Un día como hoy, hace cuarenta años, falleció en la Ciudad de México el dramaturgo, poeta, ensayista, articulista y cronista Salvador Novo. Nace el 30 de julio de 1904 en la Ciudad de México y en 1910 es llevado por su familia a vivir a Torreón Coahuila, en donde permaneció por algunos años, justo en los años más intensos de la etapa armada de la Revolución.

En 1917 el escritor regresa con su familia a vivir a la Ciudad de México, instalándose en la colonia Guerrero y en 1918 ingresa a la Preparatoria Nacional. Aquellos eran años de avances y cambios en una ciudad que iba mudando de rostro: la luz eléctrica, los automóviles, el jazz y el cine. Este es el escenario que el poeta y cronista observa y absorbe con los sentidos, una ciudad que superficialmente va cambiando pero que en muchos casos mantiene todavía sus raíces fuertemente hundidas en el pasado.

En la Preparatoria Nacional conoce a Carlos Pellicer, David N. Arce y Xavier Villaurrutia, su gran amigo en esta vida. Ahí tiene origen la revista Ulises y el efímero teatro del mismo nombre, fundado por él, Villaurrutia, Gilberto Owen, Jorge Cuesta y los hermanos Gorostiza en 1926. Es el inicio de una vocación teatral que nunca dejaría Salvador Novo. En 1928 ve la luz la revista Contemporáneos, que buscaba revitalizar la cultura de nuestro país.

Salvador Novo fue un pionero de la cultura y del “destape sexual”, en ese México todavía ultra conservador, en donde era peligroso asumirse públicamente como homosexual, Novo lo hizo. Por ello, el poeta Gabriel Zaid lo ha calificado como “el poeta más macho de su generación”. En este sentido, Ofelia Guilmain afirmó en alguna ocasión que Novo era “el iconoclasta, Novo el poeta, Novo el director y el dramaturgo, Novo el cronista, Novo el gourmet y Novo el archienemigo”, era dijo la actriz “el enamorado de la belleza masculina que dio a la homosexualidad su carta de naturalización, la hizo legal y la sacó del clóset”.

Durante su vida, Novo desempeño en el servicio público los puestos de jefe del departamento de publicidad de la Secretaría de Relaciones Exteriores, jefe del departamento de publicaciones en la Secretaría de Economía Nacional y en la Secretaría de Educación Pública. También se desempeñó como director del Departamento de Teatro de Bellas Artes. Ingresó como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua en 1953; nombrado en 1965 por Gustavo Díaz Ordaz Cronista de la Ciudad de México; y en 1967 obtuvo el Premio Nacional de Lingüística y Literatura.

Salvador fue un enamorado también de la historia y de su Coyoacán querido, en dónde murió en su casa a los 69 años de edad.

La obra que del autor fue extensa y prolífica, e incluye 47 trabajos, entre ellos 11 poemarios, 12 textos para teatro (entre adaptaciones, originales y otro tipo de publicaciones) y una novela.

Su pasión por el teatro fue tal que no solamente dejó un legado escrito, sino que en 1950 mandó a realizar, ayudado por el arquitecto Alejandro Prieto, el proyecto cultural La Capilla. Este complejo, que cuenta con el Teatro la Capilla, un pequeño restaurante, el Refectorio y el teatro bar El Vicio. El conjunto se conserva todavía en la colonia El Carmen, de Coyoacán.

Las obras y trabajos teatrales que hizo el autor son Don Quijote, adaptación (1948), El coronel Astucia y los hermanos de la hoja o Los charros de la hoja, adaptación (1948), La culta dama (1948), Diálogos. México, Yocasta o casi (1970), Cuauhtémoc, La guerra de las gordas (1963), Ha vuelto Ulises, El sofá, El espejo encantado, A ocho columnas (1970) y 10 lecciones de técnica de actuación teatral (1951).

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