Por Gina Fierro/ Originaria de Villahermosa, Tabasco, esta actriz fue la responsable de que en nuestra ciudad se fundara uno de los recintos más emblemáticos y antiguos dedicados al teatro, el cual lleva su nombre: Esperanza Iris.

Conocida como “La Reina de la Opereta”, María Esperanza Bonfil Ferrer (1888-1962) comenzó su carrera a los nueve años en el teatro infantil, para después darse a conocer en los escenarios de México y el mundo como cantante y vedette bajo el nombre de Esperanza Iris. Entre sus proyectos más sobresalientes se encuentran La pesadilla de CantollaChin-Chun-ChanEl Conde de LuxemburgoEl soldado de ChocolateLa casta Susana y Eva, Cuarta Plana y La viuda alegre.

En Brasil, fue nombrada como “La Reina de la Opereta” y “Emperatriz de la Gracia”; en España, fue condecorada por el Rey Alfonso XIII; mientras que en México, fue declarada “Hija Predilecta de México”, en 1922.

Entre sus aportaciones, Iris creó el primer coro penitenciario en el llamado Palacio Negro de Lecumberri, donde se encontraba preso su esposo Paco sierra, cantante de ópera 20 años menor que ella. El proyecto, donde Sierra era profesor de música, surgió como una forma de que la actriz estuviera cerca de su amado, cuya pérdida le resultaba devastadora.

Teatro de la Ciudad Esperanza Iris

Uno de sus sueños, fue tener su propio teatro, y fue el 25 de mayo de 1918 que las puertas del actual Teatro de la Ciudad Esperanza Iris fueron abiertas. De acuerdo con los periódicos de aquella época, en la inauguración del recinto estuvo presente Venustiano Carranza, acompañado de su gabinete. Con la apertura de dicho recinto, Esperanza Iris se convirtió en una de las mujeres que han dejado un importante legado al país.

“En medio de un México agobiado por años de lucha revolucionaria, Esperanza Iris se arriesgó a construir el Teatro de la Ciudad donde tienen cabida las más altas expresiones de la música y el canto, en especial la ópera, pero sobre una concepción del arte como medio de reconciliación entre los mexicanos”, refirió la coordinadora del Sistema de Teatros del gobierno capitalino, Nina Serratos, en 2015.

Tras la fundación del teatro, la actriz, reconocida por su prodigiosa voz, su capacidad histriónica y su independencia, fue conocida como la “La tiple de hierro”, capaz de montar cualquier obra en tan sólo 21 días.

Con casi 100 años de vida, la historia del recinto es considerada una historia de resistencia, pues ha sobrevivido a incendios, cierres, remodelaciones y reaperturas. Desde el final de la época revolucionaria hasta nuestros días, el recinto ha sido testigo de la historia de la Ciudad de México y su cultura, al igual que los 1,344 espectadores que ha acogido en sus butacas. En 1987, fue considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

Y aunque la historia del teatro se vio envuelta en constantes altibajos, éste nunca cedió. El espacio compitió con recintos como Bellas Artes, cuya construcción -finalizada en 1934- quitó protagonismo al recinto de Donceles 36. Hacia la década de los 30, éste soportaría la baja en su audiencia al verse desplazado por el cine, viéndose obligado a cambiar de nombre a “Cine-Teatro Esperanza Iris”, para funcionar los siguientes 12 años como sala cinematográfica.

Los infortunios de Esperanza Iris

En noviembre de 1962, el escenario del Esperanza Iris acogió el funeral de su fundadora, quien perdió la vida a la edad de 78 años. El recinto fue heredado por la actriz a sus sobrinos, para en 1976 ser vendido al gobierno de la CDMX, año en el que sufriría una transformación más, esta vez al remodelar sus instalaciones y renombrado como Teatro de la Ciudad.

De acuerdo con Guadalupe García en su artículo “Visión arquitectónica del teatro Esperanza Iris”, en 1984 el teatro sufrió un incendio que  consumió tapices, cortinas, butacas y alfombras del segundo y tercer piso. Después del incidente, el Gobierno de la Ciudad de México invirtió más de 37 millones de pesos para su restauración, lo que permitió que el espacio escénico abriera sus puertas nuevamente en 1986.

No obstante, las actividades del recinto cesaron 10 años después, cuando éste perdió parte de su fachada y cerró, una vez más, su escenario. Para 2002, la ciudad recuperó su teatro, el cual vio la luz con el espectáculo Viva la zarzuela, dirigido por el tenor Plácido Domingo.

Finalmente el teatro resurgió y década tras década se aferró a la cultura de nuestro país y su historia. Actualmente, el recinto es uno de los más emblemáticos de la ciudad con una oferta que abarca todas las artes escénicas. Por su escenario han desfilado innumerables figuras como la propia Esperanza Iris, Agustín Lara, Pedro Vargas, Toña “La Negra”, el tennor italiano Enrico Caruso, la bailarina Ana Pavlova, por mencionar algunos.

“Algunos privilegiados vimos a la Iris bailar el vals de La viuda Alegre en brazos de Paco Sierra —recuerda Emilio Carballido— y el público lanzaba murmullos de sospecha, asombro y arrobamiento: ‘Pero de veras están enamorados’. También vimos a la anciana enlutada salir a su palco, noche a noche, para gritar: ‘Paco es inocente’”.

Todo ello, da prueba que el Teatro de la Ciudad es un iris de esperanza que pronto cumplirá sus 100 años.

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