Por Alonso Flores / El escritor mexicano Carlos Fuentes, fallecido el pasado martes 15 de mayo a los 83 años de edad, fue un prolífico autor que dejó más de 50 obras entre novelas, ensayos, cuentos cortos, y también, obras teatrales.

Todos los gatos son pardos es la ópera prima de su breve faceta de dramaturgo que incluyó El tuerto es rey, Los reinos originarios, Orquídeas a la luz de la luna y una adaptación a su primera obra llamada Las ceremonias del Alba.

Fuentes escribió esta primera obra en 1969, y si bien nace de una plática que el escritor mexicano tiene con Arthur Miller, el celebre dramaturgo norteamericano, en su granja de Connecticut y en la que le declaraba a Fuentes su fascinación por la historia de la conquista de México porque surgió del encuentro de un hombre que lo tenía todo, Moctezuma, y otro que no tenía nada, Cortés, es al mismo tiempo una respuesta crítica a la matanza de Tlatelolco.

La primera versión del drama fue leída entre un grupo de amigos en el Teatro Universitario de la calle Chapultepec, en la Ciudad de México. Esta lectura, recordaba Fuentes, fue hecha en un momento de calor político y bajo el peligro de caer víctimas, ellos también, de las fuerzas represivas del gobierno mexicano, el cual había mandado espías a escucharla.

La obra se inscribe dentro del teatro épico, grandilocuente, que apela a una puesta en escena de gran envergadura de escenarios majestuosos y personajes fastuosos, una iluminación que realce la importancia de los personajes principales, en especial de Moctezuma, llamado también la luz del sol.

Su estructura de espiral es metáfora de la historia misma de México, narra los hechos de la conquista que se repiten en un presente (el del 68) de abusos por un grupo privilegiado que sólo desea mantener su poder.

Los diálogos, encarnan la lucha por la palabra, que es la lucha por el poder, al tiempo que reivindica el poder de la palabra como arma crítica. La palabra ha sido secuestrada desde el inicio del país “hasta el penúltimo informe presidencial” por quienes ostentan el poder, dice Fuentes en el prólogo de la obra impresa.

Una obra que apela al conocimiento del pasado para el entendimiento del presente, y que en estas fechas se hace vigente como un profético argumento de la batalla entre quienes dominan el país y quienes desean transformarlo.

 

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