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El vestidor, en el Foro Cultural Chapultepec



Por Satán Mendoza / Hace treinta años la marquesina del teatro de los Insurgentes anunciaba El vestidor, obra del inglés Ronald Howard. Con el marco del espectacular mural de Diego Rivera se leían los nombres de los protagonistas: Ignacio López Tarso y Héctor Bonilla. ¿Qué más se podía pedir? Dos colosos de los escenarios representando una obra, que además de su éxito en West End y Broadway, su versión fílmica, guión del propio Sir Ronald, se llevó 5 nominaciones al Oscar. Era un éxito seguro, aunque en el teatro los éxitos seguros no existen, pero en este caso lo fue y mucho. Se convirtió en una de esas obras que quedaron en el imaginario de los amantes del teatro en México.

Con estos antecedentes las expectativas en esta nueva puesta de El vestidor eran altísimas, al menos por parte de este crítico amigo suyo, que tiene en el cajón de los recuerdos la maravilla que fue ver aquella versión primera dirigida por el maestro José Luis Ibáñez. Por el paso de los años, Bonilla pasa de ser del vestidor a interpretar el papel del viejo actor shakesperiano al borde de la locura, y para hacer el papel con el que Don Héctor nos maravilló, quién mejor que el extraordinario Bruno Bichir, quien en tiempos recientes nos ha regalado actuaciones maravillosas en Traición y Paisaje marino con tiburones y bailarina.

A pesar de Bonilla, Bichir, del texto de la obra ya totalmente probado en los escenarios capitalinos, la puesta 2013 de El vestidor fue para mí una total decepción. Desde los primero minutos sentí que algo no iba bien, y cuando aparece en escena Don Héctor, la certeza de que algo muy malo estaba sucediendo me invadió. Con el respeto y admiración que me merece Héctor Bonilla, la locura de su actor shakesperiano parece un berrinche del Tata, ese que anhelaba cocoles. Temblé de espanto. Es doloroso ver a quienes admiramos hacer algo que nos parece impropio, como cuando Chícharo falló solo frente al marco de Panamá. Sabedor que tenía que hacer está crítica, intenté dejar a un lado el asombro, para buscar entender qué pasaba en ese escenario.

El problema de la puesta es la dirección. El director Alberto Lomnitz cometió el grave error de hacer de la obra una especie de farsa o comedia ligera, no sé si con intención o sin ella, pero partiendo de su probado talento supongo intencionalmente. Y el texto no se presta para ello. No hay momentos conmovedores o de reflexión, como el texto lo requiere. La obra es plana de principio a fin. El cierre, un momento realmente conmovedor, es, a lo sumo, chistosito. Y como el espectador no vive un juego emocional, ni siquiera los momentos cómicos acaban de hacer que el público ría a pleno. Más carcajadas se escucharon por los errores en los diálogos de noche de estreno. En todo el curso de la obra, no hay drama, no hay emociones, en un texto cargado de ello, y sin estos elementos el director no logra establecer lo más importante para el desarrollo de la historia, la relación entre Bichir y Bonilla. Sin eso, El vestidor es un total fiasco. Más allá de mis impresiones, el aplauso al final fue tímido, en extremo para una noche de estreno.

Una verdadera lástima que una obra que había que reponer en México tras su éxito ochentero, haya salido tan mal. Así es el teatro y por eso es maravilloso. A veces pareciera que nada es suficiente y otras con muy poco se logra lo sublime. El año pasado vi Almacenados, donde Héctor Bonilla fue dirigido por su hijo Fernando, y nos regaló una actuación sublime para construir una obra maravillosamente sencilla y efectiva. En el caso de El vestidor, malas decisiones creativas de un talentoso director, provocan que el anhelo de ver una puesta memorable, acabe con la imperiosa necesidad de ir a buscar algún viejo Videocentro que haya quedado por ahí olvidado para rentar la película en beta (para los jóvenes lectores el beta era una especie de DVD que se veía horrible y había siempre que rebobinar antes de entregar -rebobinar, una palabra también en desuso, quiere decir hacer retroceder la cinta a su carrete original-).

Aquí más información sobre El vestidor (dirección, boletos, horarios, etc.).

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