Por Gina Fierro/ Una vez más, el director Salvador Garcini nos muestra cómo a partir de historias “aparentemente” simples, se generan grandes experiencias. Apoyado en un equipo de gran trayectoria conformado por Julissa, Norma Herrera, Helena Rojo y Benny Ibarra, Garcini toma el texto de Iván Menchell para convertirlo en una pieza realmente conmovedora. Al elenco se suman las actrices Elizabeth Guindi y Lucero Lander, quienes alternan con Norma Herrera el papel de “Doris”.
Las muchachas del club es un montaje que estrenó en México en 1999 con Ofelia Guilmáin, Magda Guzmán, María Victoria y Luis Gimeno en el elenco y que en este regreso, propone ser una versión diferente, enriquecida con la experiencia escénica irrebatible de cada uno de los actores. Durante su temporada de estreno en el Teatro Libanés, la puesta en escena contó con la participación del actor Eric del Castillo en el papel de “Samuel”, interpretado actualmente por el actor, cantante y productor Benny Ibarra.
A través de temas como la muerte, la amistad y las relaciones de pareja, la obra indaga en aquello que la edad y la pérdida de una pareja dejan en la vida de una persona. Bajo la producción de Daniel Gómez Casanova, la trama se desarrolla dentro de la casa de “Aída”; mientras que el aparato escénico es diseñado por Víctor Hugo Padilla.
Aída (Helena Rojo), Lucía (Julissa) y Doris (Norma Herrera) son tres mujeres mayores que, en distintos momentos, sufrieron la muerte de sus esposos y, como las grandes amigas que son, han decidido que juntas visitarán las tumbas de los difuntos a manera de rutina. A esta costumbre se incluye Samuel, un hombre mayor que igualmente vivió la pérdida de su pareja y que en sus visitas al cementerio, se involucra con este club de viudas, en el que encuentra un nuevo giro a su vida.
La desesperanza de la edad, la ilusión de conocer a alguien y la culpa de traicionar a quien ya se fue son sentimientos que inquietan a estos cuatro personajes, ¿enamorarse o seguir visitando la tumba de quien ya murió? La historia plasma una interesante lucha entre la vida y la muerte que enfrentan algunas personas al no querer desprenderse de sus difuntos y, que a partir de su ausencia, determinan lo que están dispuestos a hacer y lo que no. El temor a la edad también es un aspecto importante dentro de estos personajes, el cual se ve aminorado por el lazo de fortaleza que la amistad ha formado en sus vidas.
La personalidad de cada viuda sin duda llena de contrastes la trama, por un lado resalta la espontaneidad y la jovialidad de Lucía, por otro, la fidelidad inquebrantable de Doris, mientras que, Aída se llena de esperanza en búsqueda de un nuevo sentimiento. Con estas particularidades, la obra transcurre entre matices que llevan al público de la comedia, al drama. En este viaje de emociones, la puesta en escena se conecta con todo tipo de público y aunque se trate de una historia de gente mayor, los sentimientos de estos personajes coinciden con los de cualquier espectador.
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