Por Luis Santillán / El cuerpo enamorado es una obra que a partir de la lectura de Teoría del cuerpo enamorado de Michel Onfray explora en escena el comportamiento y acciones involucradas en las relaciones de pareja haciendo un énfasis en la dinámica monogamia versus poligamia.
Diana Reséndiz está a cargo de la dramaturgia, uno de los aciertos de su propuesta son las referencias comunes, mismas que permiten volver a los “personajes” genéricos y por lo tanto ampliar el registro para que el espectador se identifique con los comportamientos. La parte más sólida radica en la estructura planteada; es una puesta en escena conformada por bloques de comportamientos y por algunas postales, renuncia a una línea anecdótica desarrollada y la postura de los actantes ante la fidelidad o su contraria establece la dinámica de acción.
Luis Escárcega es el director de la puesta en escena; son notorios los deseos de exploración tanto temática como de forma, y la resultante (lo que el público puede ver) es el proyecto con el cual culminó sus estudios de maestría. Hay apuntes en el uso de objetos muy interesantes, sin embargo, en la función presenciada la manipulación de los mismos requerían de mayor fuerza; en uno de los primeros bloques hay una danza entre la actriz y un suéter, es legible la construcción mas emotivamente es débil; en uno de los bloques siguiente se usa una manzana y por el texto y la dinámica de acción se construye una metáfora fuerte misma que se desgasta por la poca apropiación del objeto.
El trabajo físico de los actores es interesante, el emotivo tiene algunos problemas cuando el bloque implica una réplica entre ellos, pero cuando tienen los momentos unitarios crece.
La apuesta de Escárcega tiene fuerza en tanto la exploración emprendida, sólo que la resultante queda a medias. Si uno de los objetivos del proyecto radica en la participación activa del público, ¿no era más propicio apelar a un efímero pánico o un happening? Dado el formato que tiene El cuerpo enamorado dicha provocación para integrar al público queda en un punto medio que no le hace bien porque da la sensación de timidez. Por la temática elegida, por la legibilidad del convivio que se busca, por la provocación en sí, la puesta en escena es tibia, pudorosa y ambos adjetivos van en contra del espíritu planteado por Escárcega en este proyecto. Hay una apuesta clara, se ve a dónde se quiere llegar, qué se pretende detonar con la puesta en escena es inteligible, ciertas decisiones son interesantes y dan la sensación de que están bien perfiladas, el trabajo actoral apunta a que es posible lograr lo buscado, pero algo provoca el naufragio. Quizá aquello con lo que se estrella el proyecto es el formato elegido.
El cuerpo enamorado es una buena opción para aquellos que quieren ver teatro y tener momentos donde son cómplices y participan en las acciones de los personajes.
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