Por Luis Santillán / En el 2002, Hugo Abraham Wirth gana el 3er. Concurso Nacional de Dramaturgia Teatro Nuevo con la obra Mondo Yonki, misma que se estrenó en el teatro Benito Juárez, y esa fue su carta de presentación. Posteriormente, en el 2003, obtiene el Premio Nacional de Dramaturgia Manuel Herrera con La fe de los cerdos y, recientemente, en el 2013, con Precisiones para entender aquella tarde gana el Premio Nacional de Dramaturgia UAM-UdeG-SCGDF 2013. Con poco más de 10 años como autor, Wirth ha desarrollado constantes en su producción, entre las que destacan el uso de lenguaje para la creación de personajes y universos, la exploración sobre las temáticas elegidas permitiendo una construcción mucho más allá de lo anecdótico, pero sobre todo, su compromiso con un teatro que nunca será inofensivo. Aun cuando existen elementos que permiten hablar de un estilo particular de escritura, Wirth no se queda en las zonas de confort, sino que con cada texto se plantea dinámicas que le permiten ir evolucionando su hacer.
A partir de la experiencia que tuvo con el teatro alemán, Wirth comienza a desarrollar laboratorios para la creación de alguna de sus obras, bajo esta mecánica trabaja con un grupo de actores y a partir de sus motivaciones generan bocetos de personaje que tienen su origen en lo que propone cada actor, cuando alcanzan una solidez, el autor genera una estructura que permita la interrelación; y así el texto es el resultado de la combinación de caracteres, la interacción entre los personajes y la concepción de la puesta en escena, que para el caso de Intervenciones, estuvo pensada desde el origen para un espacio alternativo.
Wirth, en calidad de dramaturgo y director, escenifica con El Manatí rosa una puesta en escena que se presenta en un departamento. Uno de los primeros aciertos radica en conservar la cualidad del espacio y se aleja de querer hacer “un teatrito”; la fábula se desarrolla en el departamento que renta el personaje motor, en ese contenedor tres líneas argumentales se entrelazan para resolver una serie de enigmas. El texto de Intervenciones tiene una estructura bastante sólida, la dosificación de información alimenta el deseo de acompañar las acciones de los distintos personajes para conocer el resultado de sus acciones, el universo en el que se dan las cosas tiene el soporte para poner en proporción a cada personaje y su motivación.
Quizá por la dinámica a la que le apuesta Wirth como director o por las exigencias que implica el espacio de representación no se logra un equilibrio actoral. Las actrices que destacan por su trabajo son Alexa Martín y Jazmín Arismendi, se ve que poseen herramientas más depuradas y logran trabajar con la mesura que la escena requiere. Los contratiempos actorales que se presentan van desde la nula evolución emotiva de algunos personajes hasta ciertas imprecisiones sobre los comportamientos de carácter.
Wirth y El Manatí rosa hacen una apuesta al proceso de creación, al modo de producción. Intervenciones es la muestra fehaciente de que el teatro es posible sin los subsidios o respaldos institucionales, tan solo requiere de un equipo de trabajo que confluya sus objetivos y de la respuesta de público.
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