Foto: Roberto Sosa
Por Roberto Sosa/ Para Mauricio García Lozano -director- la obra “es la historia de dos trasgresores del odio; una historia de vida y muerte”. Desde esta perspectiva, el amor no es el centro del relato. En Verona, el calor y el coraje subyacen la tragedia; los jóvenes enamorados no podrán substraerse del rencor que se profesan los Capuleto y Montesco, familias antagónicas en esta historia de amor por antonomasia.
La historia es ya conocida: Romeo y Julieta se casan en la clandestinidad a pesar de oposición de sus familias con la ayuda de Fray Lorenzo. El amor parece triunfar en medio de la animadversión, no obstante, el destino les tiene trazado otro camino. Una serie de fatalidades provocan que la pareja opte por el suicidio, antes que vivir separados. La historia es el arquetipo de los amantes en desventura.
Junto con Hamlet y Macbeth, la obra es de las más populares del autor inglés, la que más se ha representado. Para los especialistas, Shakespeare amplía la historia con los personajes de Mercucio y Paris. La técnica dramática utilizada es una muestra de la habilidad del dramaturgo; esta obra se caracteriza por las fluctuaciones entre la comedia y la tragedia, una forma de aumentar la tensión dramática y el uso de subtramas para aderezar la historia.
Mauricio García Lozano es ahora un especialista en Shakespeare, antes nos deleitó con Ricardo III, después fue con Medida por Medida. Bajo su mirada, vemos a un Shakespeare sin tiempo; no importa el sitio, ni la época, tampoco la vestimenta, sucede y punto. Aquí lo valioso es la adaptación, desde la perspectiva y el lenguaje escénico que utiliza. El resultado –mi opinión- es espléndido.
La madera es el elemento que construye la escenografía y la historia; el vestuario y texturas que usan los personajes podrían ser de algún país lejano, perdido en el tiempo, en una geografía que sería la antípoda de la medieval Verona. El director echa mano de máscaras, coreografías, música original; rompe con la época al utilizar vasos desechables, una bicicleta y una grabadora.
Con lo anterior, uno pensaría en la forma de discernir a un autor clásico, de abordar una historia que ha sido llevada a todas las expresiones escénicas posibles: teatro, danza, ópera y cine. Sin embargo, García Lozano sabe lo que quiere hacer, cómo y las formas para lograrlo. Para ello, tiene muchos cómplices, los creativos desde luego, pero sobre todo el elenco. Los actores están con él, le creen y lo siguen en su aventura por las antípodas.
Los diálogos no se abrazan al texto original, en esta adaptación el lenguaje es más contemporáneo; los intérpretes no están en el mismo género, unos van por la comedia, otros por la farsa y algunos por la tragedia. No están todos los personajes de la historia original, sólo los necesarios, otro acierto.
Romeo y Julieta se presenta con un excelente reparto, varios ya habían trabajado con García Lozano, otros más se agregan, el resultado es magnífico. Actúan: Haydeé Boetto (Nana), Cassandra Ciangherotti (Julieta), Ernesto Coronel (Teobaldo), Quetzalli Cortés (Príncipe de Verona), Pablo Chemor (Pedro), Emma Dib (Señora Capuleto), Mar Ferrer (Bailarina), Daniel Haddad (Benvolio), Diego Jáuregui (Fray Lorenzo), Adrián Ladrón (Romeo), Leonardo Ortizgris (Mercucio) y Julián Segura (Conde Paris).
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