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NERIUM PARK: Una propuesta que explora el suspenso del relato



nerium3_222Por Luis Santillán/ Nerium Park de Josep María Miró tiene una estructura de doce cuadros, la información fragmentada permite seguir la forma en que una pareja habita su nuevo departamento, las sutilezas son la parte más importante de la construcción, el equilibrio entre aquello que se revela y lo que se mantiene “oculto” permite que el suspenso se construya y conecte hábilmente con el espectador.

Es un texto que requiere de la participación activa del espectador, la participación que requiere consiste en ser un observador, un voyerista atento a los detalles. El texto, más allá de la mitad, pierde potencia y debilita a los personajes; la debilidad nace en la reiteración, en lugar de evolucionar la relación del personaje de Gerardo con su “amigo” se repite la información como si existiera la necesidad de convencer al espectador; hay un juego de repercusiones mentales en el personaje de Martha que se estanca. Martha es un personaje que sufre un desgaste que la vulnera, es quien testifica las consecuencias de habitar ese lugar, pero el texto va minorizando las características que mostró primero del personaje.

La dirección de Sebastián Sánchez Amunátegui potencia lo que el texto propone, traduce eficazmente la fragmentación a la escena, tanto en el uso del dispositivo escénico, en el trazo, como en la construcción de personajes. El trabajo de Sánchez equilibra el tono de los actores para que el paso del tiempo sea legible a partir de la afectación que sufre la relación de la pareja. Logra, mediante el uso del color, crear el departamento de Nerium Park y mantiene el protagonismo del espacio al matizar las atmósferas que requiere el relato. Uno de los grandes aciertos de la dirección radica en la construcción de todo lo que queda fuera del campo visual del espectador, porque ese entorno propicia el relato y la forma en que se verá afectada la vida de la pareja.

Sánchez hace una muy buena mancuerna con Tareke Ortiz, la música original de Ortiz crea una dramaturgia sonora sumamente contundente; ambos apuestan a “condicionar” al espectador según lo requiere el relato; la propuesta de Ortiz adquiere tanta fuerza que por momentos hay un protagonismo que no convive armónicamente con la escena: los cuadros se enlazan con atmósferas sonoras, que logran ser puentes, pero lo que ocurre en la escena es sólo transitar de cuadro a cuadro y el recurso se desgasta, mas no la atmósfera; escénicamente se crea un vacío.

La parte más débil de la dirección de Sánchez está en ligar los cuadros, hay cambios de vestuario que –aún con las atmósferas sonoras- perjudican el ritmo y trabajo de los actores. La vertiginosidad que, aparentemente, el texto requiere para el último tercio no se logra del todo porque cada cuadro de ese bloque se frena con los enlaces.

Mariana Garza y Pablo Perroni hacen un buen trabajo actoral. Ambos personajes requieren de una construcción precisa, con forme el espacio y tiempo van repercutiendo en ellos, las variaciones mentales se vuelven transcendentales; esa creación la hacen muy bien ambos actores, sólo que hay bloques donde el trabajo de ellos pierde la calidad de filigrana con la que estaban trabajando, quizás ocurre porque el texto mismo se debilita. El personaje Gerardo es el primer afectado, la evolución y el juego con la cordura mental se construye de manera limpia, sin embargo, llega un momento donde carece de repercusión su hacer; si el personaje pudiera mantener destellos de cordura se intensificaría la afectación que padece, aun así, Perroni, mantiene consistencia en su personaje.

La dificultad del personaje Martha radica en que peregrina de personaje activo a depositario en tanto la activación del relato, al ser quien conecta el mundo de afuera con el que se vive en Nerium Park mantiene un anclaje para poder sentir las consecuencias de vivir en ese complejo habitacional, a eso se suma el progreso del embarazo y las modificaciones en la relación de pareja, es decir, son muchas las aristas a cuidar en la construcción del personaje y Garza lo hace bien, sin embargo –desde texto surge el problema- el personaje se debilita, no por el desgaste de lo que vive, sino por la forma en que acepta los sucesos, se descuida la construcción misma del personaje.

Nerium Park es una puesta en escena de gran calidad, sobre todo por las aportaciones del director, los actores y la música original. Es una propuesta que explora hábilmente el suspenso del relato y hace muy grata la experiencia del espectador.

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