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Cuatro últimas cosas, sobre las trampas del silencio



Cuatro-ultimas-cosas-iPor Mariana Mijares / “En el patio las hayas son altas, tan altas que a veces tapan el cielo…”, dice Jane, personaje principal de Cuatro últimas cosas, y que con esta frase, que repetirá más adelante, deja entrever que, aun en el campo, se puede estar atrapado… dejar de ver el cielo.

Jane se siente alienada, cautivada en un lugar en donde lo más interesante es que un animal enferme para que el veterinario los visite, que un coche pase a lo lejos o que reciban con tedio a los Testigos de Jehová.

A Jane le deprime ese silencio… Le gustaría cambiar los árboles de su granja por los edificios de Dublín, el pasto por el polvo, las vacas por la gente, el silencio por el ruido, y sobre todo, la soledad por gente cuyos pensamientos le hicieran ruido. No está hecha para la vida de campo.

A la par, escuchamos los pensamientos de dos personajes: su padre, quien no sabe cómo hablarle, y Ben, un perro que la escucha, pero no puede responderle.

“Dicen que soy el perro de la granja, pero no lo soy… Soy SU perro”, dice Ben, animal que no tiene ningún elemento físico o de vestuario que remita a un perro, sólo la voz a de un ser que observa y que quiere comunicarse.

“Se que hoy es día de misa porque el señor y su esposa se pusieron zapatos elegantes y se van en el coche. Yo nunca he ido a misa, pero se escucha como algo terriblemente aburrido”, opina.

Ben acompaña a Jane en su cotidianidad, una vida en la que ella conoce cada rincón de la granja, pero no lo quiere; está deprimida.

Jane intenta entonces buscar experiencias que la hagan sentir viva: zambullirse en el lodo y la caca, tomar un cable de electricidad, y sobre todo, recordar a Mark.

“Pienso en Mark… en cómo al besarlo por primera vez sentí electricidad”, dice Jane mientras sujeta una reja electrificada que la emociona y electrocuta al mismo tiempo.

Su padre y Ben, la miran tomar la reja, pero ninguno entiende qué es lo que la joven siente al estar prendada de ella.

Al liberar la reja, las vacas escapan, pero ella no puede imitarlas; está enjaulada.

“Muy seguido me pregunto si algún día me podré ir, como ellas”, dice al contemplarlas irse.
El padre de Jane se pregunta continuamente qué estará pensando su hija; de hecho, no recuerda la última vez que tuvo una conversación real con ella, y es que a pesar de vivir en el mismo espacio, cada uno vive una realidad distinta.

El único que parece entender a Jane es Ben, y aunque no puede decirle nada, aprende a comunicarse con ella.

“Siempre he visto a Jane como si fuera una niña, ella me cuida y yo la protejo”, dice el perro que a veces la cuida como un padre, y otras veces se muestra vulnerable, como un hijo.

¿Logrará Jane aprender a comunicarse con su familia?, ¿podrá escapar de su realidad, y de su granja?, ¿cuál será el destino de su perro? Para averiguarlo, hay que ir al Foro Shakespeare.

Dirección: Jorge Cuaik
Elenco: Itari Marta, Raúl Adalid y Emilio Cuaik
Cita: “La gente sólo quiere tener algo de qué hablar y yo sólo quiero tener alguien con quien hablar”, Jane.

#CuatroCosas que debes saber de esta obra…

  • El título hace referencia las cuatro últimas cosas con las que cualquier humano podría dudar antes de morir: muerte, juicio, cielo e infierno.
  • El texto es de la irlandesa Lisa Tierney-Keogh, quien vino al estreno oficial de la puesta en México.
  • El trabajo de Lisa se ha presentado en Dublín, London, Belfast y Nueva York, ciudad en donde la puesta se presentó Off Broadway con la nominada al Tony: Elizabeth A. Davis, encabezando el reparto.
  • Emilio y Jorge Cuaik son amigos, compañeros de trabajo y hermanos; éste es el primer trabajo para Jorge como director teatral mientras que Emilio ha participado en Romeo y Julieta y The Man of Mode, en Londres y Angels in Americaen Nueva York.

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2 comentarios sobre “Cuatro últimas cosas, sobre las trampas del silencio

  1. Excelente reseña. Vi la obra la semana pasada y me pareció muy interesante el ver tres puntos de vista tan distintos. Creo que es una obra sobre comunicación: hacia la familia, hacia nuestros seres queridos e intereses amorosos, y sobre aquellos seres que no comparten nuestros mecanismos de lenguaje. Sin embargo, la percepción de todos converge en lo que los griegos denominarían una tragedia. No explica razones ni se tarda en exponer las razones por las que se justifican las acciones de los personajes; simplemente relata la experiencia de cada uno en un diálogo con el público, como si nos conocieran de toda la vida, como una confesión íntima…

    Muchas gracias por la reseña. Esperamos muchas más de este estilo.

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