Por Luis Santillán / En el 2005 Alejandro Ricaño es finalista del Premio Nacional de Dramaturgia Gerardo Mancebo del Castillo con la obra Un torso, mierda y el secreto del carnicero; el texto se presentó por vez primera en la Cuarta Muestra Nacional de la Joven Dramaturgia. Esta obra muestra las bases sobre las cuales se va a desarrollar la dramaturgia de Ricaño, varios de los elementos característicos de la pluma del dramaturgo veracruzano ya están presentes en esta obra temprana. Alejandro indicó que la idea para el texto nació de su interés personal por la hilarante dramaturgia de Alfred Jarry. A ocho años, Proyecto 42 toma la obra para presentarla en el teatro El Milagro bajo el nombre de Los vecinos del violinista. El motivo de que hayan usado un nombre alterno responde a una necesidad de convencer a posibles patrocinadores.
Proyecto 42 convoca a Martín Acosta para la dirección. Acosta hace gala de su oficio y crea una puesta en escena donde es visible la orquestación que desea lograr: el manejo del ritmo, los estados emotivos, el trazo escénico, la construcción de imágenes están colocados en proporción a un universo capaz de contener la propuesta dramatúrgica de Ricaño. La dirección escénica no tiene objeción alguna, sin embargo, al entrar en contacto con el cuerpo actoral son varias los elementos a comentar.
Se produce la sensación de ver una puesta a modo, da la impresión de ver una puesta de examen final de la ENAT en la que el conjunto esta diseñado para soportar la escena y que sea una buena carta de presentación para los futuros egresados, sin embargo, no son alumnos por egresar los que están en el escenario. Mientras que hay actrices y actores con mayores recursos, están aquellos que se ven muy limitados en su hacer, la creación visual de los personajes es sólida, sin embargo, algunos personajes quedan vacíos ante la aparente falta de comprensión del carácter que requiere cada uno de ellos.
Nunca se le debe pedir a una puesta en escena que sea lo que otro quisiera, la única manera de medir los componentes es en proporción del universo que presenta la escena, pero en este caso el texto exige mucho y actoralmente no existe la magnitud con la cual debe ser medido el trabajo. Las buenas intenciones y las ganas desorbitadas no es el parámetro para determinar la calidad de la puesta en escena.
Irma Hermoso Luna, Karina Berriel, Darling Lucas, Paola Amaro, Gerardo Sagar, Oscar Serrano Cotan y Ricardo Cortés son los integrantes del cuerpo actoral. Ricardo Cortés es quien mejor desarrolla los personajes que están a su cargo, construye de manera concreta cada uno de ellos, logra generar estados emotivos acordes a la situación.
Lo interesante de está puesta en escena está en la capacidad de organización del conjunto, misma que puede dar frutos en procesos posteriores.
Los vecinos del violinista es una opción para ver una muy buena dirección y apreciar un texto muy provocativo de uno de los mejores dramaturgos mexicanos.
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