Por Luis Santillán/ Quizá siempre es deseable acudir al teatro cuando se sabe que una puesta en escena se origina de un texto de Ingmar Bergman, si se agrega que en la dirección está Mario Espinosa el adjetivo cambia a irresistible. Después del ensayo, texto de Bergman, dirección de Espinosa se presenta en la Sala Xavier Villarrutia.
La línea anecdótica plantea a Henrik Vogler, un director de teatro que tras un ensayo de El sueño de August Strinberg, se queda unos minutos en el escenario para reflexionar sobre la obra. En este momento de soledad, irrumpe una joven actriz de nombre Anna, con quien trabaja; después, aparecerá Raquel, una actriz de gran talento que parece estar en la última etapa de su carrera.
Los encuentros con ambas actrices le sirven a Bergman para exponer, con cierta crudeza, una disertación sobre qué conlleva asumir la vida del teatro, cómo la pasión se desborda más allá de la escena para infiltrarse en la vida personal, para revisar, criticar y defender al teatro y a quienes lo hacen. Para Espinosa, el texto le permite ahondar en la dinámica que establece Vogler con las actrices; así como desarrollar un trabajo de mucha filigrana entre el directo real (Espinosa) y el reparto real (Julieta Egurrola, Sofía Espinosa y Juan Carlos Colombo).
El trabajo de Colombo es impecable, expone la parte analítica y distante de su personaje logrando que todo el tiempo haya un aliento de vida que lo aleja de una simple disertación; sostiene la obra completa, construye una dinámica de relación particular con cada una de las actrices y eso le da una profundidad grata a los estados emotivos por los cuales atraviesa. Julieta Egurrola devora la escena, su capacidad actoral queda expuesta al construir a Raquel, logra proyectar el miedo, el deseo, el anhelo del personaje. Sofía Espinosa, sin hacer un mal trabajo, queda rebasada por sus compañeros de escena, se siente que en algunos bloques podrán alimentarse emotivamente de mejor manera conforme las funciones corran.
Ocurre una cosa curiosa, el texto es bueno (visto desde el territorio de la pieza), la dirección le saca provecho tanto a la propuesta del autor como al trabajo de los actores, están en escena dos fuerzas escénicas increíbles (Colombo/Egurrola) y una joven actriz que no debilita la propuesta, y aun así, existe la sensación de que algo no se logra, algo afecta el ritmo, quizá solo es cosa de que la puesta en escena respire conforme la temporada fluya.
Después del ensayo es una opción para ver un teatro que lleva a escena parte de aquello que se vive en las entrañas de ese gran monstruo.
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El texto de Bergman de esta obra es maravilloso. Colombo sostiene la obra con una destreza actoral magnífica y Julieta Egurrola nos deslumbra con su presencia escénica. Sin embargo, Sofía Espinoza está completamente fuera de tono, no le roza ni los talones a sus compañeros de escena. Parece que batalla con los diálogos y su tono actoral y gestos descomponen la escena mucho más de lo que podría esperarse de una joven actriz.