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YO TENÍA UN RICARDO HASTA QUE UN RICARDO LO MATÓ: Chihuahua, su gente, su vida, su dolor



Por Roberto Sosa/ Y está en todas partes, a lo largo y ancho del país; en Tamaulipas, Nayarit, Sinaloa, Veracruz, etc., y… en Chihuahua. Ricardo nos ha quitado la paz, la tranquilidad y muchas familias, a sus seres queridos. El personaje shakesperiano está más vigente que nunca: malo, perverso, ambicioso, traidor y sobre todo asesino. No es un personaje ficticio, hoy es real y tiene muchos rostros.

La obra se articula con monólogos; las historias nos hablan de muertos y desaparecidos, de inseguridad, violencia y sufrimiento. En cada uno, en cada relato, los textos se hilvanan con el clásico personaje. La analogía es reflexiva y dolorosa. Sin pocos elementos escénicos, la obra se desarrolla con la voz de quienes desde Chihuahua, nos vienen a narrar hechos reales; detrás de cada discurso, está una historia que duele y perturba.

La puesta en escena es con relatos que hablan de lo mismo, quizá un tema trillado (en este inicio de año, éstas son las obras que se han presentado y tocan el tema: “Van a matar al Toño”, “El cielo de los presos” y ésta que viene de Chihuahua). Pero, ¿de qué puede hablar el teatro hoy en México, que no sea de la descomposición social, del acontecer en la mayoría del territorio nacional, de nuestra cotidianeidad? Ojalá otro fuera el lenguaje.

Con seis actores en la escena y dos más que suben desde las butacas, se hace la representación. Desde el Norte de México y con cifras reales, le hablan al público de lo que sucede con la gente en comunidades del Estado, Ciudad Juárez o la capital Chihuahua, donde la guerra al crimen organizado acabó con la tranquilidad de los habitantes, los narcotraficantes en contubernio con las autoridades locales, se apoderaron de la entidad.

Detrás de cada historia aparece el personaje de Shakespeare, el texto original está en concordancia con la realidad. Se narran frases de Ricardo III, enlazadas con los relatos y con la situación que se vive en esta zona del país. Cada uno expone y termina con: Yo tenía un… hasta que un Ricardo lo mató. Para los integrantes de la compañía, hacer un Shakespeare es su mayor prioridad, interpretarlo a través de sus propias experiencias, es extraordinario.

Una escena que para mi simboliza el contexto de este trabajo, es de una mujer madura que tiene entre sus brazos, el cuerpo desnudo de un joven con la bandera de México cubriendo su rostro y cabeza. Representa –mi opinión- a la madre (patria) con su hijo (México) muerto en su regazo, en su expresión se refleja el daño, el dolor… la impotencia.

Fausto Ramírez, director, rompe con la costumbre, con el rito de tener al público viendo lo que sucede cómodamente desde sus lunetas; en una parte de la obra, lo sube al escenario, lo sienta y lo acerca a la dramaturgia, a las actuaciones, a la desnudez del actor y lo hace partícipe de la puesta en escena. De esta forma las narraciones impactan directo con el espectador.

Teatro Bárbaro de Chihuahua presenta Yo tenía un Ricardo hasta que un Ricardo lo mató, cuenta con las actuaciones de Rosa Peña, Rogelio Quintana, Tania del Castillo, Miguel Serna, Yaundé Santana, Fátima Íseck, Jessica Verdugo e Iván Mena. Y escenografía y utilería, de Héctor García; e iluminación, Luis Navarrete.

Consulta precios y horarios de la obra, aquí.

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