No lo recuerdo con precisión, no creo que nadie lo recuerde, pero no me es difícil suponer que la primera obra de teatro que vi en mi vida fue Peter Pan. Olivia Bucio y el Loco Valdés protagonizaban la obra en el Teatro de Los Insurgentes y debo decir que me impactó. Peter Pan es un obra llena de magia, de imaginación desbordada y sobre todo un enorme homenaje a la infancia.
Ahora, décadas después, tuve el gusto de volver a verla. Claro, las cosas han cambiado. Si algo destaca de Peter Pan el musical es la impresionante producción que está detrás de ella. Una producción hecha en México y que asombra por la calidad y la disposición de recursos técnicos y humanos. Hay que reconocerlo: si bien en un principio los boletos parecen caros, el tamaño del espectáculo vale cada peso pagado.
Si algo ha mejorado en México en cuanto a la escena del teatro musical, no sólo es la mayor inversión en recursos técnicos, también la calidad de los interpretes. 35 actores en escena que construyen el mundo de Nunca Jamás de una forma por demás destacada.
De los peros que tiene la obra, el principal es a mi gusto, la interpretación de la música. No es que este mal o que las voces no sean buenas en lo general. El problema radica en que los productores apostaron por un grupo de músicos solamente con sintetizadores que hacen que la profundidad de la interpretación de las obras quedé un poco chata muchas veces.
Dentro de las sorpresas más agradables está la interpretación de Adrián Uribe del Capitán Garfio. El odioso personaje de Televisa le da vida a uno de los piratas más importantes de la historia con gracia y diversión.
Un nuevo Peter Pan para una nueva generación. Nos da mucho gusto que así sea.
Por Satán Mendoza
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