Por Óscar Ramírez Maldonado, entrevistas de Gina Fierro / Según decía Miguel de Cervantes Saavedra, “al bien hacer jamás le falta premio”. En la escena teatral mexicana, el mes de marzo es el mes de las premiaciones que, al menos en el papel, buscan reconocer este bien hacer. La Asociación de Periodistas Tatrales (APT), presidida por Benjamín Bernal, y la Agrupación de Críticos y Periodistas de Teatro (ACPT), encabezada por Gustavo Suárez, cada una por su lado, son las asociaciones que realizan una premiación cada año a lo mejor del teatro. La APT surge en el año de 1982 por iniciativa de Emmanuel Haro Villa, mientras que la ACPT es una escisión de la primera.
Consultado por Cartelera de Teatro, Daniel Gómez Casanova, productor de obras como Aeroplanos y Un Picasso, señala que estos eventos se realizan con un gran esfuerzo y con muy pocos recursos. “Siendo los únicos premios de teatro que existen en una ciudad con una cartelera importantísima”.
En este sentido, el productor Sergio Gabriel rescata el hecho de que se trate de dos asociaciones que llevan toda la vida dedicadas al teatro, “tanto a Gustavo Suárez Ojeda como a Benjamín Bernal los respeto mucho por su amor desinteresado al teatro”. Sin embargo, el productor de Made in México y Mamá por siempre reconoce que ninguno de los dos eventos logra cohesionar a la comunidad teatral. “Creo que desgraciadamente no todos los que hacemos y amamos el teatro apoyamos estas entregas y por eso no tienen la difusión que deberían”, puntualizó.
La historia de las entregas de premios al teatro en México se remonta a 1938. En aquel año se reúne un grupo de cronistas que, según señala el crítico Benjamín Bernal en un ensayo publicado en 2003, tuvieron la idea de premiar a lo mejor del teatro. Casi 10 años antes de que en Nueva York arrancaran los célebres premios Tony.
Este grupo, nacido el 8 de enero de 1938, fue bautizado como Asociación de Cronistas de Espectáculos Teatrales y Musicales y estuvo conformado por “Francisco Monterde, cronista teatral de El Universal; Jerónimo Baqueiro Fóster, cronista musical de Excélsior; Armando de María y Campos, cronista teatral de Hoy y de XEFO Radio Nacional; Xavier Villaurrutia, cronista teatral de Todo; Salomón Kahan, cronista musical de El Universal Gráfico; Ramón García, cronista de El Redondel; José María Estevez, cronista musical de La Afición; José F. Elizondo, cronista teatral de Excélsior; Manuel Horta, director de Jueves de Excélsior; Alfonso de Icaza, codirector de El Redondel; Víctor Reyes, cronista teatral y musical de El Ilustrado; y José Barros Sierra, director de la Revista Musical del Aire de XEXE Radio Universidad Nacional” (María y Campos, Armando, “La Asociación de Cronistas de Espectáculos Teatrales y Musicales y el presidente Cárdenas o lo que va de ayer a hoy”, Novedades, 25 noviembre 1952). La Asociación, en 1942, se fusionó con otras agrupaciones, dando origen a la Unión de Cronistas de Teatro y Música.
Después aparecerían la Asociación Mexicana de Críticos de Teatro, la cual tiene más de 60 años de existencia y por muchos años fue dirigida por Rafael Solana, actualmente está a cargo de Tomás Urtusástegui y permanece inactiva. De una división “amistosa” en el seno de esta asociación surgiría la Unión de Críticos y Cronistas de Teatro, que presidió Ana Ofelia Bello hasta su muerte. Algunas otras agrupaciones y premios surgirían con el paso de los años.
Entre 1982 y el año 2010, coexistieron 4 premiaciones: la de la Unión de Críticos y Cronistas de Teatro, que desapareció hace unos 15 años; la de la Asociación Mexicana de Críticos de Teatro, que desde hace unos seis años permanece inactiva; y las dos ya mencionadas que todavía existen (APT y ACPT).
Además de estos dos eventos, dedicados en exclusiva al teatro, existen otros que tienen un apartado dedicado a las artes escénicas, como los Premios Arlequín (que nacieran como una fiesta de disfraces) y los Premios Lunas del Auditorio Nacional con su apartado para teatro musical. En años más recientes han aparecido algunos premios convocados a través de las redes sociales y otros medios digitales, entre los más recientes #SinCortesías.
Benjamín Bernal, en entrevista, nos explica que la premiación que realiza la APT busca “ser la conciencia histórica” del quehacer teatral. Para el presidente de la APT, la ceremonia de premiación hace convivir a teatristas nuevos, con otros más viejos y con los famoso: “ Mezclamos el teatro de foros pequeños, gente que arriesga el dinero de su bolsa, los que recurren a subsidios estatales, las grandes corporaciones, todo esto a mí me parece que realmente es constancia histórica”, señala.
Sin embargo, el periodista acepta que el principal problema que enfrentan cada año es la falta de recursos, “nosotros trabajamos con un lema, que es pedir para dar”, puntualiza. “Todo esto es gratis y lo vamos resolviendo. Cuando nos excedemos en gastos pues perdemos ese dinero y lo cooperamos con gusto los socios de este grupo. Digamos que eso es lo principal”, explica Bernal.
La APT, nos explica su presidente, está compuesta por alrededor de “15 (socios) fijos y 5 o 10 que entran, se aburren, se van”. La incorporación de nuevos miembros a la organización que “tengan interés en estudiar” y “ver alrededor de las 500, 600, 700, 800 obras que hay en el DF, en la Ciudad de México” es otra de sus preocupaciones. “En mi caso veo más de 120 a 150 obras por año […] en varias juntas que hay al año hacemos una evaluación y las publicamos en nuestro medio”.
Según Bernal, la APT está interesada en integrar jóvenes que principalmente se desarrollen en el ámbito digital, “porque en tanto los periódicos y las revistas están viendo decrecer su tiraje, el aumento es exponencial en Internet”, y continúa, “tenemos que reconocer esta realidad […] Las redes sociales tienen mucho peso a la hora de la taquilla. A la hora de analizar por qué va la gente a la taquilla, se ve que Internet pesa”.
Hacia el futuro, señala el periodista del Sol de México, los premios de la APT buscan siempre mejorar y entrar a plataformas digitales, tener “más producción, más planeación, queríamos tener el video en YouTube de la premiación completito y ya lo logramos. Ya tenemos el año 2015 y el 2014, y estamos a punto de subir el que acaba de realizarse en el 2016”.
En la historia de los premios en México los grandes ausentes son los creadores y productores de teatro. Sobre este tema, Daniel Gómez Casanova apunta que en una premiación sería importante, que los jurados estuvieran “formados por muchos miembros de diferentes ámbitos relacionados con el teatro”.
Para Itari Marta, actriz y directora teatral, las premiaciones existentes pudieran estar un poco sesgadas al no considerar todo el panorama teatral, pues “es difícil ver todo el teatro que se hace en México” y para lograrlo “se necesita una maquinaria más grande”.
La también directora del Foro Shakespeare agregó que en parte la falta de alcance de las premiaciones se debe a que están poco profesionalizadas. Esta falta de profesionalización se debe tanto a la falta de una visión completa de las producciones teatrales, como a “la presentación, por cómo se llevan a cabo, y una serie de características que rodean la noche de la premiación”.
Juan Meliá, coordinador Nacional de Teatro del INBA, nos dice en entrevista que el análisis de los premios debe partir de por qué se dan y quién los da, y cómo es difundida la información. En este sentido, apunta, “me gustaría ubicar no solamente las premiaciones como forma de reflexión, sino todo aquello que nos hace reflexionar, nos hace aplaudir o acordarnos de por qué es importante lo teatral”.
Meliá compara los procesos de premiación con el proceso realizado para la pasada Muestra Nacional de Teatro y la manera en que la elaboración de su convocatoria aumentó su credibilidad y pertinencia hacia la comunidad. Para lograr esto, nos dice, se realizó una revisión de los premios que en otros países se realizan.
En este sentido, el titular de la Coordinación Nacional de Teatro consideró que “lo que es interesante ver es cómo construyen este proceso, y creo que ahí es donde se podría crecer muchísimo. Por lo menos bajo mi criterio, creo que es importantísimo que suceda, aplaudo lo que sucede en los diferentes formatos, pero creo que podemos crecer muchísimo como comunidad en relación a hacer algo más grande. No quiero ni catalogarlo mejor o peor, no quiero ponerle un calificativo, creo que sería importante revisar qué sucede en Francia con los Molière, qué sucede en Uruguay con los Florencio, qué sucede en España con los Max, este proceso nos ayudaría a tener un parámetro que creo que ahora no tenemos”.
El brillo y el glamour de Broadway
En la meca del teatro de los Estados Unidos, con sus luces, la música y el baile, cada año se realiza en junio la gran fiesta del teatro en Broadway: los Premios Tony. Estos reconocimientos, bautizados en honor de Antoinette Perry (actriz, directora, productora, y activista en tiempos de guerra) son organizados por La American Theatre Wing y por la Broadway League (la Asociación Nacional de Comercio de Broadway con más de 700 miembros).
La primera entrega de estos premios tiene su origen en 1947, cuando la American Theatre Wing decidió establecer un premio que celebrara la excelencia del teatro. Sin embargo, esta asociación tiene su origen previo al ingreso de los Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial, en 1917. Con la inminente entrada de los Estados Unidos al conflicto, un grupo de 7 mujeres de teatro decidió organizarse para dar apoyo y ayuda durante la guerra; en 1940 con una nueva guerra en puerta, dicha organización retomó sus actividades, encabezada en esa ocasión por Rachel Crothers y Antoinette Perry, tomando el nombre de American Theatre Wing.
Sin embargo, una vez culminada la Segunda Guerra Mundial, la organización no se disolvió y decidió dedicar sus esfuerzos para el bienestar del teatro en sí mismo y poner al teatro al servicio de la comunidad.
La organización de los premios Tony está supervisada por un Comité de Administración, compuesto por 24 miembros: 10 designados por la Theatre Wing, 10 por la Broadway League y cuatro más designados cada uno por el Gremio de Dramaturgos, la Asociación de Equidad de Actores (Actors’ Equity Association), la Unión de Artistas Escénicos (United Scenic Artists) y la Sociedad de Directores de Escena y Coreógrafos (Society of Stage Directors and Choreographers). Una de las labores principales de este comité es revisar los reglamentos del premio y determinar la elegibilidad de los nominados en las categorías del premio.
Independiente a este Comité, los Premios Tony cuentan con un Comité de Nominaciones, integrado por entre 15 y 50 personas que decide a los ganadores. El funcionamiento de este organismo colegiado está regulado en el apartado 5 de las Reglas y Regulaciones de la temporada 2015-2016 de la American Theatre Wing.
La entrega de premios es en sí misma un espectáculo. Si bien el año pasado registró una audicencia televisiva menor de lo esperada, aproximadamente unos 6 millones 35 mil personas en total frente a los 7,05 millones de personas que la vieron en el 2014, el evento sigue siendo piedra angular de la difusión del teatro en la ciudad de Nueva York.
El cambio en los medios de comunicación, plataformas de difusión y la segmentación de públicos ha afectado la cantidad de personas que sintonizan por televisión el evento, según cifras del sitio de Internet statista.com, de 1974 a 2015 el número de audiencia paso de 20 millones a 6,35 millones. A pesar de esta baja en los televidentes, la CBS asegura que año con año el tráfico en su sitio, en lo que respecta para los contenidos de los Premios Tony, registra incrementos de dos dígitos, tanto en usuarios como en visitantes únicos. (Kissell, Rick, “Tony Awards Flirt With Record Lows Opposite Big NBA Finals”, Variety, 8 de junio 2015)
En este sentido, Lee Seymour, en la revista Forbes, escribe que si bien no toda la gente que va al teatro ve la entrega de los Tonys, el evento sigue valiendo millones. Según el artículo de Seymour, un nuevo estudio realizado por la compañía Arts & Analytics encontró que de las 7,3 millones de personas que vieron la premiación en el 2014, unos 5,2 millones fueron potenciales compradores de boletos y de estos, 1,9 millones estuvieron inclinados a asistir a una función de las obras en gira.
El costo de la entrada a una obra en gira es más bajo que en Broadway, 63.60 dólares frente a 103 que cuesta ver la misma producción en Nueva York. Sin embargo, la Broadway League estima que por cada dólar de taquilla en las giras se inyectan 3.40 dólares adicionales a la economía local. El impacto económico total de la premiación, señala el artículo, fue de unos 421,65 millones de dólares. (Seymour, Lee, “Most Theatergoers Don’t Watch The Tonys – But Awards Are Still Worth Millions”, Forbes, 15 de enero 2016)
“Este número podría parecer pequeño si se compara con el valor total de uno de estas giras, que según las cifras disponibles de la temporada pasada (2012-2013) fue de 3,214 millones de dólares. Pero un 13.11% sigue siendo una significativa rebanada del pastel. En solamente una noche de junio, Broadway genera más de una octava parte de su valor total a nivel nacional”, puntualiza Seymour. De hecho, la encuesta en cuestión no tomó en cuenta a los turistas que ven los shows en Nueva York, ni tampoco los efectos de la premiación en la ciudad.
El otro premio más reconocido para el teatro en Nueva York son los Drama Desk, en los cuales compiten entre sí y son premiadas producciones de Broadway, Off-Broadway y Off-off Broadway. Este reconocimiento se entrega desde 1949 y lo otorgan críticos de teatro, editores y reporteros; la organización fue creada con el fin de “educar a la comunidad en temas vitales sobre el teatro”. Para el año de 1974, la Drama Desk se transformó en una organización sin fines de lucro y todo su panel administrativo y el comité de nominaciones realizan su labor como voluntarios. Una vez que se designan a los nominados, todos los miembros de la organización votan para elegir a los ganadores.
Premios Olivier, los premios de la industria y el público para lo mejor del teatro en Londres
En 1976 la Sociedad de los Premios de Teatro de West End (ahora llamada Sociedad de Teatro de Londres o por sus siglas en inglés SOLT) realizó la primera entrega de sus premios, en aquella ocasión, en el Café Royal, se entregaron 12 reconocimientos. Para el año siguiente se incluyeron 16 caterogías y se dieron premios al ballet y la ópera también. Fue en el año de 1979 cuando Lawrence Olivier recibió un premio como reconocimiento a su contribución al teatro en Londres, y para 1984 el actor accedió a que su nombre se asociara con los premios, los cuales adoptaron el nombre con el cual actualmente se les conoce: Premios Olivier.
Desde el principio estos premios han tenido una relación con la cadena BBC, la cual los transmite. Hasta 2012 su sede había sido itinerante, igual se entregaban en teatros que en salones de fiesta; sin embargo, en este año se establece como sede fija del evento la Royal Opera House en Covent Garden.
En 2011, la Sociedad de Teatro de Londres estableció un acuerdo con Master Card con el fin de devolver a esta ceremonia su categoría de evento teatral más importante dentro del calendario cultural del Reino Unido, reviviendo una alfombra roja llena de glamour, estrellas del teatro y del espectáculo.
Los premios son otorgados por cuatro paneles (Teatro, Ópera, Danza y Afiliados), los cuales están integrados por una mezcla de personajes de la industria, luminarias del teatro y miembros del público. En el sitio de internet de los premios se explica que los panelistas “son escogidos por su conocimiento del mundo del teatro, opera y danza, y son miembros de varias profesiones incluyendo periodistas, directores de casting, administradores de arte y editores. Son escogidos por el jefe ejecutivo de la SOLT siguiendo el consejo de la Oficina de Premios de la SOLT y asesores externos”.
Para escoger al público que fungirá como juez, la sociedad cada año lanza una invitación en la cual se les invita a enviar una reseña de algún evento y presentarse a entrevistas con el jefe ejecutivo de la sociedad y con la oficina de premios.
Al final del periodo de evaluación, los panelistas afiliados, de danza y de ópera seleccionan los espectáculos que consideran que merecen el premio y votan por un ganador. Para los premios de teatro el procedimiento consta de dos etapas. En la primera se crea una lista extensa que se envía a todos los miembros de la SOLT, quienes votan por sus favoritos, después de lo cual sus votos son recolectados con los de los panelistas para generar una lista abreviada. En la segunda etapa la lista abreviada se vota por los panelistas y los miembros de la SOLT, para obtener así un ganador en cada categoría.
Los ganadores se guardan en secreto y solamente son conocidos por el presidente de la Sociedad de Teatro de Londres, la Oficina de Premios y por el grabador de las estatuillas, hasta que son dados a conocer durante la ceremonia de premiación.
Premios Max, el reconocimento itinerante
En España, desde 1998, la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) entregan los Premios Max de las Artes Escénicas para lo más destacado de cada año. Con 19 categorías y una sede itinerante en alguna ciudad de la península Ibérica, este premio reconoce a creadores, productores e intérpretes. Entre sus objetivos está el dar una “máxima difusión” a los trabajos más destacados de la temporada anterior e implicar a la sociedad con el sector profesional y los agentes culturales públicos y privados.
La Fundación de la SGAE designa a un Comité Organizador de los premios que es el órgano ejecutivo de los mismos, el cual establece el reglamento para cada edición y supervisa que éste sea cumplido. Los nominados, finalistas y ganadores se eligen por diferentes jurados, y tres premios especiales son otorgados directamente por el Comité Organizador.
En una frase previa y tres de selección (candidatos, finalistas y ganadores), se realiza el proceso de la premiación. Los candidatos son elegidos por tres comisiones territoriales (Madrid, Cataluña y Comunidades Autónomas), después son seleccionados los finalistas por un jurado llamado de finalistas y los ganadores por un jurado de ganadores. Todos estos organismos, señala la SGAE, están “integrados por profesionales de diferentes especialidades”.
Juan Meliá, nos habla sobre los premios Max, y señala que ha estado presente durante una premiación, “te puedo decir que tienen primero una credibilidad grande hacia medios de comunicación”. En este sentido, los premios Max tienen una repercusión en medios porque son transmitidos por televisión a nivel nacional, explica el titular de la Coordinación Nacional de Teatro del INBA.
“Esa sociedad de autores convoca especialistas, no lo deciden ellos, convoca especialistas y esos especialistas modifican las categorías y han puesto en la mesa qué categorías deberían existir, se han preguntado qué poner, qué premiar, qué aplaudir”. En estos premios, señala, se entrega una estatuilla -que son las mismas todos los años-, la cual está vinculada al “festejo y a la visibilidad de la disciplina que sí le permite cierto glamour, diría yo”.
Los pendientes y rezagos en México
Al leer y revisar las crónicas, reseñas y documentos digitalizados en el proyecto resenahistoricateatromexico2021.net, el denominador común es la función que en un inicio los premios jugaban en el teatro mexicano. Los reconocimientos servían al espectador como referencia y guía sobre los montajes en la cartelera teatral.
Sin embargo, actualmente, según Itari Marta, el déficit de los premios es que efectivamente tengan una razón de ser, “que sirvan para algo”. En este sentido, agrega, son premios que “nadie respeta, porque no tienen ninguna trascendencia”. Entre las causas de esto, apuntó, está la división entre las asociaciones que organizan los premios y la falta de profesionalización.
Sobre este tema coincide el dramaturgo y director David Gaitán, quien en entrevista con Cartelera de Teatro señala que para el teatro que no tiene un corte comercial, estos premios “no hacen ninguna diferencia en cuanto a más espectadores o a oportunidades laborales, o ni siquiera reconocimiento de la comunidad. Se convierte en una especie de, insisto, en este círculo, un exotismo particular”. Por esta razón, “no son un sistema de validación, al menos al interior de la comunidad, que sea eficaz y sobre todo porque no lo es para el espectador tampoco”.
Particularmente en el círculo del teatro no comercial, explicó, existen otra formas de “validación más significativas”, como son las becas, la Muestra Nacional de Teatro, ciertos circuitos de programación y las invitaciones a ciertos festivales de teatro.
Para Paola Izquierdo, actriz y creadora escénica, los premios APT mantienen un perfil que podría calificarse como “premios de teatro para la gente de televisión”, mientras que los ACPT – a pesar de tener un perfil más plural- se enfocan también más hacia lo comercial, “es notorio que cubren mucho más el teatro comercial. Por ejemplo, Wenses y Lala, fue originalmente una obra independiente y ahora ha adoptado un formato comercial, y es cuando se hace visible para ellos”.
Izquierdo destacó que otros premios que este año supe de sus nominaciones fueron los de #SinCortesías, “esas me parecieron menos serias aún”, sentencia. Con esta visión coincidió Itari Marta, quien cuestionó el hecho de que dentro de los nominados se encontraran algunos de los jurados, “no se puede ser juez y parte”, señaló.
Al respecto, el dramaturgo Ro Banda -creador junto con Enrique Saavedra de Sin Cortesías- al ser consultado por Cartelera de Teatro señaló que las premiaciones siempre desatan críticas y molestias, “porque tampoco estamos acostumbrados a reconocer el trabajo”. Esta falta de reconocimiento, dijo, se traduce en que dentro del medio teatral se da la postura de “yo te vi, no me gustó, pero me callo la boca”, o “te vi, me gustó, pero me callo la boca”.
Sobre este particular, Banda agrega que precisamente Sin Cortesías nació por la “necesidad de hablarle a la gente que nos encontramos todo el tiempo en el teatro, o que sabemos o leemos que están todo el tiempo en activo”. “Cuando se propuso hacer esta especie de premiación, que en realidad no es una premiación porque no tiene premios ni trofeo”, lo que se buscó fue crear una dinámica y una empatía con este ejercicio en el cual los “involucrados se involucran más y juegan con nosotros”, nos explica. Finalmente, apunta, un ejercicio de estas características permite que quienes participan en él “te terminan hablando de esas obras que generaron ese ‘boca en boca’, o que generaron ese ruido”.
Asimismo, puntualiza, las criticas resultan curiosas, pues el año pasado cuando se realizó el podcast realizando el mismo ejercicio hubo menos repercusión y no hubieron las mismas críticas, “eso es bueno en el sentido de que ahora resonamos más o resuena más”. “Las críticas que existen ahora son de una persona anónima, son directamente de la página de Me paso de gata”.
Todas estas circunstancias hacen, según considera Itari Marta, que los medios de comunicación tampoco estén interesados en difundir estos premios teatrales. “Me parece que la función de unos premios, en todo caso, sería difundir el valor de ese trabajo para que los espectadores comunes y corrientes le den valor a eso y digan ‘ok, yo voy a ir a ver esa obra que fue premiada’. Pero el déficit es que es poco profesionalizado, tanto la selección como el evento, luego entonces es poco difundido y no cumple con la función que tienen los Tonys, por ejemplo, que es el difundir el trabajo para que el público acuda a verlos […] Por lo tanto, no hay un motivo real de por qué existir de esos premios”, advirtió.
Con esta percepción de visibilizar el trabajo escénico coincide Paola Izquierdo, quien apunta que “el objetivo (de unos premios) es de promoción. Me parece que hay grandes trabajos que merecen mayor visibilidad. Quizá un premio posibilitaría esto a una compañía pequeña. Pero no sé, nunca he sabido si hay algún impacto medible de estas premiaciones”.
David Gaitán considera que “la única intención válida (para unos premios), no la única posible, pero sí la más valiosa, la más potencialmente valiosa creo que sería poderle dar a los espectadores un criterio de validación que es algo que el espectador busca todo el tiempo”. En este sentido, abundó, “si se logra tener una incidencia en la realidad contundente, entonces creo que sería significativo. Es decir, una comunicación eficaz a los espectadores, para que los espectadores sepan que esta obra fue considerada por un grupo de expertos”. De lo contrario, sentenció, “se convierte, digamos, en una especie de fiesta privada”.
“Los premios no abarcan todos los géneros y evidentemente no se incluye a todos los creadores”, lo cual es normal, pues si no no sería una premiación, ni una selección, ni una nominación, consideró Gaitán. Sin embargo, advirtió, “lo que creo que hay que cuestionar es el rigor en esa elección. Es un punto al cual se tiene poco acceso, y tenemos que intuir qué tan riguroso, qué tan poco rigurosa es su elección”. Según el dramaturgo, las nominaciones dentro de las premiaciones son un tema que va en contra del prestigio de las mismas. “Parece que entonces el objetivo es, en efecto, que hay que palomear una serie de personas que socialmente merecen ser premiadas, o que a veces el premio le da visibilidad a la asociación, no necesariamente al artista”, explicó.
Juan Melía, al respecto, considera: “Yo no creo que hoy en día en nuestro país, el teatro mexicano se haga para ganar uno de los premios hoy existentes, uno de esos premios. No creo que nazca una obra con la idea de quiero ganar el premio de, las razones son mucho más profundas”.
Sobre los premios que existen, el funcionario cultural apunta que “falta información y creo que a todo el mundo ayudaría, creo que le ayudaría a una obra que se produce en Veracruz saber si puede optar a unos premios o no. Falta información para saber qué obras están siendo consideradas o no, esa es la parte de cómo construyes, qué reglas utilizas, quién te va a juzgar, esa parte a mí no me queda tan clara y estoy seguro que a la comunidad tampoco y ayudaría, sin poner en tela de juicio lo que existe, creo que es importantísimo que exista, creo que han hecho esfuerzos muy importantes para que exista y que un proceso de crecimiento de los premios, de los existentes o los que surjan, siempre deben estar en la base de saber cómo se construyen y por qué se dan”.
Esta falta de diálogo con el público hace parecer que “nos estamos dando coba entre nosotros, y ni siquiera entre nosotros”, ya que son los periodistas quienes entregan estos premios, advierte Itari Marta. Lo que se necesitaría para contar con unos premios de mayor alcance, señala, es, “por un lado, que los creadores queramos hacer industria. Los productores tendríamos que hacer temporadas más largas para que realmente unos premios tuvieran sentido […] y entonces el público acuda a las salas, insisto, para profesionalizar el teatro y para convertirla en una actividad económica”.
El teatro en México, más que nunca, necesitaría generar un instrumento que le permita crear una industria cultural a su alrededor. En Broadway, en 2015, las productoras generaron ingresos totales en taquilla por 1,365 millones de dólares, y generaron para la economía neoyorkina casi 12 mil millones de dólares.
En nuestro país no existen cifras claras respecto a lo que el teatro genera, sin embargo, podemos darnos una idea al comparar los números de Wicked durante el 2014 en Broadway y en la Ciudad de México. Según datos dados a conocer por su productor en México, Morris Gilbert, Wicked (estrenada en México en octubre de 2013) logró meter al teatro durante su temporada en ese año a un total de 350 mil personas, la misma obra en Nueva York (que estrenó en octubre de 2003) durante 2014 fue vista por un total de 759,617 personas, según cifras de la Broadway League.
La ocupación promedio, tomando en cuenta que Wicked en México se presentó en el Teatro Telcel que cuenta con 1,400 localidades y tuvo 500 funciones, fue del 50% del aforo de la sala. La misma obra en Nueva york, durante los 13 años que lleva en cartelera, ha mantenido entradas cercanas al 100% en un teatro de más de 1,900 localidades.
Los datos son más alarmantes cuando consultamos la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumos Culturales 2010. Ésta señala que apenas el 31.3% de los mexicanos ha ido alguna vez al Teatro. De ésto, solamente un 10% de los consultados asistieron a ver dos obras o más durante el lapso de un año.
Las Propuestas
Daniel Gómez Casanova (Productor)
- “Debería de haber una división de categorías en teatro comercial, o de gran presupuesto, y otras de teatro independiente, para que ambos tipos de teatro sean reconocidos”.
- “El objetivo de cualquier premiación de teatro debería ser reconocer a los mejores exponentes para que exista otra ventana para que el público conozca las obras”.
David Gaitán (Dramaturgo, director y actor)
- “Si se hicieran unos premios con un jurado, digamos aceptado o se convocara a un gran grupo de personas que hicieran una votación a la cual todo el mundo se comprometiera a participar, y después esos premios tuvieran alguna implicación en la realidad, alguna plataforma de comunicación sólida, como podrían ser más funciones a partir de otorgar ese premio, y por lo tanto una vía laboral real, creo que entonces podría ser significativo”.
Itari Marta (Actriz y directora)
- “Tendría que haber más diversidad de quiénes son ese jurado […] un jurado mucho más plural, de muchas otras áreas de la cultura, no sólo periodistas, sino los mismos actores tal vez, directores […] un jurado de más de 10 personas, para que efectivamente haya un poco de variedad”.
- “Me preguntaste ahorita, ‘¿Invitarías a la gente?’, sí, pues claro. El objetivo es acercar a la gente al teatro. A que paguen su boleto y que se sientan igual que si estuvieran hablando con un actor de tele o de cine”.
- “Una premiación para mí sería: mucho más grande, obviamente en un lugar tal vez más, ¿cómo decirlo? No sé, en Bellas Artes, ¿por qué no? Como en Bellas Artes, en un lugar que pese”.
Juan Meliá (Titular de la Coordinación Nacional de Teatro del INBA)
- “… lo que creo es que se necesita poder juzgar, criticar y poder saber por qué razones se dan y también deberías ser totalmente inclusivo con las diferentes formas de hacer teatro que hay en el país”.
- “… hay muchas cosas que se podrían hacer, si pensamos en el sistema de lo teatral hay muchos jugadores, hay un constructor de escenografía, un fotógrafo de teatro, un crítico de teatro, una editorial de teatro, hay muchos actores que conforman la real forma de atracción del teatro nacional y se tendría que pensar en todo ese paquete, sería muy interesante”.
Paola Izquierdo (Actriz, productora y creadora escénica)
- “Una propuesta podría ser […] que las puestas en escena puedan “inscribirse” para que las vayan a ver y puedan ser consideradas en las premiaciones […] Quizá para esta “inscripción” podría haber criterios. No sé, determinados espacios o cierto monto de producción. Así, al menos uno sabe desde el principio si califica o no en los criterios”.
- “Que sea claro que existen criterios con los que se filtran qué obras se cubren y se pueden nominar y cuáles no. Creo que se ganaría en credibilidad”.
- “Habría que atender a las reacciones del público”.
Sergio Gabriel (Productor)
- “Sería ideal tener unos premios de teatro, donde hubiera criterios lógicos, un comité que sepa poner a competir lo que debe competir con lo que debe competir. Hacer categorías lógicas y un jurado que no fuera ni del todo comercial, ni completamente del off, ni completamente cultural, sino que esté integrado por diferentes categorías, gente de todos los ámbitos, con la fuerza de ustedes en Internet, donde el público que haya ido a la función también opine y sería una gran entrega de premios que todos esperaríamos con ansias”.
Me encanto esta recopilación de ideas y opiniones, felicidades por este trabajo.