Por Saúl Campos/ La señora Ximena no es una jovencita, a sus 50 años, calculables a simple vista por su apariencia, no sabe leer ni escribir. En un panorama donde la escuela primaria es obligatoria, ella es una analfabeta. Jaqueline viene todos los días a leerle el periódico, pero para esta joven maestra de español, informar a la mujer no es su principal ambición, sino lograr que lea, escriba por sí sola, acercarla al mundo del cual ella no ha formado parte del todo, aún si ella misma desde su lado carece de esa valentía. Dos mujeres se acompañarán mutuamente, para dejar de ser analfabetas.
Directo desde Chile, país que viera nacer tanto a la obra como su versión fílmica, Las Analfabetas de Pablo Paredes llega bajo la dirección de Paulina García, una de las grandes actrices chilenas (Gloria, El muro, Bahía azul, entre otras) que interpretó en su momento a la primera Ximena tanto en teatro como en la pantalla grande.
El texto de Pablo Paredes sin duda es una apuesta arriesgada, en un país donde la mayoría de los textos latinoamericanos que se montan provienen de Argentina, Las Analfabetas aparece como una gran y desgarradora realidad. En el contexto original de la obra, el significado es fuerte por el simple hecho de que en Chile la educación no es gratuita, pero al llevarla a México, país en el cual aunque la educación sea pública y obligatoria existe una gran cifra de personas sin el nivel básico y/o sin acceso al mismo, es cuando realmente la verdad duele.
No solo destacan las palabras de Paredes para hacer una crítica política, afortunadamente existe a la par un interés por lograr acercarse al concepto del analfabetismo desde un lugar distinto al significado estricto, al presentarnos a una joven educadora con una cantidad de miedos que le han bloqueado el poder participar de lleno en su propia vida, disfrutarla. ¿Si uno está ausente de la vida misma, cómo puede querer llevar a alguien a ella?
La dirección de Paulina García es sumamente detallada y en igual cantidad honesta, muy sencilla y nada pretenciosa. Conforme va desenvolviendo la historia le deja al espectador un dulce escénico que lejos de ser contestatario o violento es entrañable. Cuando uno va entendiendo el hilar de la obra es como si la propia directora se pusiera a lado nuestro para darnos un empujoncito y decir: “Ve, ayuda a alguien, sólo así se vive realmente”, lo cual no solo habla de un trabajo completo en la dirección, sino de una responsabilidad social que literalmente busca rebasar fronteras.
A pesar de tener desequilibrios en su iluminación, que la llevan de algo sumamente limpio a un desorden de colores, el diseño escénico (ambos de Laura Rode) resulta acogedor, muy cálido para contar la historia y permitir a Gabriela de la Garza lucirse en escena, para poner los puntos sobre las íes en los momentos de quebranto y de entereza, demostrando su capacidad actoral en compañía de Dolores Heredia, que realiza un trabajo bastante complementario al de su compañera con momentos bastante brillantes.
El cuestionamiento principal de la obra, sobre quien realmente es una analfabeta, es atinado en tiempos dónde no solo en México, sino en el resto del mundo, pareciera que las personas nos segregamos de las distintas realidades sociales, ya sea por miedo, confort o falta de compromiso. La realización de una comunidad implica conocer a las partes, incluso, si se tiene que aprender a aprender.
Las Analfabetas es un abrazo, una primera llamada a la conciencia y sin duda una gran apuesta para recordar que la lectura es fundamental, para leer las cosas que suceden en la vida.
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muy buena la información….. gracias