Por Gina Fierro/ Cuando hablamos del mundo del espectáculo, el público tiende a pensar en figuras inalcanzables. Pero los actores son personas como cualquiera de nosotros, que trabajan y que, como en cualquier otra carrera, enfrentan desafíos, metas y sacrificios.

Lo cierto es que la formación como actor implica un desenvolvimiento personal importante, el cual expone a los actores a la crítica, pero también al reconocimiento. Alguna vez has pensado en cómo llega un actor al escenario, cómo logra aprenderse el texto de una obra que tú disfrutas por más de dos horas sentado en una butaca, cómo dan vida a sus personajes para que el público los vea como reales o qué es lo que buscan los directores en sus elencos.

La técnica hace al maestro, y en el teatro las técnicas actorales que forman a los intérpretes varían según su personalidad y estudio. En Cartelera de Teatro nos adentramos en las anécdotas de algunos actores y directores, que nos comparten las técnicas que han guiado su camino a los escenarios, nos hablan acerca de sus proyectos más complejos y cómo han superado ciertos obstáculos durante su carrera.

¿Cómo dar vida a un personaje?

roberto-damico_okPara lograr esto se necesita de varios elementos, uno de ellos, actores capaces de hacer sentir al espectador que realmente están viviendo lo que les sucede en la historia. Esto no se logra de la noche a la mañana, requiere de un arduo trabajo y estudio por parte de los actores. Parte de este trabajo es la creación del personaje al que se le va a dar vida, lo cual, señala Roberto D’Amico, es primordial y ahí radica el secreto de la credibilidad de los personajes. “Yo no creo más que en el estudio, el estudio para prepararte como actor, que tengas todo el conocimiento intelectual y toda la información […] Tú tienes que ser un hombre, como actor, lo más culto y lo más refinado posible para poder entender cada uno de los personajes. Los personajes no salen así como así, tienes que prepararlos, entenderlos y la manera de entenderlos es tu preparación intelectual”, puntualiza D’Amico.

Por su parte Angélica Aragón, una actriz con un largo recorrido en los escenarios y quien ha trabajado desde muy joven en cine, teatro y televisión, destaca que un actor siempre debe tener una postura política frente a lo que va a representar. “Uno debe creer en lo que se está diciendo, estar comprometido con el texto, tener una posición política frente a éste, no le puede resultar indiferente […] el intérprete tiene que ser alguien que establezca cierta relación con lo que está diciendo, no tiene que ser la empatía total, puede ser una relación crítica de su propio personaje, pero tiene que haber una relación”, enfatiza.

Desde su perspectiva de actor y director, Fernando Bonilla dice: “Estoy muy convencido de que la metodología depende del proceso y del montaje en particular. No todos (los personajes) se deben abordar de la misma manera y creo que aunque siempre el objetivo debe ser la búsqueda de la verdad en escena, los caminos son distintos”.

fernando bonilla_ok_1Para crear un personaje, Bonilla propone que los actores exploren distintos procesos para enriquecer su experiencia, encontrando como común denominador “un análisis muy profundo del texto, de los antecedentes, de las circunstancias, del personaje, de la psicología y a partir de eso, ponerlo en pie, apagar el cerebro, darle un cuerpo una respiración y carne”, explica.

La joven actriz Ana González Bello coloca en el texto el centro de la creación de los personajes.  “Necesito saberme el texto impecablemente, porque sabiéndolo, puedo darle verdad”, expresa.  Asimismo, Ana destaca el cuidado del volumen de la voz, la cual debe tener un balance, “tienes que tener un volumen lo suficientemente alto para que te oigan todos, pero no tan alto como para que se oiga falso”.

La actriz explica que para darle verdad a un personaje hay que encontrar su ritmo, y para encontrarlo, hay que estudiar a las personas. “Una de las técnicas de actuación es encontrar a un personaje a través de su movimiento, de su ritmo, entonces las estudias (a las personas). Hay gente como yo que parece que tiene epilepsia facial, tengo un ritmo muy rápido y muevo las manos como si estuviera loca, hay gente que es muy tranquila y gente que es muy dura y que todo lo que dice parece que te está pegando una cachetada”.

Los retos actorales

Las técnicas a las que recurren los actores varían dependiendo del tipo de personaje, del contenido de la obra y de todo el entorno que conforma el montaje. A continuación exponemos los proyectos más complejos que representaron para estos actores retos técnicos superiores.

Angélica Aragón

angelica-aragon_okUno de los retos técnicos más complejos que Angélica enfrentó fue en la puesta en escena Maquillaje, un monólogo japonés que se presentó en 1996 en el Teatro Helénico, con motivo del primer centenario de la migración japonesa en México, en el cual Aragón interpretaba a diferentes personajes masculinos. “A diferencia de lo que es tradicional en el teatro oriental, en donde los papeles femeninos son interpretados por actores hombres, en este caso el autor Hisashi Inoue -ya fallecido ahora, vivo en ese momento- lo que quería era al revés, sacudir los estereotipos japoneses. Entonces él propuso personajes masculinos interpretados por un actriz, una mujer”, detalla.

Esta historia cuenta la historia de una mujer que lucha por no perder el teatro que su padre le heredó. Ella se convierte en la actriz de todas las obras y de todos los personajes, incluidos los hombres. “La actuación japonesa dentro del teatro clásico es muy estilizada. Yo fui al teatro kabuki, fui a aprender de ellos, a ponerme el maquillaje, justamente la obra se llama Maquillaje porque ella se está maquillando frente al público de todos esto distintos personajes que va a interpretar en el transcurso de la obra”.

Para dicho montaje, la actriz recibió permiso de uno de los actores principales japoneses del teatro kabuki, Nakamura Kankurō, para poder maquillarse, ya que este teatro clásico se conforma por círculos cerrados, creados entre familiares, a los que no todos tienen acceso. “Son espacios rituales para ellos, muy sagrados que no cualquiera puede pretender irrumpir en ellos”, detalla Aragón.

Dentro de la complejidad que representó su papel en Maquillaje, Angélica interactuaba en escena con una bailarina japonesa e integró “todo tipo de movimientos con una maestra de danza japonesa que estaba conmigo en la obra y hacíamos un especie de teatro de sombras”. La actriz era cobijada por una construcción escenográfica diseñada por Jan Hendrix, “era una obra de arte” -añade la actriz- compuesta por la tradicional pasarela ubicada entre las butacas que el teatro kabuki incluye en sus montajes.

“Mi reto técnico ha sido aprender a través de la experiencia, diferenciar y distinguir entre la actuación para teatro, cine y para televisión, porque cuando yo estudié eso no se diferenciaba, entonces son medios muy distintos que uno debe aprender a dominar de manera diferente”, concluye.

Roberto D’Amico

El actor nos platica que su momento de mayor desafío fue al representar a un personaje femenino y al histórico Maximiliano de Habsburgo. “Entre tantas cosas que uno ha hecho, yo recuerdo esas dos en el teatro”, comenta.

El primer personaje lo representó en el montaje dirigido por Ariel Bianco, Orquesta de señoritas, “donde teníamos que disfrazarnos de señoritas”, señala, en el elenco se encontraban Sergio Klainer y Juan Carlos Colombo. “La obra ocurría en el estrado de una orquesta de señoritas, donde cada una relataba su propia tragedia. Un reto realmente extraordinario”, enfatiza D’Amico.

El segundo, lo realizó en el castillo de Chapultepec a lado de Susana Alexander (quien interpretaba a Carlota) en la puesta en escena Réquiem por un imperio, un montaje basado en la obra de Fernando del Paso, Noticias del imperio. “Encarnar esos personajes (Maximiliano y Carlota) tan emblemáticos y además hacerlo en el alcázar del castillo de Chapultepec, donde ellos vivieron la tragedia, fue un reto muy asombroso”.

Asimismo, Roberto recuerda la ocasión en que tuvo que montar a caballo durante la grabación de la telenovela La antorcha encendida. “Recuerdo el trabajo que me costó […] no sabes lo difícil que es cuando no eres un jinete profesional, hacer las escenas con el uniforme, la batalla, el humo, con el caballo que se espantaba. Son retos muy interesantes”, detalla.

Retos personales

Cuando se es profesional en algo, en cualquier rubro, se consiguen retos técnicos, pero también personales. En el caso de los actores, estos nos hablan sobre aquellas cosas de su persona que han podido adaptar o modificar, según las exigencias de su profesión.

El director de obras como No se elige ser un héroe y Galileo o la abolición del cielo, Fernando Bonilla, expresa que su desafío personal, “no sólo en mi trabajo actoral, en la vida, me cuesta esto que me refería hace rato a ‘apagar la cabeza’, apagar el cerebro, me cuesta trabajo, veo en compañeros que es mucho más sencillo. Tengo que trabajar mucho para poder desconectarme y llegar a la emoción, a la sensibilidad, al cuerpo”.

ana gonzalez bello_okMientras que, Ana González Bello comparte: “Lo más difícil ha sido lo que piensan los demás de mi y lo que pienso yo misma”. La actriz afirma que es bastante “intensita” y muy dura con ella misma, “tiendo a ser perfeccionista, pero no padre, sino en esta cosa de ‘no lo voy a hacer porque no lo voy a hacer excelente a la primera’ y ese es un pensamiento que me he tenido que quitar porque si piensas así, te quedas sentado en tu casa y no haces nada”.

“Los que somos actores, escogimos un carrera, que no es que quieras que te juzguen, pero viene con la carrera. Escoges estar en la mira pública e invitas a la gente a que te vea y te juzgue […] uno tiene que saber que es parte de lo que estás escogiendo y para mí la parte de no depender de la aprobación de los demás es lo que más me ha costado trabajo”, asegura González.

Para Pablo Perroni, también director del Teatro Milán, la autocrítica ha sido un factor que, si bien no ha sido un obstáculo, ha llevado al actor a trabajar con ésta durante su carrera. “Es algo que tienes que tener muy claro, que tienes que seguir trabajando al crear personajes […] La autocrítica puede ser, no difícil, pero te puede confrontar y tú decides cómo lo usas, para mí ha sido casi casi como terapia, como una técnica de superación, de búsqueda y de ser mejor persona, independientemente de tratar de ser mejor actor”.

Retos técnicos. “Las grandes interpretaciones vienen de la emoción interior”

“El reto técnico significa, siempre, proyectar la emoción verdadera”, subraya Roberto D’Amico. “Ser un actor emocional ayuda muchísimo, si tú no eres un actor emocional, dar las emociones te resulta muchísimo más complicado, eso pasa mucho en las generaciones jóvenes -no por criticarlos- pero son actores que tienden más a una cosa exterior, que a una sensación interior”.

El actor, quien se define a sí mismo como “un tipo muy plegado a lo que puede llamarse una escuela tradicional de actuación”, asegura que las grandes interpretaciones vienen de la emocionalidad interior, “eso es lo que hace que la gente te crea, sino, el espectador dice ‘éste habla de dientes para afuera, éste no está sintiendo’, el público culto se da cuenta inmediatamente cuando el actor está siendo sincero”.

Anécdotas 

Ana González Bello. “En la escuela, crean o no, era muy penosa, ahorita ya se me quitó […] pero mi primer año de carrera me costó mucho trabajo arriesgarme a ser ridícula o fea, pero no fea de cara”, en este punto, la actriz cuenta una de sus anécdotas mientras era estudiante. En un proyecto ella tenía que interpretar una caricatura, “tenías que tirarte al piso, deformarte la cara, hacer voces y hacerte un caricatura, el ridículo, y como yo no estaba muy segura de cómo, me daba mucha pena y me ponía muy roja, se me olvidaba todo y me trababa”, mientras que su maestro le decía “Ana, yo pensaba que tenías el fuego latino, dónde está el fuego”, recuerda Ana. “Pero lo superé, encontrar el disfrute de que te vean siendo un poco feo, bueno, malvado, es de las cosas más padres que he aprendido”.

Angélica Aragón. En una filmación con el actor Keanu Reeves, mientras éste salía a cuadro, Aragón le daba réplica del otro lado de la cámara. Al terminar la sesión, al actor se le dijo que no se le requería al siguiente día en la grabación, ya que alguien más podría darle la réplica a Angélica, a lo que él contestó: “se la tengo que dar yo (la réplica), qué falta de respeto a la actriz”, recuerda Aragón. “Aunque él sabía que no iba a salir a cámara, llevaba la ropa que llevaba en la escena y me dio la réplica todo el día, sin estar nunca frente a cámara. Eso es un actor profesional, ¿no es cierto?”, añadió.

¿Cómo logran los actores aprenderse los textos?

El texto no solo es la guía principal del actor, sino es también de donde surgen las raíces de cualquiera de sus personajes. “El texto debe estar profunda y severamente memorizado para que lo puedas arropar con la emoción. Si haces el texto y no lo tienes seguro, estás más preocupado por las palabras que por la emoción”, indica Roberto D’Amico.

pablo perroni_okPero, ¿cómo se aprende un actor el texto? La respuesta dependerá mucho del modo y estilo de cada actor, además del tipo de aprendizaje que posean. “Uno aprende sistemas, luego descubre cuáles son los que mejor le funcionan. Hay gente que tiene memoria, visual, auditiva, a mí me funciona grabar el texto y escucharlo todo el día mientras hago otra cosa como cocinar, lavar ropa, algo que no me distraiga”, explica Aragón.

Por el contrario, Perroni afirma: “yo no puedo, odio escucharme […] No tengo una técnica específica, creo que depende mucho del texto para poder aprendérmelo, lo que sí nunca falla, es que primero lo tengo que entender, trato de entenderle perfecto al texto y luego ya viene la memoria”.

“Los repito una y otra vez”, comenta Ana González. “Hago como una estructura en mi mente, subrayo mi texto de diferentes colores, le tomo una foto y digo aquí va rosa, luego verde y naranja, cuando va el rosa estoy hablando de ‘esto’ […] Pero cuando es un texto con muchas personas me sirve más repasar con los actores, porque además me aprendo la voz de mi compañero y eso me da la entonación de saber lo que viene”, detalla.

¿Y los apuntadores?

“Tenemos la mala costumbre del apuntador en la televisión y ahora muchas veces en el teatro, lo cual me parece inadmisible porque justamente una de las ventajas que tiene el actor a lo largo de los años, y lo estamos viendo con el maestro López Tarso, es que conserva su memoria y su cordura mental por el ejercicio que se hace de memoria”, señala Angélica Aragón.

“En la medida que uno conoce el texto, puede empezar a hacer el bordado fino […] es muy importante tenerlo desde el principio y ahí es donde nos hace muchísimo daño la televisión y el apuntador electrónico porque no estamos oyendo lo que dice el otro”, comenta la actriz.

Memorizar textos “no es un tema menor”, explica Fernando Bonilla, un actor que presume tener una buena memoria. “Cuando uno empieza a hacer teatro, creo que el peor halago que te hace la familia -las tías- es ‘cómo te pudiste aprender esto’ que al principio molesta, y después […] te das cuenta de que no, que sí es todo un mérito”.

¿Cómo elige el director a sus actores?

Sin duda, la tarea del director es elemental, “para decirte la vivencia, la exquisitez del personaje, la emoción que debes proyectar”, precisa D’Amico. Sobre el perfil que los directores buscan en un elenco, Roberto aclara que va más allá de elegir actores, “porque no es que pongas a uno (actor) porque es más bonito que el otro o más elegante que otro, no, no, es mucho más profundo acercarse a la esencia de cada personaje y que cada actor lo haga de la mejor manera posible”.

Fernando Bonilla opina que “la primera dicotomía que hay que establecer cuando buscas a un actor para un personaje es que esté cerca del él, el físico, el temperamento, el carácter y la personalidad; la otra, es cuando emprendes un proceso más libre en el que no estás muy seguro de cuál será el final, ahí creo que buscas actores que van a proponer mucho. Cuando no hay un prediseño muy claro del personaje”. Asimismo asegura que conocer a los actores ayuda en el proceso, “por eso es muy común que los directores trabajen con actores de manera recurrente, creo que entre más conoces a una actriz o a un actor como persona, es más fácil que te entiendan y entenderlos a ellos”. Cuando se dirige se tiene que “tener los sentidos muy abiertos, observar a la gente, uno se la pasa observando a sus actores fuera de los ensayos, en una comida, viendo qué tipo de persona está en tus manos”, puntualiza Bonilla.
Se busca gente que “esté comprometida con el teatro”, expresa Angélica Aragón, quien explica que hoy en día existe la mala costumbre de que los actores se ausenten en los ensayos y que estos envíen a otra persona en su lugar. A raíz de ello, Aragón subraya que finalmente esta forma de trabajo no les permite a los propios actores involucrarse en el proceso, ni en la historia. “Un requisito es que estén incondicionalmente comprometidos de tiempo para que estén siempre en ensayos”.

A pesar de todas las técnicas que la actuación pueda ofrecer a los actores, Bonilla asevera que el teatro habla de la vida. “Uno podría especializarse en la técnica teatral durante años y años pero ese es un proceso estéril, creo que el teatro es una experiencia conjunta entre actores y público, hablamos de la vida y creo que lo más importante para un creador escénico es vivir y no quedarse enclaustrado en los tecnicismos”.
“La maravilla del teatro es que es perfectible, cada noche puedes llegar a hacerlo mejor. Es un animal que a veces domas y a veces no”, concluye Pablo Perroni.

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