Por Saúl Campos/Un clown se encuentra de paso en un pueblito en medio de la nada, quizás para terminar con algo. La nieve constante provoca ante sus ojos desde las más bellas ilusiones hasta los enredos más grandes. Pareciera que no hay una anécdota que contar, pero cuando vemos a este sujeto escapar una y otra vez de la nieve, incluso por medio de la fantasía, es cuando entendemos que estamos frente a cualquier persona tratando de evadir una realidad. Tan dura como pueda ser, algo que todos los humanos hacemos frente al miedo, dale la vuelta, quizás por la risa.
Hace 10 años, sí, 10 años que México recibió por vez primera al clown ruso Slava Polunin y su Slava’s Snow Show en la Ciudad de México, y desde entonces el espectáculo ha sido abrazado una y otra vez por el público que no se cansa de abarrotar la sala en la que se presente.
Sería inútil hacer un ejercicio crítico como tal para un montaje tan comprobado como para llevar 16 años en la escena. Sin embargo, es necesario resaltar que pese a que los años pasan por él, la esencia sigue conservándose intacta… bueno, excepto la producción, que pide a gritos tintorería o nueva realización, lo que pueda darse primero.
Sin hacer spoilers (pues esta es la primera escena de la obra), este pequeño cuento sobre el suicidio es quizá uno de los más grandes ejemplos para abordar el tema de forma directa, pero implícita y hacia todo el público.
La obra se compone por una serie de viñetas que hasta el primer acto parecieran no tener sentido o conexión, pero conforme avanza se va descifrando un discurso sobre la evasión y el empoderamiento, bastante curioso, en la forma en la que es abordado. No es nada sencillo, de hecho, puede haber más de uno que salga de la sala sin entender que pasó, pero eso realmente no afecta, ya que el montaje podría formar parte de la lista de grandes experiencias teatrales de su vida.
En este show cada cuadro es un poema, la iluminación no tiene comparación más que con los propios juegos que la naturaleza nos puede presentar en la vida diaria. Por parte de las interpretaciones, la escuela de Slava Polunin es cara y garantiza que no importa la configuración de su elenco, todos tendrán la misma entrega y sensibilidad para hacer vibrar y ganarse al público con tan solo una mueca o un andar pausado al caminar.
Slava’s SnowShow se caracteriza por ser impactante gracias a los sencillos recursos que usa para incluir al público en atmósferas increíbles: desde una telaraña interminable, una auténtica tormenta de nieve, la caída de aguanieve o la magnitud del mar inundando la sala y por causar un desborde de alegría en el mismo. Pero realmente es el mensaje y el tema tan oscuro que trata, llevado desde la forma más honesta, lo que llega a estrujar por dentro cuando uno ocupa la butaca.
Redescubriendo este show tras el paso de los años, uno entiende que ha sido influencia directa para muchos creadores escénicos mexicanos enfocados en la técnica clown, comerciales o “culturalines”, no hay distinción.
Ver esta obra es obligación para aquellos que hacen teatro y el público en general, tan solo para dejarse impactar por la teatralidad misma, sin pretensiones o adornos que disfracen. Al final en el juego de la escena, es la mente la que nos permitirá sentir el frío de la nieve, pero cuando la historia es contada con el corazón, es mucho más fácil convencerse y hasta frotarse las manos para calentarse.
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Hola, He de comentar que esta reseña tiene varias imprecisiones, la primera es que el espectáculo vino por primera vez a México en el 2006, por lo tanto son ya 12 años. La segunda, el espectáculo se presentó por primera vez en 1993 y haciendo las cuentas son más de 16 años de que el espectáculo vio la luz por primera vez. También cabe aclarar que no posee ningún eje dramático establecido. Por lo tanto la historia que cuenta Saúl es solo su interpretación. Por otro lado, la escenografía es así (una prerrogativa artística). Si les interesa mejorar la información que presentan con mucho gusto los puedo ayudar.