Por José Islas/ El teatro musical es uno de los géneros teatrales más completos que existen, por medio de bailes, música y coreografías perfectamente organizadas los actores y todo el equipo humano que forma parte de este tipo de obras realmente hacen magia, un gran ejemplo de ello es El Sello Escarlata, una obra de teatro que te transporta a otro mundo por medio de la música.
Cuando me tocó ir a ver esta obra estuve en un lugar privilegiado debido a que pasé a un backstage y pude observar la forma en la que se hace este gran esfuerzo por regalarle un sano entretenimiento al público, por así decirlo tuve el privilegio de observar desde adentro como se produce esta obra.
Primero me tocó llegar al teatro, que es el Foro Chapultepec (por cierto muy bien ubicado y accesible) para empezar a disfrutar de esta grata experiencia que pude tener gracias a mi buen amigo Mario Hernández, uno de los actores que participa en esta puesta en escena, llegué algo antes de que empezara la función para poder tener un acceso backstage para conocer mejor lo que hay detrás de una producción de teatro musical.
He de decir que estuve impresionado por todo lo que vi y escuché, por ejemplo oír de boca de Mario que los actores tienen tan sólo cinco segundos para realizar cambios de vestuario, mientras al mismo tiempo realizan los coros. Además, escuché cómo, literalmente, deben trabajar tras bambalinas en la oscuridad debido a que si prenden alguna luz (por más tenue que esta sea) el público verá lo qué hay tras bambalinas.
Los actores y la producción deben sobreponerse a un teatro que podría no aguantar un musical de gran formato, por ejemplo, la orquesta tradicionalmente está en la parte de abajo del escenario con solo el director de la orquesta visible, en este caso la orquesta debe estar arriba, pero en este caso se encuentra en la parte de arriba y los actores ven a la orquesta por medio de monitores para guiarse, algo que para ellos es parte de todos los días, pero para un espectador es de una gran complejidad y precisión.
He de decir también que una de las cosas más importantes en cualquier trabajo es la química entre los compañeros y tras bambalinas encontré calidez y compañerismo entre todos, pero un compañerismo de verdad, de ganas de trabajar y sacar adelante un proyecto como un verdadero equipo, como una unidad, un grupo humano que en dos funciones por semana logra que el respetable disfrute un musical con calidad y tenga un sano entretenimiento, para aunque sea por un instante olvidarse del estrés y las tensiones.
Es impresionante observar todo lo que existe detrás del teatro musical, un microcosmos que funciona de una forma bastante eficiente, todo para darle al público dos horas y media de entretenimiento.
Enrique del Olmo interpreta a Percival Blakeney a un aristócrata inglés que recluta a varios hombres para rescatar a varias personas de la guillotina en la Francia de Robespierre, en la que fue decapitada mucha gente por el único y simple crimen de pensar diferente. El Blakeney que interpreta del Olmo es un hombre bueno y noble, a la vez de ser astuto y carismático, alguien que se saca un as bajo la manga cuando parece que todo se encuentra perdido.
Es de destacar el trabajo de Luis René Aguirre como el Ciudadano Chauvelin, un villano sumamente inteligente y perverso, pero que es muy entrañable, yo lo adoré de principio a fin, además de que Aguirre tiene una gran capacidad para alcanzar notas muy altas y su sola presencia en el escenario impone, tal y como lo debe hacer este villano que es además de malvado, especialmente sádico (no les cuento más vean la obra).
Les recomiendo en lo personal que no dejen de ver esta obra en la que participa una gran orquesta y más de 40 actores en escena. Y de paso agradezco a actores y producción la atención que tuvieron para conmigo (espero se repita).
Aprovechen, porque ya nada más le quedan 2 fines de semana más.
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