Por Oscar Ramírez Maldonado / En el escenario una mujer frente a sus recuerdos, justo en el momento de su muerte su cerebro se lanza entre la bruma de la memoria en un diálogo consigo mismo. No es una mujer cualquiera la de esta historia, se trata de Dolores del Río, una de las más grandes divas del cine nacional.
A través de este diálogo, la actriz repasa su propia a historia, sus amores y sus andanzas en Hollywood. No es la memoria aferrada al pasado, sujetándose desesperadamente a tiempos mejores, lo que este montaje nos narra; es una mujer consciente de su lugar en la historia y su fuerza la que observamos en Citizen Del Río.
Dario T. Pié presenta este montaje escrito y dirigido por él mismo. El actor estuvo a cargo también del diseño de vestuario, escenografía e iluminación, junto con Louis Vargas y Nahum Carmona. Por si fuera poco lo anterior, Dario T. Pié interpreta el catalizador de esta historia que arranca justo en el instante en que comienza a morir la leyenda del cine mexicano y estadounidense, quien es interpretada por Jessica Gocha.
Esta mancuerna, en un diálogo sin sobresaltos, casi como el encuentro de dos viejos amigos, nos va presentando episodios de la vida de la diva, desde su incansable labor social e impulso a la cultura hasta su relación amorosa con un personaje imprescindible de la cinematografía mundial y, por supuesto, su obra maestra: Orson Welles y El ciudadano Kane.
Dario T. Pié se mueve cómodo en el personaje que ha creado y su espacio, su personaje es el encargado de ir llevando por la historia a una Jessica Gocha que, frente al reto de enfrentar a una figura del tamaño de Dolores del Río, sale adelante airosamente. El mayor problema de un personaje así para una actriz son los límites tan rígidos que plantea; la imagen de Dolores del Río, tan presente aún en la memoria colectiva, parece por momentos mantener demasiado contenida a la intérprete. Seguramente, el paso de las funciones romperá por completo con esas ataduras.
Citizen Del Río es una puesta en escena amena y divertida, crea un espacio desde el cual podemos mirar hacia el pasado de una emblemática actriz y a través de ella mirar la propia historia de la industria cinematográfica. Pero no solo eso, esa mirada al pasado abarca también a la sociedad estadounidense y mexicanas de aquel entonces, en ellas podemos ver y reconocer algunas de las semillas de lo que hoy, todavía, enfrentamos como países y vecinos.
En esta obra no esperen el humor directo y ágil al que Dario T. Pié nos tiene acostumbrados. La historia no es tratada con solemnidad ni drama, sin embargo el humor en ella es más bien como un toque constante que se siente como intimidad e, incluso, una muy sutil nostalgia.
