Por Gina Fierro/ Con un elenco liderado por Pilar Boliver, Eugenio Rubio y Dalí González, el director Boris Schoemman sube a escena La Divina ilusión, un texto donde la fe y el teatro se confrontan para hablar sobre temas como la justicia y el abuso de poder.

La puesta en escena de Michel Marc Bouchard, nominada al segundo periodo de los Premios Cartelera 2018, plantea un poder social capaz de impactar en un cambio. En entrevista exclusiva para Cartelera de Teatro, el actor Dalí González apunta, “lo padre que hace Michel Marc es que ataca todo, no tiene ningún bando, ataca al teatro, la sociedad, la iglesia y creo que plantea que la fe siempre está ahí, no sólo en la iglesia, pero siempre tenemos fe en algo, quizá en nosotros mismos, en alguien más, algún ideal o alguna mentira; por tratar de engañarnos a nosotros mismos en esta cuestión de ser felices, ponemos nuestra fe en cosas burdas”.

La trama se desarrolla en torno a un personaje decisivo en la historia, “Sarah la diva de la actuación”, una actriz famosa cuya propuesta escénica incomoda a los miembros de la iglesia católica. En el personaje de Sarah, la actriz Pilar Boliver señala que se trata de una mujer que sí existió, “ella es la piedra de toque del autor para hacer una historia, a partir de un evento real. Sarah Bernhardt va a Quebec, -esto es real- a principios del siglo pasado, de la belle epoque, en la que va a presentar una obra y le prohíben actuar […] Entonces, nuestro autor Michel Marc Bouchard lo que hace es que toma este evento de la vida real para hablar de un montón de temas importantes”.

Asimismo, el autor habla del teatro dentro del teatro, “cómo este arte logra tocar los corazones, cómo este arte logra exponer los vicios en escena, para que la gente que lo está viendo, tenga una toma de conciencia. Entonces, esa es la manera en que el autor, a fin de cuentas, habla del teatro, cómo es un arte importante dentro de las sociedades, cultura dentro de los países y a través de toda la historia de la humanidad”, agrega Boliver.

Por su parte, el actor Eugenio Rubio opina “el autor plantea la posibilidad de que el teatro eduque sentimentalmente a las personas, que haga que se rebelen en contra de aquel abusador de la fábrica, que sepan que está bien sentir, está bien llorar, está padre enamorarse, justo eso, que el teatro sea el verdadero reflejo de una sociedad y no sólo lo que dicta la iglesia”.

Sobre su personaje, Rubio nos habla de un muchacho que es abusado sexualmente por un cura, “los protagonistas se desarrollan en un seminario, y el personaje que yo hago es este chavo que se llama Talbot y, pues es abusado sexualmente durante cinco años. Y el autor lo que hace es, justamente, con una situación tan compleja por parte de una autoridad de la iglesia, lo lleva hasta sus últimas consecuencias y no tiene ningún filtro, ni ningún miedo en mostrar realmente qué es lo que pasa. O sea, al último no se hace justicia con nada, porque así es como pasa”, refiere.

El discurso del autor, cargado de una realidad social corrompida, se suaviza con el uso de la comedia, a través de la cual se habla de la explotación infantil y la pederastia. Al respecto, Pilar Boliver concluye, “yo creo que hablar de este tipo de temas tan fuertes, la comedia es la llave que abre el corazón, abre la mente de los espectadores, la emoción más grande es reír a carcajada batiente y al mismo tiempo alucinarte del dolor humano, vas a estar en una montaña rusa de emociones”.

Finalmente, Dalí González expone, “creo que el mensaje que quiere dejar La Divina Ilusión es no ser indiferentes, yo creo que a través del teatro nos podemos dar cuenta de muchas problemáticas que hay en nuestra sociedad que gracias al teatro podemos plasmarlas y de cierta forma desahogarnos”.

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