Por Saúl Campos/ El hermano de él lo ha visitado. En compañía de la esposa del primer hermano, el visitante dará dos regalos individuales a la pareja. Un líquido para dejar de fumar y un perrito de peluche. En algunas culturas regalar un can de peluche podría ser considerada una propuesta indecorosa…Can es una palabra muy curiosa dada su semejanza en otros idiomas… los idiomas son muy diferentes entre el cine y el teatro…En fin, demasiadas curiosidades que quizás una tarde cualquiera no habrían tenido importancia, pero que en esta serán solo el pretexto para ir más allá de la realidad, del presente y sus formas.
Original de Daniel Veronese, bajo la dirección de Boris Schoemann llega El Líquido Táctil, una comedia de tintes oscuros que se atreve a escarbar dentro de la vida marital para extraer aquellos secretos penosos que no se han contado y que quizás puedan ser la respuesta para muchas cuestiones que suceden en el presente.
La obra mantiene un ritmo lento que por momentos permite analizar a detalle la situación (la cual con la adición de una palabra en el texto toma completamente otro sentido). Sin embargo el propio ritmo llega a cansar la situación, haciendo que por momentos la ficción sea confusa para el espectador y por ende se desconecte del acto escénico.
Aunque no es la obra más sólida del autor, guarda esta comedia oscura que atrapa para exponer la fragilidad humana con una inventiva cuidada y una dramaturgia realmente valiosa. Al punto en el que permite insertar la duda de si aquello que se ve es realmente la verdad ¿O es quizás una ilusión muy bien elaborada?
El Líquido Táctil es una buena opción para analizar la vida en pareja a través de la lejanía del origen y de las necesidades de cada uno sobre aquello que dejaron inconcluso en el pasado. Pues ¿quién no guarda secuelas de algo que lo marcó en un momento de descontrol o de arrebato?
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