Por Roberto Sosa/ “Esto no es un puto simulacro….”, es el inicio del espectáculo. Una casona deshabitada se interviene para dar la función, no hay energía eléctrica, se ilumina con antorchas y lámparas de baterías que portan en la cabeza algunos de los asistentes; la penumbra lo domina todo, árboles viejos, enormes y frondosos le dan al jardín un aspecto fantasmal; la vegetación que nadie cuida, crece por todos lados. Un sitio abandonado es el escenario para una puesta en escena que rompe con los arquetipos del teatro.
El primer espacio intervenido es el centro del patio, ahí tres actrices-rescatistas diseñan un plan de emergencia que se debe aplicar en un caso de un desastre natural; se explica sobre la necesidad de contar con lo más indispensable para sobrevivir si llegase a ocurrir una catástrofe. Tener un kit a la mano con víveres, agua, documentos, etcétera, es indispensable. Un siniestro de grandes proporciones derrumbaría sitios habitados.
Con los cambios de espacio (3) cambian los discursos, en cada área intervenida se aborda un tema distinto: el abandono, la traición y la ruptura. Circunstancias que se expresan desde el interior de cada personaje; el derrumbe es interior, introspectivo. La cercanía con el espectador es total, las intérpretes prodigan el texto e intensifican su trabajo actoral (no puede ser de otra forma con el público tan cerca, es una fórmula ya probada por Xavier Villanova, autor y director del proyecto con las obras que lleva al interior de los departamentos, la proximidad con los asistentes es fundamental para lograr buenos resultados).
En cada espacio-escenario solitario y oscuro, se vive algo distinto; el público abandona su zona de confort, aquí no entra y se sienta en una cómoda butaca a presenciar el espectáculo, se mueve y se acomoda en donde pueda, en donde quepa, en el suelo de tierra si es necesario, o entre las frías paredes de una casona semiderruida, sin luz… entre sombras. Sin duda es una experiencia única.
Con este texto, Villanova demuestra madurez como dramaturgo; la obra está bien estructurada, bien cimentada; va del drama a la comedia, con monólogos y diálogos. Rompe con la narración y logra que de forma ágil y ligera sus actrices improvisen, con esto el melodrama se relaja, le da otro ritmo. Las actuaciones son de Ana González Bello, Focha Ríos y Gloria Castro, las tres están magníficas, liberales, teatrales.
La dramaturgia es con tres personajes femeninos ¿por qué no masculinos…? Desde mi perspectiva las mujeres asumen el dolor, la pérdida, el abandono, la traición, el derrumbe emocional de manera distinta a los hombres; desde otro ángulo, con otra visión y con más fortaleza. El derrumbe en el espacio escénico, es el mismo que sucede al interior de los personajes, la analogía es muy interesante.
Con la producción de Gisela Sandoval La poética del derrumbe, se presentará una noche de cada mes en un espacio en condiciones efímeras y precarias, propicio para un espectáculo participativo y vivo. De igual forma lo hará con tres funciones en un mes en departamentos facilitados por personas que deseen recibir una puesta en escena con estas características.
Informes en: www.movimientoteatro.com y contacto@movimientoteatro.com
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