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Daniel Veronese escribe y dirige Los corderos, que el pasado fin de semana se estrenó en el Teatro de la Sala Chopin de la Ciudad de México. La última vez que el dramaturgo y director estuvo en nuestro país montó, con la compañía Línea de Sombra el montaje, Mujeres sueñan caballos, en esta ocasión, para montar esta nueva propuesta cuenta con un elenco conformado por Nailea Norvind, Arturo Barba, Alejandro Calva, Carlos Valencia, Andrea Guerrero.

Veronese, nacido en Buenos Aires, Argentina (1955), además de dramaturgo y director es tititiritero y actor. Su trayectoria se puede entender como una transición que va desde los títeres a los actores, desde el acto mágico explícito en el que se acciona los objetos frente al público, hasta el calor de los actores sobre el escenario. Esta última parte ha sido como un paseo dentro de las posibilidades escénicas, que ha tenido como resultado una postura estética, actitud que se compara con la creación teatral que, tan sólo en el último año, ha dado un nuevo giro con la inclusión de sus piezas en foros comerciales y ante nuevos públicos.

Veronese comenzó, a partir de 1982, a hacer teatro. Empezó como carpintero y poco a poco fue desarrollando su imaginación y creatividad hasta adentrarse en el mundo de las marionetas y, así, en el mundo escénico. Se etapa de formación inicia en el Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín de la Ciudad de Buenos Aires, al que se une en 1987 tras tomar un curso como manipulador de marionetas. La fundación de El Periférico de Objetos, es el banderazo inicial de su carrera profesional, con ánimo de experimentar los límites teatrales y culturales. Mientras pasa el tiempo en la década de los noventa comienza a escribir textos cada vez más dramáticos que son llevados al escenario por otros directores. Es hasta a finales de esa década que empieza a dirigir sus propios escritos, lo que significa el paso a un nuevo proceso creativo.

Sus piezas se han traducido al portugués, italiano, inglés, francés y alemán. Entre ellas sobresalen Los Corderos; La noche devora a sus hijos; Líquido Táctil; Crónica de la caída de uno de los hombres de ella; Mujeres Soñaron Caballos; Teatro para Pájaros y las interpretaciones sobre Ibsen y Chéjov.

En su faceta de director ha montado más de cuarenta piezas que se han presentado en ciudades de Asia, América y Europa, países como Argentina, Brasil, España, Francia, Bélgica, Austria, Italia, Alemania, Uruguay y Japón, entre otros.

La última de sus producciones es, hasta la fecha, Bona gent, que se presenta en Barcelona desde marzo desde año en el Teatre Goya Codorniu, una pieza de David Lindsay-Abayre, ganador del Premio Pulitzer; es una pieza llena de honestidad, sensibilidad y humor, trata sobre una madre soltera que tiene una hija con discapacidad y está a punto de declararse en bancarrota.

Fue distinguido con el Premio Max Iberamericano por haber tendido un puente entre Latinoamérica y España y por unir las facetas de autor y director basados en el espectáculo. El premio es otorgado por la Fundación Autor de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), “ha sido una sorpresa, sé del valor que tiene este galardón para las Artes Escénicas de este país. La comunicación entre España y Argentina ha dado sus frutos y eso me hace feliz”, comentó.

La categoría del premio reconoce a las entidades que, por sus aportaciones, hayan destacado en el ámbito de las artes escénicas durante su trayectoria. Entre ellos se encuentran, Alicia Alonso, Héctor Alterio, Les Luthiers o Julio Bocca.

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