logra.
Algo similar ocurre en cuanto a los demás personajes que acompañan el relato, el trabajo corporal de Montserrat Simó, Rarámuri Palacios e Isaac Weisselberg es bueno, explotan las características de los animales que interpretan, pero los objetos incluso llegan a estorbar, aspecto problemático dado que los mismos son los personajes. En ese sentido es dónde se siente inacabada la propuesta: el trabajo del reparto es bueno en tanto la encarnación de los personajes, aun cuando la manipulación de los elementos no es mala, pocos son los momentos donde éstos adquieren la fuerza necesaria para dar la sensación de “vida”, quedan como elemento de atrezzo.
Hay una motivación poderosa para esta puesta en escena, la guerra como el mayor monstruo, sin embargo, no logra tener la contundencia necesaria para que el relato alcance la emotividad que buscan. El relato queda en un plano de suficiencia en tanto que es limpio, pero hay una prisa por cumplir la estructura del recorrido del héroe que entorpece el ritmo que permita una conexión emotiva.
El recurso de la narradora tiene la posibilidad de ser más decisivo en tanto quién es la narradora, pero esa posibilidad no se desarrolla, da la sensación de timidez.
Momotaro es una propuesta que conforme recorra su camino adquirirá fuerza, la relación con el público le permitirá al equipo distinguir las debilidades y fortalezas de su propuesta y, eventualmente, hacer que esta puesta en escena desarrolle la fuerza que posee.
Momotaro se presenta en Casa Actum, sábados a las 13:30 horas.
No dejes de recibir en tu correo, Facebook o Twitter toda la información y los estrenos de las obras de teatro de la Ciudad de México.