Por Luis Santillán/ Bajo el sello Borgia Teatro se presenta en Casa Actum la puesta en escena Inmutable de Adbeel Benhumea y dirección de Alejandro Piedras. La estructura del texto no contempla el desarrollo de una fábula, sino una exploración a partir de un tema; no trabaja con la suma de viñetas o postales, podría estar más cerca del formato de textos dinamitados, sin embargo, eso son sólo referentes para explicar la línea que parece proponer el autor.
Es un texto que naufraga muy rápido; la causa central es que la exploración del tema se queda en la superficie, las voces no adquieren la dimensión para que las cargas emotivas puedan manifestarse. Queda en duda si la renuncia a la creación de drama es una propuesta o una incompetencia.
Si la propuesta del autor partiera de dinamitar el texto serían palpables los restos, las ruinas tanto de personaje, de línea anecdótica, de acción dramática, de situaciones. Si la propuesta fuera de viñetas o pasajes la fuerza emotiva de cada bloque debería tener la fuerza para lograr la suma.
Da la impresión de que el tema ahoga la labor del autor, para algunos habrá “verdades” temáticas y es tan cierto como hallar en un cuadro de blanco absoluto la mirada del tigre, la capacidad del público por llenar el vacío puede generar más que un libreto.
Alejandro Piedras crea bloques de acción, expone la habilidad física del reparto, hace que las mesas recorran el reducido espacio para dar la sensación de movimiento. Su labor como director tiene un lastre. El bloque donde las zarzamoras y fresas se integran en la acción tiene fuerza, hay variaciones rítmicas estimulantes, concreta la temática planteada, es de los segmentos memorables, y curiosamente, se logra todo eso porque no requiere del texto.
Gran parte de las palabras carecen de fuerza o profundidad cuando salen de boca de los actores, y no por una deficiencia de ellos, sino porque parecen lejanas e inaccesibles. Hay un trabajo corporal característico de las propuestas de exploración, ese donde el virtuosismo físico llena la carencia de desarrollo del drama, que no tiene continuidad en la propuesta misma.
En los bloques iniciales se plantean movimientos repetitivos que pueden crear lenguaje, pero a la mitad de la obra eso desapareció. Pequeños bloques permiten ver que el trabajo actoral de Guiureni Fonseca, Abril Garza, Davo Dávila y Daniel Oropeza es bueno, tienen la habilidad para ahondar emotivamente, para lograr establecer puentes de empatía, sin embargo, nada se logra por la multiplicación de voces.
Eso es la síntesis de la puesta en escena, todo se multiplica por 0; conforme el tiempo pasa, la carencia de evolución, de progresión, de acumulación merma el trabajo de los actores, el del director y el convivio que quieren propiciar.
Si el texto propone la multiplicación como estructura, ¿el director no supo qué hacer con ella? Y lo más extraño es que el autor funge con un crédito peculiar: “subdirector”
Es legible que les preocupa la integración del espectador, que la propuesta va encaminada a la creación de un estado colectivo afectado por la temática, sin embargo, carecen de elementos, tanto de texto como de dirección para permitir que los actores construyan los puentes para que eso se logre.
Por momentos da la sensación de que el proyecto está sostenido por lo perfomático, sin embargo, es una propuesta germinada por texto. Por ejemplo, el bloque inicial es creado para establecer un momento en el que se comparte; lo arruina la poco habilidad para propiciar el “momento” sumado a la nula respuesta ante el paso del tiempo, muy pronto deja de importar lo que ocurra en escena porque se vuelve más relevante cualquier otra cosa.
Al público se le dan elementos antes de entrar al espacio, en el interior parte del reparto usa dichos elementos, ¿cuál es la propuesta? ¿Establecer el convivio? De ser así, ¿porque queda sólo como una ocurrencia? ¿Algo falló en la función presenciada?
La música e iluminación parecen tan arbitrarias como la distribución de textos, como la creación del público como confidente, podría haber 10 canciones más o menos y no habría alteración alguna, lo mismo pasa con la escenificación; hay un director que lucha por volver carne de escena palabras que no tienen la potencia para crear cuerpo.
Es lamentable que la comunicación entre director y autor no haya permitido tomar las mejores decisiones para el proyecto, más cuando tienen un equipo actoral que podría volver única la experiencia escénica.
Existe una primera versión del proyecto que se presentó en la Universidad Londres, quizá era una primera etapa, una especie de “work in progress”, lo relevante para hacer la referencia radica que en esa versión sólo 2 actores estaban en escena. Imaginar el texto para 2 voces hace pensar que no hubo un tratamiento para la multiplicación, muchos de los elementos inconexos podrían no ser así si se imagina que el desarrollo está más en la evolución de una historia de desgaste, esta noción provoca las preguntas: ¿por qué abrirlo a 4 ejecutantes? ¿por qué no trabajar el texto para que funcione en esta nueva manifestación?
Inmutable corre el riesgo de ser una propuesta que se ahogue bajo la temática, bajo el deseo de hacer un teatro lleno de significado para los ejecutantes e ilegible para el espectador, bajo el narcisismo. Los involucrados en el proyecto podrán sujetarse a la reacción s alabanzas del público, ante el aplauso podrán plantear que se comparte algo relevante, y quizá sí, pero sin el convivio real al que apuestan.
