El sábado 14 y el domingo 15 de diciembre, en la Biblioteca José Vasconcelos y en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, respectivamente, se presentará la pastorela tradicional El contrario Luzbel, un montaje que durante treinta años dirigiera y actuara el poeta y dramaturgo Alejandro Aura. Desde hace cuatro años, María, Pablo y Juan Aura, hijos de este entrañable personaje de la Ciudad de México que falleció en julio de 2008, han tomado la estafeta y continúan presentando este montaje para difundir una de las tradiciones populares con mayor arraigo en nuestro país.
Este año, la puesta en escena se presentará en el marco del Festival Luces de Invierno. La producción estará a cargo de Juan Aura, su hermano Pablo estará encargado de la dirección y María interpretará al Diablo, el papel al que su padre diera vida por tres décadas.
María Aura señala sobre esta propuesta que “este trabajo tiene un doble propósito, por un lado recordar el trabajo de nuestro padre en torno a esta obra, y al mismo tiempo mantener vivo el propósito con que él mismo lo hacía, es decir, difundir entre las familias, los jóvenes y el público en general una tradición única en México que posee profundas raíces, está llena de mensajes positivos y desde luego es muy divertida”.
En este sentido, el productor destaca que montaje cuenta con diálogos en verso y se complementa la experiencia del público “al ofrecerles la comida típica de la temporada en cada presentación”. Además, el texto original y la historia se conservan en general, solamente algunas de las tentaciones que el Diablo va poniendo a los pastores son actualizadas para lograr que el público se identifique con ellas.
María Aura apunta que se trata de una obra muy tradicional, “los personajes y las cosas que les pasan son puros e inocentes, es divertida en ese sentido, sin groserías ni dobles sentidos, sin nada de crítica política, pero así fue pensada desde el principio por mi padre y así la hemos conservado hasta ahora”.
Esta pastorela se presenta dentro de una auténtica fiesta mexicana, con dulces típicos, comida tradicional y piñatas, reproduciendo todas las tradiciones originales, incluidos la pedida de posada y los villancicos.
Sobre su personaje, María Aura explica que es muy simpático y lo conoce desde niña “me sé los movimientos de la interpretación de mi padre de memoria. El reto entonces es hacer algo distinto, desde mi condición de mujer, con la idea de volverlo más seductor y pícaro, muy caballeroso, pues esos son los recursos con que cuenta para intentar desviar a los pastores en su camino a conocer al niño Dios”.
En este sentido, agregó, no se trata de un montaje que que busqué fomentar la religión católica, se trata, puntualizó, sino como decía Alejandro Aura de “encontrarnos con nuestro pasado, con las tradiciones que nos hacen ver de dónde venimos, cuáles son nuestros verdaderos valores y cómo nos podemos divertir de manera positiva”.
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