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La intimidad de una familia: Fuck Lear



fuck_lear_notaPor Enrique Saavedra/ Más de un tema fundamental de la especie humana se reúne en Rey Lear, probablemente el punto más alto del teatro de Shakespeare. Es la gran obra sobre la vejez, pero también sobre la locura, la ceguera, la caída del poder y, por supuesto, sobre la relación entre padres e hijos y el relevo de las generaciones. Si bien habla de reinos, herencias monárquicas y batallas épicas, Rey Lear es la gran obra de la intimidad de una familia. Y esto lo sabe muy bien el equipo que deconstruye la tragedia para construir el monólogo Fuck Lear.

El personaje elegido es Cordelia, la hija desterrada por ser incapaz de elevar su corazón hasta sus labios y colmar de elogios a su padre, el Rey de Bretaña. Un año después de la muerte del monarca, Cordelia es reina y también cautiva. Desde el encierro, la joven se confronta consigo misma a partir de la evocación de ese hombre que para todos era el rey, pero para ella simple y llanamente un papá. Una figura de poder, autoridad y temor que ella juzga y, lo sabe, a la vez emula y asume.

Haciendo uso de un exquisito lenguaje que parece resumir todas las épocas, Miguel del Castillo y Tania Jessica Vázquez componen una dramaturgia sólida, plena de palabras que avasallan, que llevan la misma fuerza que la tormenta que enloqueció a Lear y el silencio que está desquiciando a Cordelia, cuya mente aturdida se refleja en un televisor que proyecta la imagen del Rey y, en uno de los momentos más efectivos del montaje, el de las hermanas Goneril y Reagan, a quienes se antoja ver sobre la escena y no en pantalla.

El peso y valía de este montaje, dirigido por el propio Del Castillo, recae en Hebzoariba Hernández, quien desde una silla de madera consigue nuestra atención y deleite gracias al espléndido manejo de voz y cuerpo. Su desempeño es tan justo, que precisamente lo más reprochable es que se le ponga a competir, mientras nos habla, con ese distractor tan peligroso que son las imágenes de la televisión, las cuales lejos de aportar algo, nos impiden seguir por momentos al personaje y a la actriz.

Iniciativa de jóvenes hacedores, el monólogo está bien apoyado por figuras del teatro como Ángel Ancona en el espacio escénico –aunque no está del todo aprovechado– y Fidel Monroy en la asesoría vocal. Éste último, junto con la iluminación de Aris Pretelin, son los mejores aliados del trabajo de los dramaturgos y la actriz. En video, David Hevia anticipa lo que podría ser un perturbador Rey, mientras que Yael Rodríguez y Myrna Moguel son una delicia que debería disfrutarse en vivo.

Si tanto nos jactamos de que Shakespeare sigue siendo nuestro contemporáneo, qué mejor que atender las propuestas que surgen de la inquietud de los más jóvenes, de los hijos de los hijos de los hijos de ese padre eterno que es tan nuestro, nuestro Lear.

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