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Casa Matriz o reinventando el instinto maternal



casa matriz iPor Mariana Mijares / ¿Qué pasaría si pudiéramos escoger el tipo de madre que quisiéramos tener? En Casa Matriz Inc. esto es posible; los clientes pueden pagar por una ‘madre sustituta’, una que les cumplirá personalizados objetivos.

De este modo, y con la oportunidad de elegir entre cualquier tipo de madre, Bárbara (Paleta) ‘ordena’ una mamá gélida que le haga sentir abandonada.

“Quiero la madre por la que pagué. La exijo. Quiero una madre helada, impasible, mala, demoníaca, pagué por esperar… por padecer; por una madre que me hiciera sufrir con sus inasistencias”.

Pero en vez de ser recibida con la frialdad esperada, se presenta ante ella una mujer que acaba de llegar de la India, que convivió con elefantes blancos y que tuvo un amante negro -que la abandonó-.

“Yo estaba esperando una gélida madre de París que me destrozara el corazón y me llega una madre de India con el corazón destrozado”, se queja Bárbara.

Desde este primer fallido encuentro, la relación entre ellas se torna complicada, y no sólo porque Bárbara no ha obtenido el servicio por el que pagó, sino porque la “señora” (cuyo nombre nunca se revela) parece tener mucho que decir.

“¿Sabe usted la cantidad de madres que tengo que interpretar? Tengo 240 hijos al mes”, se queja quien ese día especifica tener otros 7 clientes.

Pero Bárbara reclamará no querer saber de otros, ella sólo desea obtener la ‘madre’ anhelada, la que tanto le ha costado.

“Ahorré peso por peso, venir a Casa Matriz no es fácil para personas como yo”, enfatiza.

Luego de arreglar su primera diferencia, la señora accede representar distintos roles, papeles por los que Bárbara ha pagado.

Así, escena a escena, se muestran distintos tipos: una madre fría que la hace sentir rechazada; una distante que olvida su nombre y le trae el regalo equivocado, otra humilde que se arrepiente de nombrarla Bárbara porque éste es nombre de alguien exitoso, una que por sacarla adelante sufre un accidente y queda discapacitada, una artista y hasta una muerta.

“No debemos caer en el realismo de las madres que los clientes ya tienen”, enfatiza la señora.

Todo, con tal de que esta ‘hija’ pueda experimentar un carrusel de emociones, satisfacer sus deseos.

La obra de la dramaturga argentina Diana Raznovich se cimienta en la ficción, pero resulta una buena oportunidad para reflexionar los extremos a los que se puede llegar con tal de experimentar sentimientos, pagar por sensaciones.

Y es que ¿cuáles son los límites del consumismo? Hoy en día se puede pagar por obtener casi todo: lujos, risas, lágrimas, placer, adrenalina, sustos… aunque bien podría objetarse que los verdaderos sentimientos se mantienen libres de impuestos…

El montaje es además un escaparate en el que Dionne muestra gran versatilidad actoral en cada tipo de madre y en la que Paleta reacciona de acuerdo al tipo de hija.

Casa Matriz resulta así una comedia entretenida en donde el público podrá, a través de Bárbara, experimentar distintas sensaciones, encontrar incluso entre este abanico de madres, una parecida a la propia, que aunque esté llena de imperfecciones… está libre de costo…

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