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Rosa mexicano, entre lo real y lo fantástico



rosa-mexicano-iPor Luis Santillán / Joseph Danan, teórico y dramaturgo francés, escribe: “Rosa mexicano es un hecho de nota roja con forma de cuento de hadas. Flor, una adolescente que aún no sale de la infancia, reconstruye su historia, como si no la comprendiera. Y, en efecto, ¿cómo comprendería si soñaba con conocer a su estrella de telenovela favorita y el sueño rosa mexicano deviene en horror?” Estás y más palabras se pueden leer en el programa de mano de la obra Rosa mexicano de Luis Ayhllón.

La puesta en escena corre a cargo de Martín Acosta, es un trabajo que construye hábilmente los dos universos en los cuales se desarrolla la obra, sin embargo, al paso de los minutos, estos universos comienzan a impregnarse con las particularidades de cada uno y dan la impresión de “ensuciarse”.

Ayhllón propone dos líneas de construcción, la que explora los cuentos de hadas y aquella donde Flor está en contacto con la realidad, la forma en que las líneas avanzan permite hilvanar la anécdota. Acosta respeta esa división, mientras que en el cuento de hadas la narración escénica juega con la recreación de los personajes de fábula, lo que corresponde al mundo “real” de Flor comienza contundentemente, pero se desdibuja porque el estilo de actuación se proyecta hacia los elementos empleados en lo fantástico. Es difícil establecer si esto se debe por un problema actoral (sobre todo en los personajes masculinos) o si es una decisión de dirección. El problema de que se rompa la frontera entre universos radica en que todo puede volverse permisible y las consecuencias de la acción motor de la obra pierde peso.

La escenografía diseñada por Julia Reyes Retana está impregnada de los espacios proyectados en Mullholland Drive, sin embargo, por momentos parece no favorecer el campo de ficción. Da la impresión de que el espacio se crea hacía una dirección y la obra lo usa sin habitarlo realmente.

Aída López es una muy buena actriz, en esta obra da muestra de eso, sólo que sus personajes, quizá por dirección, están creados de manera semejante. La diferencia entre “el hada” y “la madre” es casi nula y sin que eso en sí deba ser criticable, sí surge la pregunta ¿por qué? Quizá sólo para que el público pueda leer con facilidad el planteamiento de dirección. Gimena Gómez mantiene con mayor armonía al personaje de Flor en correspondencia con el universo en el que acciona, hay una fuerza particular en la narración con la que habita el cuento de hadas, hay una fragilidad cuando se relaciona con la estrella de telenovela.

Rosa mexicano de Luis Ayhllón es una buena propuesta que juega con la crítica hacía un mundo aspiracional creador por la televisión. La puesta en escena que se presenta en teatro El Galeón es una buena opción porque en la suma, el espectador tendrá una grata experiencia.

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