Por Itai Cruz/La obra es un reflejo de un país, como el nuestro o cualquier otro, en el que existe un gobierno autoritario, en donde las mentiras son las verdades que se cuentan a las masas, y donde la corrupción y la lucha por el poder terminan perjudicando al pueblo.
La monarquía casi perfecta, escrita por el dramaturgo Cutberto López, nos presenta el afán por la riqueza y la gloria de algunos monarcas pasando por la indignación y la humillación, así como las razones por las que se ejerce la opresión, los abusos morales y económicos que conducen a algunos de los subordinados del rey a la muerte. Con las actuaciones de Raúl Adalid como el rey y Tizoc Arroyo como el lacayo, y Sergio Robledo, quien se encarga de musicalizar la obra y acompañarlos en escena. Estos dos personajes nos presentan, a través de una aguda y divertida concientización de nuestros sistemas políticos, una serie de escenas disparatadas como una traducción simultánea y un discurso sobre las galletas de animalitos, logrando como resultado, entretener a los espectadores por 90 minutos.
Tizoc Arroyo ha trabajado bajo la dirección de grandes directores como José Ramón Enríquez, Ignacio Retes y Alejandro Aura, entre otros. Ha participado en Microteatro en la temporada Por tus vicios con la obra I castrati y con el monólogo Estudio sobre el viento de José Alberto Gallardo. Por su parte, Raúl Adalid ha participado desde 1982 en diversos montajes. Sus últimos proyectos han sido Temporal de Flavio González Mello, La Expulsión bajo la dirección de Luis de Tavira y Cuatro últimas cosas de Jorge Cuaik.
En cuanto a la escenografía, ésta se nos presenta muy sencilla, ya que en escena sólo vemos a los personajes utilizando algunos elementos que apoyan el montaje, por ejemplo, vemos un trono movible con diversos compartimentos que funge unas veces de estrado para conferencia de prensa y otras como el balcón de palacio.
La monarquía casi perfecta es, a grandes rasgos, la obra de un rey que huye acompañado de su lacayo de aquellos que buscan desesperadamente conseguir el trono. No obstante, sobre el escenario, entre risas y reflexiones jocosas se revela el planteamiento esencial de la obra: los privilegios, el egoísmo y los miedos de quienes están en el poder, donde todo es simulación, pugnas, acuerdos e impunidad de parte de los poderosos.
¿Y quién dirige?