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El cartero, un Neruda cercano al mar en el Teatro Libanés



Por Alejandro Klerian Ramírez / Entrar al Teatro Libanés y cómodamente sentarse para ver El Cartero (Il Postino) -obra basada en una película, que a su vez se inspiró en una novela llamada Ardiente paciencia, escrita por el chileno Antonio Skármeta- es adentrarse al teatro en una búsqueda de paz, de tranquilidad; es buscar la palabra de Neruda; es buscar el mar, la brisa, la naturaleza. Es, en pocas palabras, dejar a un lado las prisas, el reloj cotidiano, la ciudad, la rutina; es dejar la mentira, la apariencia y cambiar a estos por la bendita palabra, la poesía, la verdad, nuestra humanidad.

Así transcurre El Cartero (Il Postino), con un Neruda que vive solo, pero está acompañado, con un Neruda alejado del bullicio, pero cercano a las olas del mar. Es un Neruda inteligente, que escribe, reflexiona y ayuda, a la vez que es simpático. Así se entretiene él, platicando con un joven cartero, quien busca la palabra de Neruda para usarla como arma y así conquistar a una bella chica de un bar vecino, en un país vecino.

“Valiente forma de usar esta arma, ¿no?”, se debe preguntar el cartero aprendiz de Neruda. “¿Qué mejor uso que el de la palabra como arma, como espada para atraer así los labios de la mujer que más quiero? ¿Por qué, no?”, se pregunta el cartero. “¿Por qué no puedo utilizar la poesía de Pablo Neruda para seducir a mi amada, Beatriz? Claro que sí”, se responde rápidamente el mismo, “claro que la utilizaré; si la poesía es de quien la usa”; obvio, con el mayor de los respetos al creador, don Pablo Neruda.

Así transcurre esta obra entre un ir y venir de diálogo, de broma, de amistad, de entendimiento, entre Pablo Neruda y Mario Jiménez (postino-cartero) para lograr conquistar el amor de Beatriz González (no obstante la ligera y divertida oposición de la madre de ésta, Rosa Vda. de González). Así, en la obra, nos enteramos de que Neruda cedió la candidatura de las izquierdas, en aquel entonces, a Salvador Allende (para algunos asesinado durante el golpe de Estado de Chile en 1973, para otros muerto por suicidio), de que Neruda ganó el Premio Nobel de Literatura (habiéndolo buscado muy poco) y lo más importante es que conocemos sus sueños, su imaginación, su poesía. Neruda vive lejos, más no distante; vive apartado, pero es humano; disfruta contemplar la belleza, como si vivir sin ella le fuese difícil a cualquiera.

¿Qué decir de los actores? Ignacio López Tarso y Helena Rojo hablan por sí mismos; Erick Elías le impregna, acertadamente, ánimo a la obra, frescura, ese eterno ideal de lucha, de aventura, de conquista juvenil. ¿Y qué decir de Livia Brito?, pues que su belleza hable por sí misma. Enhorabuena, por ello.

Así, entre una nostálgica música que bien nos acompaña en el desarrollo de la obra, una tierna historia de amor, de literatura, un bello país, Chile, alejado más no distante y el constante sonar de una marea que va y viene pidiéndonos a gritos cada vez más que, al menos por un instante, sea ya necesario el que llegue la bendita hora de dejar a un lado estas tristes y asfaltadas calles de una ciudad que no para de mal vibrar, para así darle paso a este teatro, a la poesía, la imaginación, fantasía, calma, paz, tranquilidad, reflexión, al estilo de don Pablo, sí de don Pablo Neruda, señor.

Haciendo click aquí pueden consultar más información sobre El cartero (dirección, horarios, precios, etc.).

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