Fotos: Sergio Carreón
Por Luis Santillán/A partir del texto de Miguel de Cervantes, en versión de Ignacio García, la Compañía Nacional de Teatro presenta Numancia. La dirección es de Juan Carrillo.
La forma en que Carrillo quiere crear el universo donde los acontecimientos de Numancia retumben en el espectador actual son visibles, sin embargo, ocurre una serie de decisiones que debilitan la propuesta. El momento donde son ejecutados los prisioneros, y luego desmembrados para ser comidos, podría ser memorable, pero en realidad es la secuencia que sirve para entender por qué el montaje naufraga.
La sustitución de sangre, del color rojo, podría ser un acierto, la ejecución podría ser poética, lo que la frena es la saturación de los elementos; se utiliza una mezcla donde la tierra es la metáfora de la sangre, tanto las paredes como los vestuarios están cubiertos de esa mezcla, en principio la imagen se lee como un estado donde la situación de Numancia queda expuesta, cuando son ejecutados los prisioneros, esa mezcla se transforma a partir de lo poético y revela su naturaleza real, se está ente una ciudad donde no hay rincón libre de sangre. El hecho de que al retirar los cuerpos se cubra con tierra anula todo lo creado porque, en la propuesta establecida, se lee la imagen de cubrir la sangre con sangre, y es válido, pero no ocurre así, de tal manera que los elementos están a disposición de la metáfora de manera arbitraria.
La propuesta de Carrillo es sumamente gris, sin contraste, sin matices, hay un uso de recursos que rebasan la propuesta. La escenografía, de Jesús Hernández, que podría funcionar de manera interesante para recorrer los espacios de Numancia y testificar la desolación, se convierte en un carrusel por tanto movimiento, da la sensación de que el director pide que se mueva para dar la sensación de que algo ocurre en la escena.
Se busca hacer un trabajo coral, tienen el elenco de la Compañía para poder crear lo que el director desee, pero su presencia se desborda sin que haya construcción de imágenes, de marcos de relación de personajes.
Las decisiones de Juan Carrillo quizá son las menos afortunadas para llevar a escena el texto de Cervantes, pero el error es parte de la creación y Carrillo tiene todo el derecho de recorrer su proceso con grandes aciertos (Mendoza) y grandes fallas (Numancia); lo que amerita reflexionar es sobre hasta qué punto poder trabajar con una producción sin freno de recursos disminuyó sus herramientas.
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