Por Luis Santillán / Es fácil escuchar que un autor (de teatro) tiene un universo particular, después de esa parte viene una serie de halagos sobre su escritura. La mayoría de las veces es una definición tópica, pero hay casos, pocos, donde el enunciado “tiene un universo particular” es tajantemente concreto para definir su dramaturgia.
Itzel Lara crea universos sumamente particulares, sin que repita fórmulas o haya confort en su escritura, lo creado por ella tiene un sello exclusivo, hay un equilibrio entre lo extraño y la fantasía, los estados emotivos son la resultante de la filigrana con la que da forma a sus personajes. Su texto Palimpsesto es una clara muestra.
Palimpsesto es un texto que comienza desarrollando dos líneas anecdóticas unidas por un personaje en común, los componentes de lo extraño van dinamitando las líneas para que el vehículo por el cual se desarrolla la propuesta sean los estados emotivos. Conforme los estados se enriquecen y el campo de la fantasía crece, la anécdota colapsa logrando una conclusión llena de incertidumbre y poesía.
Carlos Corona teje en escena (tanto como director como el personaje que interpreta) con habilidad los componentes que sostienen el texto, realza momentos, logra instantes memorables, provoca una muy grata experiencia y es discreto; estimula a los actores y se ve en escena un organismo que respira en conjunto. Sara Pinet es una actriz versátil, sabe sacar provecho de cierto de sus herramientas para crear a un niño temeroso, hace un personaje alejado de otras creaciones que ha tenido, esto es importante dado que hay una variabilidad en su hacer que evita las similitudes con los demás personajes “infantiles” que ha interpretado. Carmen Ramos tiene una buena actuación, mesurada, coloca a su personaje en la dimensión que el universo requiere, logra la trasformación sutil que se requiere según la fantasía domina la acciones. La actuación de Carlos Corona es muy disfrutable, hay un gozo en su hacer que dimensiona a su personaje tanto en la forma como en lo emotivo.
La propuesta de escenografía de Matias Gorlero tiene la capacidad de mutar sin tener que recurrir a ninguna maquinaria, es decir, pasa de la primera impresión a un espacio que se transforma según los acontecimientos, aquellos “huecos” son llenados por las acciones y lo inmóvil se convierte en las “islas” que habitan los personajes.
El diseño de musicalización a cargo de Sandra Roch es muy acertado, redondea el universo propuesto en conjunto por el director y el escenógrafo.
Palimpsesto de Itzel Lara bajo la dirección de Carlos Corona es una obra muy recomendable tanto por la calidad con la que se construye la fantasía, como por la fuerza emotiva, así como por las cualidades del texto.
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me gustaría recibir las puestas en escena que hay en el distrito federal