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Los corderos, de Daniel Veronese



los-corderos-intPor Óscar Ramírez Maldonado / Hay varias razones por las que hay que ver Los Corderos. La primera de ellas, su elenco. Nailea Norvind, Alejandro Calva, Arturo Barba, Carlos Valencia y Andrea Guerrero están excelentes bajo la dirección del argentino Daniel Veronese (que es una segunda razón por la que hay que ver la obra). Este dramaturgo y director se ha vuelto uno de los más importantes referentes del teatro contemporáneo en Iberoamérica. Igual podemos ver que dirige en España La Gaviota, de Chéjov, o ¿Quién teme a Virgina Woolf?, de Edward Albee, que Mujeres soñaron caballos, texto de su autoría, en la Ciudad de México. Y es que el también titiritero, pedagogo y actor, puede abarcar muchos aspectos de una producción sin fallar en ninguno; en el caso de Los Corderos, también es el encargado de diseñar la escenografía, iluminación y vestuario.

Desde el 2009, y por tres temporadas, se montó en México Mujeres soñaron caballos, escrita y dirigida también por Veronese. El año pasado otro texto del autor que se presentó en el DF fue La forma que se despliega, en este caso bajo la dirección de Jorge A. Vargas. Estos montajes nos hacen ver lo que podemos esperar de Los corderos. Veronese nos presenta personajes necesitados y oscuros, en entornos cerrados que lindan con el mundo real; mejor dicho, seres que juegan con la ficción y el concepto de la re interpretación. Y es que a Veronese le interesa ese territorio en el que se diluye la frontera entre lo real y la ficción, ese terreno en el que se “interpreta” el teatro.

Los corderos nos cuenta una historia de la cual no tenemos un contexto claro, lo importante es lo que sucede en el espacio cerrado en el que los actores se desenvuelven. Un espacio en el que desde el principio, parece querernos decir Veronese, va a suceder un acto escénico; cuando el espectador ingresa al teatro, el dramaturgo ya de entrada le realiza un guiño que le hace sentir que el drama, como acto, ha iniciado hace tiempo.

La obra nos presenta una anécdota que en un contexto nebuloso alcanzamos a conocer pero no comprender del todo, vemos como los personajes de Veronese tratan de comunicarse sin lograrlo plenamente. El aparente secuestro de uno de ellos y su súbita aparición en el departamento de Berta, su ex pareja sentimental, nos hacen pensar en una venganza o en una fantasía. Es el inicio de una especie de concierto en el que el director modula las intervenciones de sus actores, llevándolos del diálogo ordenado al caos y de vuelta.

Es una puesta en escena que no es una comedia pero que está llena de momentos divertidos, es un montaje que no es un drama, pero nos habla de esos seres oscuros que Veronese coloca en el escenario, seres que, en palabras del propio autor, adolecen de muchas cosas, seres que carecen de la “posibilidad de ser felices”. Es una obra que propone algo fresco, a pesar de haber sido escrita a principios de los años noventa, y que sin lugar a dudas se debe ver.

Para más datos de Los corderos (dirección, horarios, boletos, etc.) hacer click aquí.

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