Wajdi Mouawad, uno de los mejores dramaturgos contemporáneos, se encuentra por primera vez en México para cumplir con un amplio programa de actividades, que convocará a un público en el cual su obra despierta gran interés.
Gracias a la perspicacia, talento y experiencia del director Hugo Arrevillaga, el trabajo de Mouawad ha llegado intacto y en su totalidad al público mexicano, por lo que goza de una gran popularidad en el país. Su camino en tierra azteca comenzó cuando Arrevillaga dio a conocer la obra teatral del franco-libanés-quebecua montando la tetralogía La sangre de las promesas, la cual se compone por las piezas Incendios, Litoral, Bosques y Cielos, así como la obra infantil Pacambo. La primera entrega de la tetralogía, Incendios, conmovió a los espectadores y logró un éxito sorprendente.
A pesar de ser una visita corta, el escritor dará un taller en el Foro Shakespeare, hará la presentación de su novela Ánima, brindará una clase magistral en el MUAC, y dará un par de funciones en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, donde presentará este fin de semana su monólogo Seuls.
El también actor dijo en conferencia de prensa que “es impresionante llegar a un país por primera vez, pero lo es más todavía cuando llegas a conocer a un público que sabe de ti mediante espectáculos de teatro o novelas que fueron escritas en la intimidad de un cuarto. El teatro es un arte muy local, uno hace teatro para la gente que vive a unos cuantos kilómetros de la sala donde se va a presentar el espectáculo, es muy raro imaginar que una obra de teatro algún día se presentará en lugares tan lejanos, te da como un vértigo y ese vértigo es porque hay gente que se dedicó a hacer posible esto”.
Mouawad creció como inmigrante, pues siendo todavía un niño, tuvo que marchar junto con su familia a París, huyendo de la guerra civil que azotó Líbano hasta la década de 1990 del siglo pasado. Cinco años más tarde, él y sus padres se establecieron en Quebec.
Es en este escenario donde surge una gran ironía, ya que este compositor de palabras se vio rodeado de enmudecimiento gran parte de su vida. Primero fue el silencio de su familia: “Mi familia no hablaba mucho, no teníamos el reflejo natural de platicar y compartir así las cosas que nos sucedían. Simplemente no hablábamos”, compartió el escritor. Después su condición de exiliado, de hablante de francés que aprendió el idioma en el país en el que nació el idioma y que lo incapacitó para dominar al acento que se usaba en su nuevo hogar: la provincia de Quebec.
“Fue un contexto interesante que me hizo entender que no tenía otra opción más que escribir. Yo quería ser actor de teatro, escribía en secreto, pero lo que realmente quería hacer era actuar, en Quebec se habla francés y se escribe en francés, no se trata del mismo francés que el de Francia, con un acento y estructuras gramaticales que no tienen nada que ver, es otro idioma y si no lo dominas no consigues papeles”, expresó el dramaturgo.
A la falta de palabras, Mouawad se refugió en los libros. Él cree que la guerra no provoca el arte, sino que es el arte el que se invoca a sí mismo. “El hecho de haber leído fue lo que me provocó ganas de escribir”, añadió.
Los textos dramáticos de este creador son una constante vuelta en U, pues tienden a regresar al origen una y otra vez recorriendo una travesía dolorosa, la cual se inspira en la tragedia griega, con el fin de encontrar la redención, la esperanza y, al final, regresar a casa, salvarse.
En cuanto a la adaptación de la obra de Mouawad en México, Hugo Arrevillaga dijo emotivo: “Me he topado a mucha gente que ha visto Incendios, Bosques, Litoral, Pacambo que me ha dicho ‘esa historia me ayudó a mitigar mi dolor’, ‘a reencontrar el sentido de mi vida’, ‘a dialogar con mi madre muerta’ y, sobre todo, ‘a fortalecerme’”.
“Estoy muy agradecido con Wajdi Mouawad. El teatro para mí también es una forma de encontrar el camino de regreso a casa”, reflexionó. “¿Y qué es el regreso a casa?, no lo sé, hay algo ahí que uno quiere volver a encontrar y el teatro se ha vuelto esa posibilidad de regresar a eso, sabiendo que es una batalla perdida”.
Mouawad también habló sobre el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. El dramaturgo dice que los humanos siempre han encontrado formas de asesinar a sus jóvenes, una fuerza de donde surgen los héroes. “Los héroes griegos tenían 20 años cuando hicieron sus hazañas, Ulises tenía 23 años, me pregunto cómo puede ser que en todos los países occidentales, en México, en Francia, en Líbano existe esa convicción, un poco como si hubiéramos logrado apagar a la juventud.”
“Es algo que me indigna mucho, porque siento que hay una estafa económica, una estafa política. Me da la impresión de que si no se recordara constantemente algo así se puede olvidar, hay muchos eventos trágicos que fácilmente pueden ser banalizados, hay que resistir, sólo así eso no se banaliza”, agregó el autor.
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