Por Roberto Sosa/ Dos relatos escritos por Alfonso Reyes, poeta, ensayista, narrador, diplomático y pensador mexicano; dos divertimentos que muestran un perfil desconocido en su obra literaria. Cabe recordar que Reyes junto con otros escritores, fundó en 1909 el Ateneo de la Juventud, sitio para leer y debatir a los clásicos griegos; intelectuales como Pedro Henríquez Ureña, Antonio Caso y José Vasconcelos, aportaron –con Alfonso Reyes- ideas críticas que revolucionaron la cultura en México durante el Porfiriato.
El espectáculo inicia con La mano del comandante Aranda, narrado por siete religiosas, un texto imaginativo que las devotas ilustran mientras beben rompope. Algunas versiones hablan que la mano amputada, tiene vida propia. Una preguntó: ¿La mano vale menos que el cerebro… el corazón? Otra más agregó: “Se condujo sola, ingobernable; se emborrachaba… trasnochaba”.
El chisme bajo el efecto del rompope sube de tono: “La mano robaba objetos valiosos…”, “Nos costaría lo que nos costó la pata de Santa Anna”. Dicen que una noche empujó la puerta de la biblioteca y se suicidó a su manera… se dejó morir. La fantasía y el humor negro, son elementos que utiliza el autor, para contar su leyenda; las monjas le dan inflexión.
Con el cambio de vestuario, cambia la historia. La música (original de Rafael Elizondo) nos toma de la mano para llevarnos al género de la opereta. Vestidas como a principios del siglo XX, un grupo de mujeres cantan y bailan. En otro extremo del escenario está el protagonista: Landrú. El famoso seductor de mujeres viudas. Con desparpajo se muestra ante el público para contar sus fechorías.
Landrú es una historia verídica. Nenri Désiré Landru, fue un asesino en serie, francés, conocido también como “Barba Azul de Gambais”. Durante la Primera Guerra Mundial, muchas mujeres perdieron a sus esposos en combate, situación que supo aprovechar, colocaba en los periódicos anuncios donde proponía: “deseo conocer viuda con deseos matrimoniales”. Centenares de mujeres respondían a su propuesta.
Landru se casaba con ellas, las despojaba de su dinero y después las mataba. Para ocultar los crímenes, las destazaba, los restos los incineraba en el horno de su casa en París. Al concluir el conflicto armado, los parientes buscaron a sus desaparecidos; el 11 de abril de 1919, la policía lo detuvo con su nueva amante, la actriz Fernande Segret. Al llegar a su casa en Gambais, encontraron 295 huesos carbonizados, un kilo y medio de cenizas y 47 piezas dentales de oro que Landru guardaba en un cajón. El 25 de febrero de 1922 fue guillotinado en la cárcel de Versalles.
Roberto Soto interpreta al personaje de forma magistral; lo construye, viste e interpreta desde la comedia. Matiza. De tal que forma tenemos un personaje oscuro y seductor, rodeado de mujeres jóvenes en ropa interior, él, con los ojos puestos en una mujer madura, viuda y rica. El género es la opereta; música en vivo, canciones y diálogos, sobre un escenario vistosamente iluminado.
La obra se estrenó –datos del boletín de prensa- en 1964 en la Casa del Lago, bajo la dirección de Juan José Gurrola. Después de medio siglo, Marta Verduzco actriz del elenco original, actúa y dirige está versión para la Compañía Nacional de Teatro, como un reconocimiento al autor, compositor y director de la puesta en escena original.
En esta versión 2017 participan: Rocío Leal, Patricia Madrid, Gabriela Núñez, Azalia Ortiz, Pilar Padilla, Violeta Sarmiento, Amanda Schmelz, Roberto Soto y Marta Verduzco, actores del elenc estable de la Compañía Nacional de Teatro. Escenografía e iluminación, Gabriel Pascal; arreglos y dirección musical, Alberto Rosas; coreografía, Norma Yolanda López; vestuario –espléndido-, Sabina Aldana.
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