Por Roberto Sosa/ La Epifanía es una de las celebraciones litúrgicas más antiguas. Se trata de una fiesta cristiana en la que Jesús toma presencia humana en la tierra. Esta se sigue celebrando el 6 de enero. En algunos países es tradicional hacer regalos a los niños, evocando los regalos que los Magos llevaron al niño Jesús. Según la tradición Gaspar, Melchor y Baltasar, representan a Europa, Asia y África, respectivamente.
Entre 1599 y 1601 William Shakespeare escribe Noche de reyes, una comedia en cinco actos, como parte de las celebraciones de reyes en la antigua Inglaterra. El protagonista masculino Orsino, se cree fue sugerido por el príncipe Orsini, duque de Bracciano, noble italiano que visitó Londres entre 1600 y 1601. Todo inicia con el naufragio de un barco en la costa de Iliria. Los gemelos Sebastián y su hermana Viola son rescatados, ella no sabe que su hermano sobrevivió y viceversa.
Viola cambia su nombre por el de Cesáreo, se viste de hombre para trabajar en el palacio del conde Orsino, un hombre enamorado de lady Olivia, quien no tiene interés por nadie por la reciente muerte de su padre y hermano. Orsino envía a Cesáreo como mensajero para comunicar sus sentimientos a Olivia, ella rechaza a Orsino y termina enamorada del emisario. Cesáreo se enamora de Orsino.
Otros personajes que aparecen en la historia son Malvolio, sirviente de Olivia; sir Toby, tío de Olivia; sir Andrew, amigo de sir Toby y enamorado de Olivia; María, otra sirvienta y Feste (fiestas), el bufón de Olivia. Se trata de una comedia de enredos –muy propia de Shakespeare- donde todo parece no tener salida, sin embargo, el genio del autor lleva la historia y a sus personajes por los tinglados de un palacio a otro, para finalmente cohesionarlos en el sendero de la lógica sin dejar cabos sueltos.
En este 2017, Alonso Iñiguez presenta una adaptación de Noche de reyes. Su visión contemporánea de este clásico es la de presentar un espectáculo con música, canciones y personajes andróginos que maquillados como clowns, representan la comedia con tintes de farsa. Los personajes transitan por la embriaguez literaria, la música y el vino que algunos consumen.
Iñiguez no se va por el camino de costumbre, toma riesgos y le resulta bien. Noche de reyes en manos de este creador, se relaja; chacotea con el texto y se burla de sus personajes. Lo interesante de esta idea, es que podría haber caído en el ridículo, grotesco y risible -sí, el público ríe porque se trata de una comedia en toda la extensión de la palabra-, sin embargo, al ponerlo dentro del género cabaret se convierte en un acierto, la frivolidad de la obra, bien lo permite.
Los cómplices -como lo son siempre- son los actores, qué sería de un proyecto como éste sin la confabulación de un grupo de excelentes histriones. Están Carlos Aragón (Malvolio), Antonio Alcántara (Sebastián), Pablo Chemor (sir Toby), Jacobo Liberman (María/ Antonio), Adriana Montes de Oca (Feste o fiestas), Salvador Petrola (Orsino), Majo Pérez (Olivia), José Ponce (sir Andrew) y Sofía Sisniega (Viola), quienes demuestran versatilidad al actuar, tocar instrumentos, cantar o bailar.
Noche de reyes es un clásico desglosado, extraído, es una farsa y es una comedia; es teatro cabaret con guiños al clown y personajes –algunos- andróginos. El vestuario de Mauricio Asencio, también responsable de la escenografía e iluminación, está espléndidamente bien diseñado. Con música original, arreglos y dirección musical de Pablo Chemor, que dan a la puesta un toque exquisito.
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