La semana pasada, en el municipio de Tonalá, Jalisco, se realizó la conferencia”Historiar las artes escénicas del imperio azteca”, impartida por la investigadora del INBA Martha Julia Toriz Proenza. Ahí, la especialista señaló que dentro de la perspectiva del teatro en el mundo, se puede decir que el teatro prehispánico fue un recurso cultural y social de vital importancia. Esto, explicó, debido a las representaciones simbólicas en sus escenarios, sus intérpretes, el vestuario, su sonoridad y sus palabras.

En esta conferencia, que forma parte del ciclo “Espacio, imagen y memoria”, organizado por el Centro Universitario de Tonalá, la investigadora destacó que se cuenta con “elementos constituyentes” que nos permiten hablar de una teatralidad mesoamericana, “hay una analogía con el teatro tradicional: espectadores, escenario y espectáculo. Esa analogía implica percepciones del empleo de recursos para causar una experiencia estética, además de recursos visuales del centro ceremonial donde se efectuaban, porque la gente sentía y vivía el espacio”.

Al respecto, agregó que este tipo de fiesta era muy diferente con lo que respecta a otras culturas, pues en ella la participación de todos los integrantes de la comunidad era vial. En este sentido, explicó, aunque alguna parte de la comunidad se mantuviera como espectadora, ninguno de sus miembros permanecía ajeno a la celebración y tenían la posibilidad de integrarse como actores. La separación entre el público y los intérpretes no existía, agregó, ya que en algún momento se podía ser espectador y en otro ejecutante.

Toriz Proenza destacó el carácter sobrenatural de estas festividades teatrales, en las cuales se incluía a lo divino.

“Si nos atenemos a la definición de teatro –la exaltación de códigos visuales y auditivos intencionalmente preparados para producir en los espectadores determinadas reacciones–, la teatralidad mexica cumplía esos requerimientos, porque había un entrenamiento de los participantes; eran fiestas presentadas a un público, había un tiempo y un espacio distintos a la cotidianidad; un imaginario del escenario, objetos, instrumentos musicales, voz, indumentaria, vestimenta especial, maquillaje; una comunicación con el público y una dramatización por vías extrarracionales”, dijo la investigadora.

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