Por Óscar Ramírez Maldonado / El día de ayer, en conferencia de prensa conjunta, el Sistema de Teatros de la Ciudad de México y La Compañía Nacional de Teatro (CNT) anunciaron el próximo estreno de Éramos tres hermanas (Variaciones sobre Chéjov), del autor español José Sanchis Sinisterra en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris. Este montaje de la Compañía Nacional de Teatro será dirigido por primera vez por su propio autor (el texto se ha puesto anteriormente en Madrid y Barcelona bajo la batuta de dos diferentes directores).

La obra tendrá cuatro únicas funciones en este emblemático teatro de la Ciudad entre el jueves 3 de septiembre y el domingo 6, y será interpretada por tres actrices que son referente del teatro mexicano: Ana Ofelia Murguía, Marta Verduzco y Marta Aura.

Sobre el texto, Sanchis Sinisterra explicó que una “lectura atenta de Chéjov nos permite descubrir que anticipa muchas de las modalidades del teatro del siglo XX y, yo diría, que incluso del XXI”. En este sentido, afirmó, se trata de un creador que al romper con la forma de hacer propia de su tiempo se adelanta.

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En los textos de Chéjov, agregó el director y dramaturgo, ya estaba insinuado de alguna manera el trabajo de autores como Pinter en los años 50 y 60, e incluso se puede percibir “un cierto aire beckettiano”. Al respecto, abundó, “este tiempo no progresivo, estos personajes residuales, o por lo menos que están en una fase decadente de su historia, de su vida, todo eso tiene mucho que ver con el universo crepuscular de Beckett”.

Con esta visión coincidió Luis de Tavira, director de la Compañía Nacional de Teatro, y añadió que  en la lectura de José Sanchis Sinisterra de Chéjov está muy bien observado “que sí empata con la fuerza. Porque ahora leemos de una manera distinta las cosas. Leemos a Chéjov después de Pinter, después de Beckett. Es justamente no el absurdo, sino la nostalgia de sentido, la pregunta por el sentido ante una ironía despiadada que está en el original de Chéjov, unida a una entrañable piedad, compasión y amor por sus personajes”. Esta lectura, puntualizó, “acentúa beckettianamente esta nostalgia de sentido”.

El autor ruso, puntualizó Sanchis Sinisterra, creía que un escritor no tenía que dar soluciones sino saber plantear preguntas. “La construcción de una obra de teatro debería tener muy presente el modo en que el texto, y naturalmente también el espectáculo, acierta a plantear preguntas que el espectador se lleva a casa”, por lo cual la obra continúa después de su final, reflexionó el director español.

Sobre Éramos tres hermanas (Variaciones sobre Chéjov), su autor explica que se trata de una de-construcción en la cual el 80% de lo que hacen y dicen los personajes procede de la obra de Chéjov, pero con una organización diferente para resaltar determinados aspectos. En ciertos pasajes, destacó, incluso tiene una composición más musical que dramatúrgica.

Ana Ofelia Murguía señaló que resulta interesante ver la situación desde el lado de las mujeres, cómo algunas luchan y otras se quedan para cambiar de vida y romper cadenas. Al respecto consideró que el autor ruso siempre pone las situaciones en el punto donde empieza a haber un rompimiento entre dos sociedades.

Por su parte, Marta Aura dijo que sobre esta obra le resulta interesante cómo actrices mayores hacen a tres personajes femeninos que se encuentran entre los 24 y los 28 años de edad, “conectarnos nosotras como actrices con el sentimiento, con el sentir, con las emociones que pueda manejar una mujer del siglo antepasado es bastante difícil y al mismo tiempo muy atractivo”.

Al respecto (sobre la edad de las intérpretes y la de los personajes), José Sanchis Sinisterra acotó que “somos también lo que fuimos, el teatro tiene esa maravillosa propiedad de permitirnos ser más de lo que somos, ser otra cosa de lo que somos, estar en otros lugares, vivir otras experiencias, pero también a nivel subjetivo, personal, el teatro nos permite procesos de rescate de aquel que fuimos”.

Sobre las tres intérpretes de este montaje, Luis de Tavira resaltó que se trata de “tres de las más grandes actrices que tiene nuestro teatro, sin duda de las que tiene la Compañía Nacional de Teatro, tres grandes actrices del teatro nacional abordando a estos personajes”. Se trata de una obra, dijo, “en donde lo humano es visto a través de estas tres mujeres que se explican en esta otra ironía que son los monólogos, estos soliloquios que nadie oye” y que nos presenta el humanismo visto desde la mujer.

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