Por Mariana Mijares / A veces el amor es un comienzo, el emocionante principio de un sentimiento que puede durar años… décadas, pero a veces también es una clausura.
Así lo comprueba Clausura del Amor, obra que después de una exitosa temporada en el Teatro El Granero del Centro Cultural del Bosque (CCB) regresa ahora a una nueva ubicación: el Foro Lucerna.
En este espacio, con sólo dos actores, un extraordinario texto del francés Pascal Rambert y una escenografía sencilla de dos escaleras, el espectador experimentará subidas y bajadas, risas y lágrimas, calma o incomodidad… como el amor.
La obra se presenta en un solo acto; al inicio, Antón (Antón Araiza) le comunica a Arcelia (Arcelia Ramírez), su pareja, su determinación de separarse.
“Quería verte para decirte que se acabó, no va a seguir, no vamos a seguir”, le dice con el gesto serio y la mirada fija.
Anton continúa pronunciando, escupiendo verdades; verdades que lastiman y que Arcelia sólo escucha permaneciendo ahí… impávida, muda, sin reaccionar aún cuando está siendo herida con cada palabra.
“Tu pecho y tu mirada ya no encienden nada en mí”, enfatiza Antón abordando cada frase como si se tratara de una bala, y es que, ese sitio: su casa, se ha transformado en un cuartel, en una guerra, una guerra que como él advierte: ‘no será divertida’.
Antón señala que el camino que su relación ha recorrido los ha llevado a estar atrapados en un mausoleo; en una tumba de lo que alguna vez fuera su amor.
“Soy prisionero, claramente prisionero, imagina una telaraña, una red… y ya no puedo más, estoy en la red, en la telaraña, y ya no quiero estar ahí… ya no tengo ganas de estar atrapado… ya no tengo ganas de estar en tu mirada”, señala.
Arcelia sólo escucha, a veces derrama lágrimas, a veces se queda digiriendo lo que su marido se ha propuesto comunicarle, pero a la mitad de la obra; en medio de este combate, lanza un contragolpe igual de hiriente, igual de violento.
“Escuché todo, todo. Pero no vas a echarte para atrás, no vas a agarrar la chapa de la puerta, no vas a abrir la puerta y salir, todo eso no va a pasar así”, le responde en ésta, que como las demás guerras, es bilateral.
El ataque se intensifica, ese intercambio de una pareja que antes pensaba en dos y en la que ahora cada uno se irá a parte.
“Qué vulgaridad hablar de mausoleo, hablar de mausoleo de lo que fue el amor que nos unió…”, recrimina ella, “No eres un general, un general de cinco estrellas, eres un desertor…”, enfatiza.
De esta manera, Antón Araiza y Arcelia Ramírez, dirigidos por el siempre brillante Hugo Arrevillaga, logran entregar un trabajo entrañable, un trabajo que cala y que cala profundo, y no sólo por el nivel actoral que alcanzan estos intérpretes en cada diálogo, sino por permitirnos, por 90 minutos, ponernos en la piel de estos personajes, recordarnos que aún las relaciones que tuvieron un buen inicio pueden terminar en un violento final. Que las personas pueden transformarse en soldados y enfilarse hacia una guerra; una guerra en la que necesariamente se derramarán sangre, sudor y lágrimas, y en la que al final habrá que recoger los restos… el cadáver del amor.
Y es que a deferencia de otras luchas, y como ocurre en las relaciones de pareja, aquí resulta difícil adivinar quién es el vencedor y quien el vencido; quién ha resultado más herido. Las relaciones implican dos, le duelen a dos, pero como en toda empresa que ha dejado de resultar productiva: hay que saber cuándo clausurarla.
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Buenos diiiias!!!!! Me gustaría saber si se pueden hacer reservaciones o bn a que hora los puedo comprar para el día de mañana
Sin duda alguna, ire a verla. Por algo similar estoy pasando…
Muero por verla