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Salomé, el último tango en Judea: una apuesta por alimentar el mito



Por Luis Santillán/ Nayelly Acevedo escribe Salomé, el último tango en Judea; explora la relación entre Salomé y Juan para hacer una disección sobre el deseo y las pasiones. El texto propone un universo que funciona a partir de lo privado, las acciones y motivaciones de los personajes son expuestas presentando una dinámica “familiar”, ese hecho le da fuerza a los eventos de la última parte del relato; se está ante un texto provocador, con una estructura sólida, fluida; la dosificación de la información alimenta la intriga; uno de los mayores logros radica en la textura de los personajes y las relaciones entre ellos. La apropiación del mito, la transgresión de la versión clásica hacen que el texto destaque.

Ocurre algo peculiar, en el título se anuncia, en la escena se promete, pero se concreta de manera tímida o poco estimulante el momento del tango. Existe un imaginario colectivo donde el baile de Salomé es primordial, ante la propuesta del texto, ante la forma en que se relacionan los personajes, ante el primer bloque de la obra, se genera la expectativa, cuando Salomé accede, el bloque donde el tango llega a escena es muy tradicional, muy convencional, por lo tanto, pobre y débil en proporción del mundo que se está construyendo en la escena. El problema no es la coreografía o la ejecución, sino que éste se da porque debía ocurrir –incluso su ausencia podría haber sido una propuesta más estimulante- sin que aporte o provoque.

Salomé es creado por la propia autora, quizás eso le permite dimensionar al personaje con una profundidad que en escena no tienen los otros personajes, propone una mujer donde el capricho queda disminuido por el deseo, donde está afectada por las circunstancias y aprovecha una oportunidad. Daniela Sánchez Reza es Herodías, hay matices atractivos, momentos interesantes, pero en otros cae en la forma de las características esenciales de la propuesta de texto, las motivaciones están desdibujadas. Salvador Jiménez en el papel de Herodes transita por bloques donde el personaje se sostiene emotivamente y otros donde un tono de parodia lo enrarece sin que haya elementos para leer que esa es la propuesta de dirección. Leopoldo Bernal es Juan, lo interesante de su trabajo son los momentos donde la tentación lo hace dudar.

La dirección es de Atanasio Cadena. Propone imágenes interesantes, algunas muy contundentes, cuida el ritmo y el juego que le permite el trazo, pero da la sensación de que no logra equilibrar el “tono” de los actores, mientras que algunos están muy cerca de ser una parodia, otros construyen con mayor profundidad.

La propuesta del texto, los buenos momentos de los actores son los motivantes para que Salomé, el último tango de Judea sea una buena opción para un miércoles de teatro. Consulta precios y horarios de la obra, aquí.

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