Por Óscar Ramírez Maldonado / Ver a Paloma Woolrich en Wit, despertar a la vida es ver una de las mejores actuaciones que, seguramente, podremos ver durante este 2015 sobre los escenarios de nuestro país. Si tuviéramos una entrega de premios de la importancia y arraigo que tienen, por ejemplo, los Premios Tony en Nueva York o el Premio Laurence Olivier en Gran Bretaña, Paloma Woolrich sería sin lugar a dudas una muy seria aspirante a obtenerlo con esta impresionante actuación, así de simple. A falta de ello, el público se encarga al final de cada función de Wit de agradecer con una larga ovación de pie el despliegue actoral de gran alcance que realiza la actriz y el sólido elenco que la acompaña.
La puesta en escena, bajo la producción a cargo de Once Once Producciones y la dirección de Diego del Río, cuenta con un elenco compacto, con figuras de la talla de Woorlrich, Fernando Becerril y Concepción Márquez, acompañados de talentos emergentes de gran calidad como Luis Arrieta, Marisa Rubio, Lupi Labunia, Miguel Salas, Mauricio Romero, Sebastián Mingüer.
Wit, escrita por Margaret Edison y estrenada en 1995, es un texto poderoso, lleno de inteligencia y humor ácido que obtuvo el premio Pulitzer en 1999. Es una historia que nos habla del cáncer y de la muerte, pero sobre todo de la vida, de la exploración, de la verdadera fortaleza y el descubrimiento.
“Wit” es una voz anglosajona que habla de ingenio y agudeza, de la habilidad de combinar palabras e ideas de manera inesperada y ágil. Se refiere también a un concepto literario que describe la agudeza literaria para encontrar correspondencias entre dos conceptos que a simple vista pareciera que no se relacionan. Es precisamente esta voz la que mejor podría describir a este montaje, la vida y la muerte como conceptos antagónicos que son inseparables.
En esta puesta en escena, a través de su lucha contra el cáncer, Vivian Bearing (Paloma Woolrich), una profesora de literatura especialista en la poesía metafísica de John Donne (1572-1631), descubre aspectos trascendentes de la existencia. “En el proceso, se encuentra con una de las revelaciones más brutales: la vida y la muerte son una paradoja. Quien la resuelve sobrevive. Aún sin vida”, señala el periodista de Proceso Jenaro Villamil en una reseña sobre la obra.
El montaje supera los límites de la concientización sobre la enfermedad -que también esa es su función-, y se transforma en una advertencia sobre las trampas que encierran los muros que levantamos para asegurarnos una existencia libre de dolor y de riesgo emocional. Es una argumentación contra la obsesión de construir un entrono perfectamente estructurado, pero también vacío de pasión: vivir alejados de la vida y vivir al enfrentarse con la muerte.
Matías Gorlero diseñó para Wit una iluminación inmejorable, que se integra a la construcción del personaje de Paloma Woolrich y se vuelve parte de sus diálogos y transiciones. El trabajo de Gorlero merece una mención aparte, arropa al estupendo elenco de Wit sumando notas dramáticas a su interpretación.
La historia de la profesora Bearing se desarrolla en un espacio escenográfico creado por Laura Rode, David Lombrozo y David Ahedo, quienes crean un juego de reflejos y mamparas que ocultan y revelan, que nos lanzan al pasado y de vuelta al presente, que nos ubican en el aspecto razonable o emotivo del personaje de manera alternativa.
Una historia y un texto de estas características, sin duda representa un reto de grandes dimensiones, un reto que implica lograr un equilibrio perfecto de las notas dramáticas y las notas humorísticas en los personajes. Un reto que el director Diego del Río logra superar, y con creces, en esta extraordinaria alegoría sobre la vida que es Wit, despertar a la vida.
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Extraordinaria e impecable puesta en escena que siempre debería estar en cartelera y que nadie debería dejar de ver. Aplaudo de pie!